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Muerte y levitación
de la ballena
y otros poemas


Rómulo Bustos Aguirre

imagenLibro

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a mi padre
en
Shantineketán

de lo que hay que callar
hay que balbucir claramente
R.B.A.

Prólogo

Cuando muere y levita una ballena

Lo que más seduce de la poesía de Rómulo Bustos es la manera sabia como imagina y piensa a la vez, como construye de manera racional sus raptos de fuga del mundo cotidiano para crear una verdad estética, una verdad comprobable en el reino del “todo puede ser y ocurrir” en un mundo real y alucinado.

En ese mundo, entonces, muere y levita una ballena con la misma naturalidad con la que Dios juega a los dados o el poema se escribe a sí mismo con cicatrices, pues solo le basta con poner sobre el papel la memoria de una herida.

De la poesía reciente que se escribe en Colombia la suya es la que más tiene, creo, un gobierno de lo onírico y de lo cotidiano, en un entrevero de religiosidad y paganismo, como si la primera instancia, la soñada, fuera de la misma materia de los rituales solemnes, y la segunda, la cotidiana le abriera fisuras a las ceremonias desde el paganismo del día.

Teniendo tratos con lo fantástico, Bustos siempre encuentra el asidero en lo que con pompa llamamos “la realidad”. No es la fantasía como fuga, sino como ampliación de un mundo bullicioso y contradictorio, sereno y pugnaz a un mismo tiempo.

Gracias a la seducción de un lenguaje de alta precisión, en un juego en el que no sabemos si la flecha da en el blanco o el blanco en la flecha, como dicen que lo logran algunos arqueros orientales, sus poemas atrapan nuestros sentidos, al mismo tiempo que lo hacen la inteligencia del cerebro y la inteligencia del corazón.

Por sus versos cruzan arcángeles y carniceros, cangrejos ermitaños, ballenas y mulos, una casa imaginaria, el sombrero huérfano de un ahogado, un hombre que atraviesa la niñez llevando en sus manos una jaula, una mosca cuyo ojo le recuerda a Dios, mientras crece un árbol que los niños convierten en caballo de palo, en un “árbol de los relinchos”.

Una palenquera, una vendedora de frutas de Cartagena de Indias “abre la boca ancha/ y su pregón llena la calle/ Los niños miran los pies descalzos sobre la tierra/ buscando las raíces de este árbol/ en cuya copa maduran todos los frutos”.

Me digo: sin duda, la vendedora de frutas tropicales está mejor pintada en las palabras de Bustos que en tantos cuadros costumbristas de su tierra. Y entonces recuerdo el buen dibujante que es también este poeta caribeño.

Como un buen místico sin idolatrías, Rómulo Bustos logra ver a Dios en cualquier objeto, hasta puede que solo se trate de un animal marino que en un discreto humor recorre sus palabras, y que también reaparece cuando trata los temas más sacros.

Es un amante de la teología y de las grandes preguntas propias de un monje sin hábito, si hábito se llama una túnica y no esas ganas de bailar ritmos al menor estímulo de una banda de pueblo.

Aunque es un poeta religioso, a su manera, no todo en su poesía es un acto de fe. También tiene que pastorear sus dudas ontológicas…

En Muerte y levitación de la ballena, publicado inicialmente en España, hay un despliegue de saberes que huyen de la simple erudición, para adentrarse en un cúmulo de esencias, que desacralizan lo aceptado.

Así, de tal manera, usa su estilete para preguntarse por la existencia de Dios: “Es probable que Dios no exista/ Esto en realidad carece de importancia/ Más interesante es saber/ que existe el hemisferio derecho del cerebro/ cuya función es soñarlo”.

Coloquial y metafórico rara vez, Bustos ha ido construyendo la casa de su poesía con los más variados materiales provenientes de la voz de un ventero, de la observación de las moscas, de una cruza bizarra entre un ángel y un mandril, todo esto envuelto en una música que le es suya, muy suya, como los ritmos de un palenque o los lejanos trombones de los barcos que festejan su regreso del mar.

El sentido mítico que tiene de la infancia, ese que nos recuerda con Huizinga que el juego es anterior a la cultura, conduce a Rómulo Bustos a afirmaciones tan claras y asertivas como esta: “El árbol fantasmal que irradiaba en la cola del traspatio y la capa de juegos que heredé de mi hermana mayor, son en realidad los hechos más notables de mi vida”.

Quién sabe en qué recodo de su trasiego vital haya perdido la capa real, la capa de raso o de seda. Quién sabe qué lugar en la nada tenga ahora su árbol fantasma ni a qué lugar del vacío se haya incorporado su traspatio, pero lo cierto es que esas tres instancias animistas —árbol, traspatio y capa—, siguen presentes en sus versos, como recordando el Peter-panismo de su memoria.

Como en su poema titulado Quizás se trate solo de jugar con las palabras como un malabarista, la poesía en su caso y en su visión orgánica “trata de inventar una segunda inocencia”. A mi juicio que lo logra, creando un clima único y refrescante en el ámbito de nuestra poesía.

Juan Manuel Roca

Fotografía: Alexánder Urzola
Rómulo Bustos Aguirre

¡Comienza tu lectura!

Parte I

Cuento

Me pregunto: ¿Por qué escribo poesía?
Y desde algún lugar del misterioso bosque
(de ese otro cuento que en vano estoy tratando

de escribir en este poema)

responde el lobo
moviendo socrático la peluda cola:
—Para conocerte mejor

Observación hecha desde el hemisferio izquierdo del cerebro

Es probable que Dios no exista
Esto en realidad carece de importancia

Más interesante es saber
que existe el hemisferio derecho del cerebro
cuya función es soñarlo

Alien

La lagartija adherida al techo con sus ventosas
Su inescrutable mirada resbalando sobre los seres u objetos
Su larga lengua que no sabe atrapando la pequeña mosca. Su larga y eficaz lengua
que sí sabe
Las extrañas cosas miradas por la lagartija
Entre otras tú, recostado a la pared, mirándola inescrutable
El tejido misterioso enhebrado por esas dos miradas que no se ven
La invisible visión que contiene ambas miradas y que tampoco las ve

Del cangrejo ermitaño

Rara costumbre la del cangrejo ermitaño

Se le va la vida buscando caparazones de otros moluscos
latas, recipientes vacíos
toda suerte de objetos cóncavos abandonados
por sus antiguos huéspedes para instalarse en ellos

Es posible que todo se deba
a una compulsión turística por la novedad

O a un síndrome de inestabilidad casi metafísica

O a simple ejercicio peripatético
de quien tiene demasiadas patas que ejercitar

¿Habrá algo más de fondo en todo esto?

Quizás convenga preguntar
al secreto cangrejo ermitaño que habita en cada uno de nosotros

Ese que, sin duda, acaba de escribir este poema

Euclidiano

a Lázaro, a Esteban
mirando un filme de Kim Ki Duk

El ángulo de visión del ser humano
se ubica en el rango de los 180º
Los otros 180º corresponden al dominio de su sombra

Caso cerrado. Círculo concluso

En realidad, no es tan simple la cosa. Veamos:

Está la sombra visible
Mas, ¿y el dominio de la sombra invisible?
Porque toda sombra tiene su propia sombras

bien advierten Juarroz o Luis Vidales

¿Y el dominio fronterizo del espejo
que se divierte duplicando los espacios e invirtiendo a su modelo?

Por otra parte, visto desde la óptica de la sombra visible
tú eres la verdadera sombra visible

Además, correspondientes a los distintos ángulos de visión
de tus numerosos yoes, fragmentos de yoes

y otros fantasmas que te habitan

habrá infinitas circunferencias-mundos
con sus respectivos 180º al sol 180º a la sombra
y sus consecuentes subdominios de sombras invisibles
y sombras-espejos

Todo esto, sin duda, parece un mal sueño de Euclides

En todo caso cuando Euclides despierte
el monstruo seguirá allí

De moscas y de almas

Resultan curiosas las bolsas de plástico
alargadas y transparentes
que con frecuencia cuelgan en algunos kioscos
de ventas de frutas y variedades de dulces caseros

Exóticas frutas —digo sonriendo al ventero

—Son los mejores espantamoscas que existen —señala él—
y, mientras ondea un mugroso trapo
contra las más osadas trata de explicarme el asunto

Dicho en otras palabras, la mecánica del espantamoscas es la siguiente:

Al acercarse la mosca a la bolsa, el agua funciona como lupa invertida

o espejo deformante

el cual magnifica su tamaño hasta la desmesura.
Entonces la mosca huye aterrada de sí misma

—Así huye el alma de sus propios terrores
como mosca que lleva el diablo…
anoto, divertido

De modo sorpresivo interviene la monstruosa mosca
que se ha posado en el hombro del ventero:

—O, de modo singular en movimiento inverso a la mosca,
el alma es irresistiblemente atraída, fascinada ante sus terrores
y en ellos se diluye o petrifica que alguna diferencia va de la estructura de ADN
de la Musca doméstica o de la Ceratitis capilata al ser humano...

El ventero, ocupado en la venta de un par de almojábanas
no se da por enterado.

Yo prefiero hacer mutis por el foro como alma que lleva el diablo

El jugador

Se sabe que en el caso de Dios
estamos ante un incorregible jugador de dados
Eso aclara la paradoja extrema del misterio cristiano
en que Dios se apuesta a sí mismo contra sí mismo
Y pierde

Para wittgenstein

al Rey Ricardo

El silencio no quiere ser dicho
El silencio de ninguna manera puede ser dicho
Pero acaso el silencio quisiera ser dicho
Pero acaso el silencio pudiera ser dicho
Acaso lo dicho es ya silencio
O el silencio calla disfrazado en el bullicio

Acaso el poema: todas las anteriores

Sombrero de ahogado

Hay un frágil borde entre las cosas
Algo movedizo las aleja o de modo inconcebible las acerca
Al ángel y el mandril, por ejemplo
Algo las puede hacer girar sobre espejeantes, inesperados ejes
chocar o entrelazarse
y entonces salta la piedra del colibrí
el fuego es el agua, el zamuro un fasto mensajero
Ese nudo luminoso u oscuro, ese punto ciego
sobre el que a veces, como quien camina sobre el agua
me sostengo, me yergo
en el que a veces, como en este instante, naufrago, me hundo

Estas palabras podrían ser mi sombrero de ahogado

Músicas

a Amaury de Dios, que lo sabe

¿Has visto alguna vez esas parejas de bailarines extáticos
suspendidos en la música fuerte que emerge de los pick-ups de barriada
tan juntos y como clavados unos en otros que parece que se estuvieran amando de pie?

Cada cual gira en su propia órbita planetaria
Cada uno cree que el otro gira en la suya
Y así cada uno imagina ser el centro de sí mismo y del otro

En esos instantes los amantes
Ignoran la ley de la libre caída de los cuerpos

Si el uno fuera el solo centro del otro, todo el otro
caería sobre el uno y en él desaparecería
Si el otro fuera el solo centro del uno, todo el uno
caería sobre el otro y en él desaparecería

Sin embargo, no sucede así
Porque el centro no está en ninguno de ellos
No es menos falso que cada uno sea su propio centro
El centro está en otra parte
Los verdaderos amantes son los que han sabido entender esto
Y sobre todo
que la música que los sostiene también proviene de esa otra parte

Para una sola cuerda

Lo primero es hallar el punto de luz hasta llegar al ojo
pues, es ya sabido que el ojo y la luz son los extremos de una misma cuerda
Pero, ¿y la cuerda?
De modo que lo primero es hallar la cuerda
Mala cosa sería buscarla en casa de ahorcado
o entre el alboroto de niños que juegan a la cuerda
Tampoco es asunto de trazarla, como quisiera el geómetra
siempre parado sobre el centro de su circunferencia
El asunto pudiera ser más obvio:
buscar bajo los pies, bajo las diestras zapatillas de funámbulos
porque ¿acaso hemos hecho cosa distinta que equilibrio sobre el vacío?
Allí debería estar la cuerda
dice cuerdamente el engañoso sentido común
Pero acaso el asunto sea menos obvio, más natural:
ensoñar el punto de luz
luego la cuerda del punto de luz
luego el ojo de la luz
luego el sueño del ojo de la luz
luego el soñante del sueño de la luz,
luego la mano ensoñada por el sueño de la luz
la mano que funda el otro sueño, el de la escritura de la luz
Ahora
a un extremo de la cuerda está el ensoñador
y en el otro el soñante
a ambos extremos de la cuerda concuerdan
el ensoñador y el soñante

Ahora ya no es necesaria la cuerda
ni mucho menos la teoría de las cuerdas o supercuerdas

Ahora hay que comenzar a escribir el poema
Ahora hay que habitar en el poema

Mandarinas

a José David

Sostengo semillas de mandarinas en el cuenco de la mano

Leves, diminutas
Las voy masticando una por una

Cierro los ojos
Por un instante germina en mí el esplendor dorado de la fruta

Leves poderosas

Quizás dentro de algunos años me deshaga en un numeroso bosque

Las semillas sobrantes
Las arrojo a súbitos pájaros que revolotean en una ventana
inesperadamente abierta por la escritura

Así, además, habrá canciones en el bosque

Quizás se trate solo
de jugar con las palabras
como un malabarista

Pero sucede acaso
que ese malabarista se ha sumergido a tal grado
en los lábiles objetos de ese juego
que no advierte que su caída ocurrió ya alguna vez

O más posible aun:
el malabarista y el público saben
que han caído y simulan

Mas eso haría parte del juego

Se trata
entonces, de jugar el no juego
de enhebrar los ojos de medusa del espejo

Y así el desierto pueda cruzar por el ojo de la aguja
O el blanco del ojo atravesar la flecha

Se trata
de inventar una segunda inocencia

Juegos de lenguaje

Tanto es arriba como es abajo

Viejo principio consignado en la Tábula esmeraldina
y aun más atrás, es decir, después, siempre...

En el principio estaba el Nombre
Antes del principio estaba el No-nombre

La nostalgia es ante todo nostalgia del Nombre
De allí todas las palabras

El exilio es ante todo exilio del No-nombre
De allí todos los silencios

El No-nombre está al comienzo
El No-nombre está al final

Juegos de lenguaje diría cierto Wittgenstein
El uno, es decir, el otro Wittgenstein

Breve tratado de acústica general

El sonido tiene un oído interior

El oído tiene un sonido interior

El sonido inventa su propia casa

La casa del sonido crece escuchándose a sí misma
siguiendo el trazado de un latido que desde siempre la habita

Casa y habitante. Habitante y casa

El uno existe para escuchar
El otro para ser escuchado
Los dos para callar

Jaula-pájaro, yo, eco lejano
que urde trampas en la maleza del lenguaje
para atrapar su sonido

Poiesis

El índice de la mano izquierda
se desliza en el diccionario hasta la altura
de la palabra montaña

La mano derecha ya fatigada de tareas
decide tomarla por un pájaro
y busca una jaula y la introduce en ella

La montaña comienza a entonar un canto dulce y pesado
un canto de montaña

El niño cierra el diccionario
y, en visible esfuerzo, sosteniendo con ambas manos
la jaula exclama:
—mira, madre, un pájaro-montaña ¿puedo quedármelo?
—Sí, hijo, dice, como al descuido sonreída, la madre

mientras recoge algo de tierra suelta y algunas hojas húmedas

que empiezan a caer sobre la baldosa

Parte II

El no-rostro

Entonces dijo: Déjame ver tu gloria
(Éxodo, 33-18)

Mas sus plegarias no fueron atendidas

Podrás ver mis espaldas,
pero mi rostro no lo verás

Refiere el cronista del enigmático pasaje que Dios

pone al suplicante en un lugar cercano, en la estrechez entre dos rocas
Mientras pasa, casi rozándole, lo cubre con su mano que solo al final retira

para que pueda contemplar la infinita gloria de su espalda

Esta epifanía del No-rostro

encierra el límite y la posibilidad de toda mística

Misericordia de la divinidad que se niega al elegido

Su indecible esplendor lo devastaría

Poética i

La cicatriz es la que escribe

Tú solo pones la herida

La cicatriz es la que escribe

Es anterior a ti y a toda oscura sangre

Extraños labios hablantes, callantes

balbuceantes

desde el primer cielo de los orígenes

Tropismos

Dicen
que el girasol es una flor que ora
porque vuelve siempre su rostro hacia el esplendor

Girante oración de numerosos pétalos

También he escuchado que algunas veces
el alma cegada por su propia Luz

como en espejo

crea una flor inversa: la girasombra

Y entonces toda ella gira inmersa en ofuscación

Girasol... girasombra... girasol...

La una está, arriba, la otra está abajo
Las dos se confunden, las dos se rechazan
Las dos son reales, las dos son irreales
Las dos son la nada, las dos son el infinito

Girasombra... girasol... girasombra

Ciertamente
Misteriosa es la flora del espíritu
Extraños los tropismos de la imaginación

MUERTE Y LEVITACIÓN DE LA BALLENA

En pausado sueño veo caer la ballena

230 toneladas de carroña o alimento cayendo
230 mundos de gravedad empujando hacia abajo
230 infinitas toneladas de vértigo
mecidas, en cámara lenta, por imperceptibles corrientes oceánicas

Inmensa, poderosamente muerta, la ballena

Pareciera que su caída suscitara el abismo

en que está cayendo

Como el gran mulo de Lezama va cayendo en el abismo la ballena
Como Lezama mismo
ornamentado con la majestad de todas sus grosuras va cayendo

A los 20 niveles de profundidad la ballena ha perdido ya sus dos aletas

Eficaces mandíbulas lo atestiguan

Seres sin ojos la miran caer
Seres sin bocas raen su densa carne

Muchos años tomará el proceso de descarnamiento total de la ballena
hasta que al fin alcance su más recóndita blancura
Me digo en el sueño

Pero, ¿en realidad cae, está cayendo la ballena?

¿Cómo saber con certidumbre si un cuerpo está cayendo sobre el mundo
o si es el mundo el que está elevándose cayendo sobre dicho cuerpo?

Este inusual tipo de preguntas ya lo han afrontado algunos estudiosos de la nueva física

Menos extrañeza produce tal pregunta si las cosas ocurren
en un pausado sueño

Terrible, blanca ballena
lábil rastro de espuma cayente, muéstrame tu no visible belleza

Invoco sonámbulo

Y por un instante la puedo ver detenida en su caída

suspendida, palpitante
elevándose como asombrosa flor del abismo,
en el vasto esplendor del vacío

Pero, ¿en realidad, levita, está levitando la ballena?
Esto casi equivale a preguntarse, rayando los umbrales del lugar común
¿Cómo saber con certidumbre cuál es el verdadero sueño
el sueño del soñante o la vigilia del vigilante?

Talvez
todo se funde en el poder germinal de las imágenes como asegura Bachelard

Es decir, el sueño vigilante,
es decir, la vigilia soñante

Es decir, en fin
ese misterioso lugar donde también la ballena
pudiera vernos caer o ascender en pausado sueño

Pentecostal

Hablar en todas las lenguas y en ninguna
En el festejo del silencio
Babel
se contrae en su pura negación

Cenzontle

a Samuel Serrano

Pájaro numeroso el Cenzontle

Ahora es una violina
Después un azulejo, un muchacho que silba un sangretoro, un turpial

De cuatrocientos cantos habla la etimología náhuatl

Pero, a veces, pareciera cansarse de ser tantos pájaros
y ensaya un misterioso silencio

Todo su adentro calla
como si se escuchara a sí mismo callando
como si descubriera que en su silencio habita otro pájaro que canta
suspendido en su ramaje interior

Es, quizás, entonces, más cenzontle el cenzontle

Ceremonias

a Leonor y Naizara

Escribo la receta mientras la mujer
vierte luz a mi amiga del cuenco
de sus manos

Fina harina, nueces finamente picadas
Derramar lo húmedo sobre lo seco,
amasar otra vez el mundo

Es una receta a base de uvas pasas y canela
que hemos descubierto en la bitácora de cocina

Bello el rostro de mi amiga
recortado en el ángulo inferior de la ventana
Sucedida de luz

Mientras todo esto ocurre
también ocurre en secreto el pequeño jardín de verdolagas

Escrito en una hoja

La hoja seca del almendro largamente caída

Leve fósil, leyenda

del paisaje

En la sintaxis de sus nervaduras
se asoman el bosque, su enigma
los puntos suspensivos

del hacha

el silencioso escribiente

El fulgor

El fulgor hace parte de la vida secreta de la sombra. Hay raíz hacia abajo y raíz hacia arriba. Esto lo saben los jardineros y, escasamente, algunos pocos teólogos. Está demostrado que no solo las plantas poseen fototropismo positivo, también ciertas zonas del alma. De hecho de ciertos místicos se ha dicho que llegaron a desarrollar, sobre el área de la coronilla, minúsculas casi invisibles, radículas caelum

El fulgor es la sombra cuando una mirada pura la mira

Sufí

Como un perro que inútilmente
intenta morder su cola
giro en sentido inverso del movimiento de los astros
para alcanzar mi sombra

Solo ella
puede darme noticias
de mi luz

Medusa

Durante mucho tiempo solo viví para apartar su mirada

Por el envés de las palabras seguía sus movimientos adivinaba su sombra. Luego, por alguna secreta decisión de mi alma sucumbí a su calcinado reino y el mundo se hizo de huesos y de piedras

En cierta ocasión, por azar, la contemplación de las complicadas nervaduras de las hojas de una planta (seguramente no clasificada por Linneo en su minucioso Systema naturae) me situó, de repente, en las afueras del laberinto que sin cesar repetía muchas veces la misma habitación, gruta, columnata o pasadizo en que me hallara, según el dictado de las cambiantes nubes interiores

Ahora, puedo mirarla a los ojos sin pavor, casi con piedad, mientras cada día observo crecer lo que a ella le es negado ver: el lento resplandor que ha ido ascendiendo desde el fondo airado de sus pupilas

Creo que estoy presenciando el nacimiento de un ángel

Epifanía

Hay una luz que emerge del envés de la hoja

Luz germinada, verde verdad

de la hoja

La otra luz
solo ocasión para este segundo nacimiento

Escalera

Perfecciona el arte de no mirar
hasta que el blanco sea la blancura

Cierra bien la puerta
para que, al fin, el huésped
se abra al visitante

Construye clavo a clavo una escalera
Y ya concluida
desciende por ella
y a medida que bajes
ve deshaciendo con esmero cada peldaño

Que solo quede su fulgor ciego
su no lugar en el aire

Esto podría ser suficiente

Poética ii

a M. Salas

¿Qué impulso hace al colibrí
detenerse en el aire –la cuerda

floja del aire–

trazar con el pico una flor en el aire
y en esa flor de aire
sostener su vuelo?

Episodio con jazmín

a R. M.
a la blancura de sus silencios

Blanco mandala
trazado según las leves simetrías del olor

El fulgor de su centro

La abeja
que revuela y se detiene en el aire
conoce el secreto
y –en su zumbido– nos lo calla

Uroboros

Siempre ha estado ahí
Aun cuando pareciera no estar o estar en otra parte

Es el esperador

Todo su ser es espera
Resplandor de espera
Temor y temblor de espera

A ti corresponde construir la torre, horadar el abismo

Eres el esperado

Esperador y esperado

Entre los dos llamea un ángel

El ángel porta tres agujas
y una pieza de tela muy fina

Con la primera aguja teje
con la segunda desteje
con la tercera anuda

Esperado y esperador: doble rostro de la Nada

Evocando a g. Bateson

La delicada estructura formada por un niño que juega, un cangrejo agazapado en su hueco y el tercer pétalo de la indecible voz de un crisantemo en el jarrón sobre el aparador. O la configurada por las sutiles redes de relaciones entre ese mismo niño, el vuelo súbito de un pájaro toche emergido entre los matorrales y la blancura de ese mismo pétalo. O la formada por el niño antípodas, al otro lado del espejo o del océano, una estrella de mar y un apagado asteroide de la constelación de Orión cuya imagen espectral aún seguiremos viendo muchos años más tarde, cuando ya no existan el niño, el crisantemo o el pensativo cangrejo ni la mano que traza esta página

Todo eso en el preciso instante en que la frágil envoltura de la flor de tu adentro acontece

El azaroso, firme tejido que sostiene lo real por ti soñado

Ilímites

En alguna fase de su galope
las cuatro patas del animal están en el aire

Por un instante la rosa de los vientos abre su centro
florece en sus cuatro pétalos
y los cuatro territorios del caballo están suspendidos
por hilos de plata
En ese mínimo instante
el animal es un pájaro

Aspersión ritual de la luz

Que enmudezca su resplandor
Que sea inaudible su oleaje
Como la opacidad o el enigma que rodea

un muro recién edificado

del que aún no se sabe su destino

de habitación o cárcel

Que se oville a los pies del transeúnte
Que cubra con un paño todas las lámparas
y oscuramente se convierta en un pájaro
Y cante
Que selle los infinitos espejos
Así, ciego
desposeído de todas las imágenes
acaso encuentres el camino de regreso a
casa

El mensajero

Ardes ciego detrás del muro
Tu voz, sin embargo
Parecen circuir finas gacelas, muy lentos animales

de aire

Aguas de espejo caen
desde ninguna parte
hasta ninguna parte

Tu voz, sin embargo

Ceguedad blanca

La casa

Ahora vamos a techar la casa
Ahora vamos a sellar o abrir su último límite

Hemos cavado con firmeza sus cimientos y levantado sus cuatro costados
como costillares minuciosos de un arca
Hemos empotrado y claveteado cada una de sus puertas y ventanas
y diestramente apuntalado la viga maestra

Todo esto lo hemos hecho siguiendo
las ocultas simetrías y el latido de los astros

Ahora te aguarda como su huésped

¿Pero acaso no ha sido siempre el huésped
la primera piedra de la casa
el punto invisible
desde el cual crecen sus orillas y muros?

¿Acaso no es la casa solo la forma vacía,
reverso deseante del huésped?

Ahora estás en el centro de la casa

Y hacia cualquier lugar de la casa

que dirijas tus pasos

ese lugar será el centro de la casa

Ahora –lo sabes, empiezas a saberlo–
podrás desbordarte
o contraerte hasta el pequeño hueco de tu ombligo
o caer, en vértigo de cielo, sobre la palma de tu mano

Ahora habitas en el centro de ti

Y podrás desplazarte por tus doce puntos cardinales
Y la casa irá contigo leve de objetos y memoria

Solo tú
Solo la casa como fluido caracol

La casa
fijada, abierta a tu ser
Sombra, deriva, resplandor

de ti mismo

La imaginaria casa

Otros poemas

Selección

De El oscuro sello de Dios (1988)

Odiseo

La guerra que descaminó mis días
también me ha entregado su rosa
Cada cual ha de ir en busca de su rosa
Una rosa violenta
Sé que hay una
para cada hombre en la guerra
Al final serás una sombra, un ánfora
vacía. Pero habrás oído cantar
a las sirenas

a Raymundo Gómez-Cásseres

Ajedrez

Alguien ha dejado abandonado este juego
Aquí las fichas en desorden. El caballo inicia
un eterno salto en el aire
La torre –menudos peones y guerreros
caídos– como si hubiera sido tomada
por asalto
El paseo desolado de la reina que a veces
asoma su pálido rostro entre las almenas
y parece aún no entender lo que ha pasado

Socrática

No confíes en la respuesta del espejo
que tu cuerpo interroga
Lo que somos o no somos
es el secreto que hubiera salvado
del suicidio a la esfinge tebana
La verdad no es negocio de hombres
Recuérdalo
Siempre serás tu más íntimo forastero

Palenqueras

Mujeres grandes que llevan
tesoros blancos en los dientes
Sentadas parloteando en lengua extraña
como enormes diosas ya olvidadas
Acaso mejor que el sabio
conozcan sus cabezas
el peso exacto de las cosas del mundo

a Amelia

Monólogo del verdugo

Cuando el rey baja la mano
debo entender que hay que aniquilar a la víctima
Si la deja a media asta
se trata entonces de una mutilación simple
Si un poco más abajo de una mutilación doble
Ignoro si alguna vez ha levantado la mano
absolutorio
Diarias son las inmolaciones. Los días
no son menos violentos que las noches
¿Llegará un descanso para mi fatigado brazo?
En verdad no soy mejor ni peor
que el resto de los mortales

De La estación de la sed (1998)

El pajarero

A este hombre lo vi niño
llevando en sus manos una jaula
Un poco más usado el gesto de ociosa
inocencia
la sigue llevando como quien porta una luz
o un distraído sueño
El pájaro ya no está
En verdad nunca ha estado
Pero, a veces, se detiene y aguza al aire el oído
como si escuchara su canto

El inquilino

Alguien ha morado largo tiempo
una casa alquilada
y ya restituida a sus dueños
lo asedia su oculta geometría

Desde la acera contempla la luz
en las ventanas
y las sombras de los nuevos inquilinos

La cerradura ha sido cambiada
Pero por algún benévolo parágrafo del contrato
posee el derecho de conservar una llave
de la puerta principal

Escena de marbella

Junto a las piedras está Dios bocarriba
Los pescadores en fila tiraron largamente de la red
Y ahora yace allí con sus ojos blancos mirando al cielo
Parece un bañista definitivamente distraído
Parece un gran pez gordo de cola muy grande
Pero es solo Dios
hinchado y con escamas impuras
¿Cuánto tiempo habrá rodado sobre las aguas?
Los curiosos observan la pesca monstruosa
Algunos separan una porción y la llevan

para sus casas

Otros se preguntan si será conveniente
comer de un alimento que ha estado tanto tiempo

expuesto a la intemperie

a
Juan Marchena, cartagenero del otro lado del mar

Monólogo de jonás

Cuando echaron las suertes y los hombres furiosos
me arrojaron al mar
creí que era el fin. Pero esto es más que el fin
Si comiera de la carne de este animal durante el resto
de mis días
no alcanzaría la salida. Así es la profundidad
de mi cautiverio
He transcurrido mucho tiempo sin otro sol
que mi propio fuego
A veces me confunde el tumulto de su respiración,
la trepidación de sus latidos magnificados por el eco
a través de las muchas cavidades
Como si fuera yo quien respirara
como si mis propios latidos lo inventaran

Acaso sea yo el corazón de la ballena

De la dificultad para atrapar una mosca

La dificultad para atrapar una mosca
radica en la compleja composición de su ojo

Es el más parecido al ojo de Dios

A través de una red de ocelos diminutos
puede observarte desde todos los ángulos
siempre dispuesta al vuelo

Parece ser que el gran ojo de la mosca
no distingue entre los colores

Probablemente tampoco distinga entre tú
que intentas atraparla
y los restos descompuestos en que se posa

Consejo

Elegir con cuidado un punto del aire
Cubrirlo con el cuenco de ambas manos
Arrullarlo
Irlo puliendo en su silencio
Piensa en Dios cuando construyó
su primer caracol o su primer huevo
Acerca el oído para oír como late
Agítalo para ver si responde
Si no puedes con la curiosidad
haz un huequito para mirar adentro
Nada verás. Nada escucharas
Has construido un buen vacío
Ponlo ahora sobre tu corazón y aguarda
confiado el paso de los años.

De Sacrificiales (2004)

Lo eterno

Lo eterno está siempre ocurriendo

ante tus ojos

Vivo y opaco como una piedra

Y tú debes pulir esa piedra
hasta hacerla un espejo en que poderte mirar

mirándola

Pero entonces el espejo ya será agua y escapará

entre tus dedos

Lo eterno está siempre en fuga ante tus ojos

Mantarraya

Por algún divertido arreglo
los dos muchachos han dividido en dos la mantarraya
como si fuera una hoja de papel
y ahora cada uno lleva su parte colgando de la mano

Ya nada queda de la gracia que el animal

exhibe en los acuarios

Ondeando, sumergiéndose, elevándose en el agua
todo su cuerpo como dos extrañas alas

Mientras la ofrecen a lo largo de la playa los dos muchachos
aseguran que con ella se prepara un excelente

y vigorizante cocido

Las dos partes siguen vivas

A veces una de ellas levemente se estremece y aletea

como si una parte reclamara la otra

O como si conservara alguna oscura memoria de su vuelo

Cotidiana

La hermana pasa lentamente la escoba sobre el pequeño tumulto
de las hormigas
y no cesa de asombrarse de lo rápidas que acudieron
al saltamontes inesperadamente caído del techo
—Parece que supieran —dice
Cuánta minúscula y moviente voracidad sobre el cuerpo muerto
Cuánto vértigo de pinzas trincando, desgarrando, cargando
victoriosamente el animalejo
—Algo las llama —insiste sabiamente la hermana
Yo nada digo
Yo aparto los pies y dejo barrer
mientras miro la desorientación de las hormigas
que ahora no parecen saber tanto

Dactiloscopia

Justo cuando mueves el hilo con el dedo
aparece la araña con todas sus patas, su abdomen, sus pelos
y sus ojos casi ciegos

Examina atentamente tu dedo
los meandros sin centro aparente de tu huella
la uña curvada y agresiva, la pequeña mugre que en ella
se acumula
Los pellejos que se han endurecido a ambos lados y parecen
pequeños cuernos, es lo que más familiar le resulta
Pero no acierta a intuir el resto misterioso en que te extiendes
con todas tus patas, tu abdomen, tus pelos y tus ojos casi ciegos

Le resultas una presa extraña

Demasiado evidente para ignorarla
demasiado hipotética para comerla

Decide que tú debes ser Dios o algo parecido
y se agazapa de nuevo a esperar un bicho menos complicado
más limpio y digerible

Cinegética

No hay gacelas por estas tierras
Pero existe el saíno
La carne del saíno –dicen–
sabe tan bien como la de la gacela
Es verdad que no tiene prestigio literario
pero ambas hacen igual a la garra del tigre

De todos modos sangrará el poema

No hay que olvidar, en todo caso, que después de Borges
el tigre tiene tanto prestigio literario como la gacela

Ignoro si aún existen tigres en estas tierras
En todo caso habrá cazador

Gacela, tigre y saíno hacen igual a la garra del cazador

De todos modos sangrará el poema

El saíno carece del oro de los tigres y de la gracia de la gacela

La muerte asimismo carece de ambas cosas
Y tiene menos prestigio literario que el poema
Pero es real

Tiene las siete vidas del gato, más la del saíno, la gacela, el tigre

el cazador y el poeta

Todo eso para poder habitar en la sangrante irrealidad del poema

Contra parménides o la mariapalito

La inmovilidad de la mariapalito podría haber dado
a ciertos filósofos
razonamientos más convincentes que el de la flecha
o aquel otro más divulgado de Aquiles y la tortuga

Ella no lo sabe
Si lo supiera luciría más filosófica de lo que parece

Todo llama a su transformación, nada quiere permanecer
fijado a su ser
el poema pide ser prosa
la piedra pide ser agua,
el horizonte pide ser línea vertical

Pero la inmóvil mariapalito solo quiere ser mariapalito

Muy flaquísima Señora del límite, del umbral
no sabe que, en realidad, ella es el más fino argumento
contra el estatismo que su apariencia pregona
que, sin que lo haya pedido, siendo un insecto

de tres pares de patas

algo dentro de ella, algo remoto, la mueve a ser palito

Por eso se llama así

Pero eso tampoco parece saberlo la mariapalito

Mirando una estampa de santa lucía
en un texto hagiográfico

Los ojos, siguiendo la tradicional iconografía
reposan sobre un plato, como dos peces muertos
Ojos grandes y soñadores
Me digo imaginando las cuencas vacías

Tan grandes que por ellos debió caber el mundo, toda la carne

sus demonios

me sopla al oído mi fiel demonio de cabecera
Yo lo espanto y él se va con el rabo entre las piernas
al fondo de la habitación que compartimos

Patrona de las modistillas y de los sastres, reza al pie de la estampa

Y acaso de los voyeristas, comenta mi demonio de cabecera
Y arrecia el ataque
acudiendo a una cita apócrifa de san Isidoro
y añadiendo no sé qué gracias y desgracias de cierto
ojo divulgadas por Quevedo
Y para que no quede dudas de qué está hablando
rubrica todo esto con una sonora ventosidad

Los dos peces muertos no se dan por aludidos

Yo finjo ignorarlo y paso juiciosamente a otra página del libro
Pero él sabe que ha hecho bien su trabajo, y sonríe

mientras lame su pelaje

Un paco-paco

El paco-paco canta con las patas traseras
Recuerdo un paco-paco que alegró la noche a todos
los niños de la cuadra
porque confundimos su canto con los crótalos

de una cascabel

Con palos y mochas la buscamos entre los matojos
hasta que descubrimos el engaño

En realidad
él ya nos había descubierto antes con sus grandes ojos

de mirar el mundo

sin entender nuestra alharaca, y entonando el más perfecto

de los silencios

que alguna vez hubiéramos escuchado

Pero este paco-paco que ahora miro sobre la ramita

del matarratón

ha perdido una pata. Su ambigua pata para el salto para

el canto

Es curioso que la voz de un animal esté en sus patas

Miro al animalito tratar en vano de frotar la una
con la no-otra pata
y me es inevitable evocar el conocido epigrama zen
que enigmáticamente se pregunta: ¿Cómo es el sonido de una sola mano

cuando aplaude?

¿Existe, acaso, ese sonido?
Y tú, Bustos, tratas también de frotar, de desplegar tus dos patas
traseras, tu ala única

y entonces escuchas (o imaginas o crees o quieres escuchar)
ese otro insondable sonido que te responde

desde qué matojo

desde qué inescrutable esquina del paisaje, desde qué

silencio

En el zoológico

Lo siniestro (Unheimlich) es todo lo que debiendo permanecer secreto oculto
no obstante se ha manifestado
Schelling

Quizás no haya más viva y precisa expresión
de lo siniestro que el trasero del mandril

Por definición
una vez que lo siniestro se ha manifestado no podemos evitar pertenecerle
entrar en su tortuoso juego
De allí ese comportamiento ambiguo y hasta divertido
de los visitantes del zoo
cuando llegan a la zona de los mandriles
Una vez que el ojo ha hallado
las conocidas y chocantes callosidades posteriores de estos simios
–y es como si secretamente hubiera estado buscando–
en movimiento de péndulo
o en vértigo de lo simultáneo
los apropia y expulsa como su objeto. De allí en adelante
los visitantes mirarán de reojo
como si estando no estuvieran
o como si quisieran que cuando voltearan a verlos hubieran desaparecido
pero solo acaso, extrañamente, para poder seguir observándolos
a su gusto en la imaginación

Esto sucede sobre todo con las muchachas. Sobre todo
con las muchachas de bellos y lustrosos traseros
Sobre todo si van en grupo las muchachas
cuchicheando entre sí y luego apartándose y retornando
siempre ruborosas retornando las muchachas

Y allí estarán esperando en ofensivo contrapunto los mandriles
La escandalosa floración visceral desbordando sus límites
ofreciéndose obscena a los ojos del visitante

Los mandriles
por supuesto, no han leído a Shelling ni a Freud
ni mucho menos a Bataille como tú, mi ilustrado lector
Pero algo deben intuir
de su papel en la complicada economía espiritual del visitante
No en balde son ramas de un mismo árbol
Por eso se pavonean exhibiendo sus repulsivas corolas-culos

Algo deben sospechar del asunto
cuando irritantes dan la espalda y comienzan a observarlo
con su gran ojo
inescrutable, único

Acaso en ese momento el visitante alcanzará a comprender
que no es ese ojo paródico del mandril, ni el mandril mismo, sino algo distinto
lo Absolutamente Otro
es decir, lo íntimamente tú afuera respirando, desbordado de ti
lo que lo mira

Lo siniestro
ciertamente nos constituye y nos habita

Pero sobre eso ya se han ocupado suficientemente los teóricos

Yo solo quería hablar de los visitantes del zoológico, sobre todo

de las muchachas

de los bellos y lustrosos traseros de las muchachas

De La pupila incesante (2013)

Semántica del mundo

El mundo es siempre sí y no
Sino lúdico. Incongruencia. Humor cósmico
Por ejemplo
ahora voy a enrollar este texto

que aún no es texto

Lo voy a enrollar sobre sí mismo
Sobre su sí
Sobre su no
Sobre su sino
Sobre su si no
Lo voy a enrollar sobre su signo
Para que tú
lo desenrrolles sobre su espejeante

gnosi(s)

Jacob y el ángel revisitados

Comprendo que no soy un perro
porque no levanto una pata trasera y orino
cuando encuentro una pared o un árbol

Comprendo que no soy un ángel
porque me dejo caer de un sexto piso
y salta en añicos mi precario vuelo

La idea de un ángel/perro, de un ang-rro

no me desagrada

Pero tan pronto la imagino, el ángel se llena de filos
y el perro confunde al ángel con un árbol
e inevitable levanta su pata

Me aturde el furor del ángel
Me paraliza su implacable pureza, su falta de piedad
Y no atrevo confrontarlo

El perro no parece inquietarse ante todo esto
y se marcha en busca de su árbol
Yo sigo sus azarosos pasos, detrás de él

cojeando

Metafísica

Después de que te has sentado
de una buena vez en el retrete
bien puedes pensar con Leibnitz
que este sea el mejor de los mundos posibles

Esta sensación de plenitud
puede durar aproximadamente entre 60

ó 146 segundos

dependiendo, claro está, de la envergadura del

asunto

Lo inquietante de todo esto
es que a lo mejor no te equivocas

Poeta

Sospecha de mí
Es sano sospechar de un poeta
que ha publicado su quinto libro
Mejor aún
sospecha a partir del tercero

Tout le rest pudiera ser literatura
Trampa
Lánguida hipoteca al oficio

Pronto habré publicado el sexto

Juro que no soy Pedro
pero ya he negado tres veces
Y aún no canta el gallo

Poema de amor
con serpientes, erizos y palomas

I
El camino serpeaba entre yerbajos
Me topé con dos serpientes que formaban un nudo

movedizo

—Hacemos el amor
me dijeron con sus ojos de serpientes al sentirse

observadas

Yo les arrojé la camisa que llevaba puesta
No para cubrir su desnudez sino para atraparlas
Para atrapar el amor con todas sus escamas

Las metí en mi bolso de viaje

Ya tengo dos serpientes
Ahora solo me falta un paraíso, me dije

Pero cuando abrí el bolso solo hallé sus opacas

mudas de piel

II
El camino estaba erizado de yerbajos
Me topé con dos erizos, macho y hembra, hasta donde

me fue dado saber

—Hacemos el amor
me dijeron con sus ojos de erizo cuando se sintieron

observados

Y siguieron en éxtasis clavándose sus agujas

Me atraía ese amor con todas sus agujas

Pero por precaución decidí no meterlos

en mi bolso de viaje

III
El camino palomeaba entre yerbajos
Como supondrá el lector me topé

con dos palomas

que me dijeron: hacemos el amor, con sus ojos de

paloma

Las metí en mi bolso de viaje

Esa noche cené caldo de palomas, por si las moscas

Péndulo

El péndulo
No hace otra cosa que buscar su centro

Es extraño verlo ir hipnóticamente
de un extremo a otro

Busca la quietud
Por eso se mueve

Se busca a sí mismo
Por eso no se alcanza

a Alberto Abello

De Casa en el aire (2017)

La cena meritoria

El día del juicio
comparecerán todos con sus escudillas
reclamando la porción de la cena que les ha sido prometida

Incluso los injustos
Que somos todos

Incluso los animales
Ellos que siempre fueron la cena

Acaso la infinita Misericordia
decida en ese momento darle al cervatillo la parte del león
Crear una forma meritoria del infierno
donde por el resto de la eternidad se invierta la etiqueta
y los comensales pasen a ocupar el centro de la mesa
el privilegiado lugar de los comidos

He aquí la justa furia del cordero

a Nelson Romero Guzmán

Estética nacional

Corte de franela, corte de corbata, la sonrisa
del payaso, el florero…

Del arte del florero supe
de boca de un desplazado recién venido de las cercanías

de Tiquisio, en el sur

Se cercenan la cabeza y los miembros de la víctima
se introducen partes de estos, como colgantes gajos
en el hueco del tronco bordeado por la clavícula

Así queda dispuesto el cuerpo para exhibición

y escarnio

La lengua es cuidadosamente envuelta en paños

y enterrada

para sustraerla del trato con las moscas
Igual trato ceremonial se le da a la cabeza
para evitarle la contemplación de su propio horror

No sea que luego el muerto cuente la historia

Lengua

Hay algo de tortuoso refinamiento
en el acto de comer la larga lengua de otro animal

La elegancia del plato en que es servida, el adobo

en finas hierbas

la deliciosa conversación de sobremesa

Y en medio de ello la despedazada lengua gritando

con toda su mudez

Habría que imaginarla sangrante y viva sobre la interminable mesa

Alguien, mientras saborea
dice como un cumplido a la anfitriona, este mal chiste:
esta lengua dará mucho que hablar y todos aprueban risueños
menos la lengua que prefiere no decir ni mu

Algunos pueblos prohíben cocer el cabrito

en la leche de su madre

Pero de la larga lengua saboreada por otras lenguas, ¿quién

tendrá misericordia?

¿Qué salto del animal humano
va de esta jovial cena
a la comida tribal alrededor de la enorme lengua-totem
—Ninguno, dirá la enorme lengua-totem. Y yo estaría de acuerdo
Y seguramente gran parte de ustedes lectores que paladean este texto

Ciertamente perro no come perro, pero lengua

sí come lengua

¿Y qué tiene que ver el lenguaje con todo esto?

¿Qué va de la lengua predadora del lagarto,
ágil para atrapar insectos
a la del hombre, casa del ángel de la palabra, origen

de todo canto?

La enorme lengua-totem, sabiamente, prefiere no opinar sobre el asunto

Dicen que la literatura se alimenta de literatura
lo cual parece un hiper-refinamiento del caso
raro modo de canibalismo
impecable, sin una gota de sangre

Por otro lado
se habla de lengua poética
Pero nada poético parece haber en este trozo de vaca degollada

Sin embargo, esta lengua de que hablo habita en este poema
No tiene existencia sino en este poema. Es por tanto

una lengua poética

Y esto, de algún modo, la hace eterna

como la ilustre urna griega de Keats

Esto último, mírese por donde se mire no deja de ser
una solución facilista del poeta
un intento tramposo de redimir sus culpas

La lengua sigue gritando su silencio fuera del poema
Y su grito brama oscuramente por los sordos entresijos

de los comensales

Retorna entonces
como una lengua desde el principio de los tiempos
eternamente enrollándose y desenrollándose sobre sí misma
la pregunta
¿Y de la lengua largamente saboreada por otras lenguas, quién

tendrá misericordia?

Acerca de los organismos unicelulares

Cuando un organismo unicelular se encuentra con otro
el asunto resulta muy simple
No hay código de saludo o protocolos de reconocimiento
Simplemente se miran a la cara y no se ven
Ciegos el uno al otro, asumen que cada cual

es su propio y exclusivo mundo

A menos
que al uno un impulso misterioso le indique
que va llegando la hora de su almuerzo y decida

entonces

que el otro sea el bocado del día

En el caso de los animales pluricelulares, homo sapiens

por ejemplo

el asunto no varía sustancialmente

De la vida

Vivir…qué caso tan extraño
Vivir…y de gracia, además, ser

un ser humano

Con una cabeza grácilmente en picota

expuesta sobre su propio cuello

con manos para poner en orden o desorden cada hebra de cabello
con sombrero para asombrar esa cabeza y sacarla a pasear

bajo los días perros

Un alumno de la universidad en que imparto un curso
lleva el cabello de color amarillo
Qué color más bullicioso el amarillo

Pero él habla tan callando
Como si su animal se hubiera apostado a la entrada de la boca
y devorara las palabras que intentaran salir
¿Qué clase de animal será ese?, me pregunto
¿Será serpiente como el mío?

La otra tarde, al concluir un examen, me entregó la hoja de respuestas
en blanco, con una pregunta:
¿Qué prefiere para alimentar a su serpiente: ratones o pichones de

codorniz?

Así supe que también era serpiente su animal

Vivir… qué cosa más extraña

Él y yo apenas nos saludamos
Pero las dos serpientes se entienden, se entrelazan, se entredanzan
trafican entre sí: escamas, bichos, colmillos, caricias, palabras…
Por eso, creo, mi sombrero decidió mudarse a su cabeza amarilla
Por eso ahora callo tan hablando

Vivir…qué saco tan extraño
cada quien con su serpiente oculta al fondo

Por eso nunca está de más llevar un buen morral repleto

de manzanas

para ir mordizqueando por el camino

El desilusionador

Mi oficio es el de desilusionador
Siempre he desilusionado a algo o a alguien
una piedra, una silla, un vendedor de baratijas

Cuando tenía siete años desilusioné a un pez
que todos los días venía a tomar agua de mi mano
El agua brotaba de mi mano de una manera extraña

Una vez el agua misteriosamente no salió de mi mano y el pez

murió

Me miró con ojos suplicantes y murió.
Creo que era un problema del corazón (el mío no el del pez):
a veces confundía la sangre con el agua y mi sangre era
sedienta
El pez murió de la sed endémica que le producía mi sangre.

En realidad no era un pez, era un vampiro.
He ahí la razón de ser un desilusionador

La gente deposita sus ilusiones en mí
y yo las voy devorando lentamente
Cada día pido más ración de ilusiones
hasta que la persona o la cosa queda sin ellas y yo tampoco

¿Has visto un colibrí devorando una serpiente?
¿Has visto el último pedazo de la cola de la serpiente antes
de que la trague por completo el colibrí?
Entonces has visto el misterio y ya no hay nada más que decir

Espero haber desilusionado suficientemente con este poema

Metafísica de la letra h

Me ocurre
una curiosa dificultad con palabras como orizonte

hermita, horopéndola

Con frecuencia, al intentar escribirlas
la mano se confunde, titubea entre usar la h o ignorarla
Cuando esto ocurre ante circunstantes suelo tomar

el asunto con humor

comento mi duda y ellos entonces ríen y me corrigen

comprensivos o perplejos

Extraño caso la letra h

Es fácil caer en la tentación de compararla con el cero
Pero la h carece de la masa gravitatoria del cero
que es capaz de poner a girar en torno suyo

todo el sistema métrico decimal

y con ello la inestable y misteriosa galaxia de los corredores de arte

el mercado de valores y los agiotistas

Tiene algo
de caminante que ha arqueado la rodilla derecha y detenido
su marcha en el momento mismo de iniciarla

Tiene algo de y puesta bocabajo
Pero, a diferencia de la unitiva y, la h no une nada
Ella es más bien nada
Asechanza de la Nada
Irrupción de la Nada
en la escritura

Una letra que nombra el no ser es más bien

una grieta, una sajadura

una perversión del lenguaje
que señala con su dedo mudo la anomalía

del mundo mudo

O acaso
solo sea callado síntoma
del deseo del alma por habitar el Silencio

El extraviado

Le pedí a la piedra permiso para entrar. Y la piedra me dio posada y entré a la casa de la piedra. Adentro todo estaba ordenado y pulcro. Cada partícula oscilando en su justo lugar en quieto movimiento. Las habitaciones eran vastos espacios hipnóticos, sucesivos, dispuestos según un riguroso centro que nunca llegué a descubrir. Al parecer el centro era la puerta misma, según me sugirió en sueños el espíritu de la piedra

Pero acaso era un orden demasiado enigmático para mí

Le pedí permiso para vivir a la mata de plátano. Di el santo y seña. Y la mata de plátano se abrió con el ya sabido protocolo de las matas de plátano y me dio posada. Aquí todo era acuoso, extrañamente lábil. Los cernidores, las escaleras, las lámparas, las silletas resbalaban en el agua-aire. Aquí permanecí largo tiempo. Aquí me hubiera quedado. Pero siempre estaba el bendito problema de los cortadores de plátano, pues con su apetecido fruto sabiamente pisado y freído se prepara el más sublime de los alimentos sublimes, extrañamente nombrado por estas tierras patacón, y no me resignaba a la idea de que por error alguna porción de mi cuerpo fuera a parar al fondo de una paila

Entonces le pedí permiso a la Gran ballena para entrar y ella me respondió con un coletazo sobre el agua que yo interpreté como afirmativo y entré. Al fondo, en lo que debía ser el vientre del animal, había un viejillo sentado en un banco fumando al lado de un fuego. Creí, por supuesto, que se trataba de Jonás. Pero, no, resultó que era un chamán de una tribu del Amazonas que se había extraviado en su vuelo de regreso y en vez de tornar al interior de una anaconda de hermoso cuello o –mejor, todo cuello ella– vino a recalar en una ballena

Fumaba su tabaco y escupía. A mí esto me pareció un hábito poco higiénico además de desconsiderado con la descomunal anfitriona. De modo que tomé un estropajo que andaba arrinconado por ahí e iba limpiando a medida que él escupía. El estropajo a su vez se la pasaba quejando ante el viejillo de mi desconsideración. Algo se traían esos dos, pero finalmente esto tampoco pude descubrirlo

Durante muchos días nos alimentamos de pequeños crustáceos y capelanes. Al final de los cuales el viejillo como escuchando un imperioso llamado y sin despedirse pidió a gritos parada, parada, farfullando algo entre dientes, mientras jalaba de sus barbas a tan cortés animal y se tiró en volandas como si de un usuario de autobús de la prodigiosa Cartagena de Indias se tratara. Al parecer tenía prisa por ir a predicar en su lengua nativa a los habitantes de Nínive. Por lo cual colegí que no estaba tan descaminado en mi intuición inicial

Heme ahora solo y desvalido en la Gran ballena-canoa. Intenté sentarme en el banco para pensar del viejillo a ver si bajaba algún pensamiento, pero el banco había desaparecido así como el quejoso estropajo

Proseguí, pues, en la Gran anaconda-canoa alimentándome de peces-aluna que mi delirio asaba en fuego-aluna, comía con boca-aluna y expelía por ano-aluna

Proseguí, pues, en la anaconda-canoa y después de varios trasbordos de anaconda en anaconda fui arrojado a orillas del río Apaporis y volví a convertirme en el chamán que alguna vez fuera y había olvidado ser durante un mal trance (el mismo viejillo de los escupitajos, para mayor entendimiento)

Después de estos sucesos quedé sin caminos y con pánico a las alturas, ¿y qué puede ser de un chamán que padece de vértigo y no puede volar y al que no se le abren los caminos de lo invisible?

De Jonás me han llegado borrosas noticias. Parece que tuvo problemas con una palma, con un gusano y con un sol calcinante. Pero, en general, le ha ido muy bien por aquellas lejanías como actor de reparto en una prestigiosa y taquillera superproducción de la imaginación humana llamada Antiguo testamento

Un caso de orientación

Durante mucho tiempo padecí la curiosa idea de que, cualquiera que fuera mi posición, el norte estaba siempre frente de mí. De modo que si miraba hacia arriba, el sol o la luna –según la jornada– estaría en el norte. Si miraba hacia abajo, mis pies estaban en el norte. Si giraba, el norte era sucesivo o caótico.

El sur quedaba siempre a mi espalda

Otro era el punto de vista, cardinalmente opuesto, de mi sombra. Esto fue motivo de arduas e interminables discusiones. Mi mejor astucia consistía en aguardar al mediodía cuando mi sombra casi se desvanecía y su capacidad de argumentación se debilitaba al máximo. Ella se tomaba su revancha con la llegada de la noche

El asunto tomaba giro insospechado durante el sueño. Allí las cosas se transformaban o invertían. Entonces yo era mi sombra y me asombraba escuchar surgir de mi boca los argumentos de mi sombra, y mi sombra hablaba por mi boca

—Fractura irremediable del sujeto, dijo el sicólogo

—Complejo bipolar de pájaro implume, dijo el ornitólogo

—Parálisis de la imaginación, dijo el imaginólogo

—Vaya, mierda de caso, dijo el coprólogo

Por fin, llegamos a un armisticio: mientras yo mirara hacia adelante ella miraría atrás creando un espejismo de convergencia, y viceversa. Así ambos acabamos descubriendo que el norte podía estar en el sur y el sur en el norte. Fue, sin duda, un acuerdo saludable

No exento de una cierta dosis de tortícolis

La promesa

Dos hombres cruzan frente a mí llevando en las manos
brasas de carbón ardiendo
El primero, de aspecto muy flaco, en dirección A–B
El segundo, de aspecto también muy flaco, en dirección B–A

Llevan las brasas en un maltrecho cuenco de cartones

Cruzan frente a mí ciegos uno respecto del otro

Se me ocurre pensar que el primero es una metáfora del poeta
Se me ocurre pensar que el segundo

es también una metáfora del poeta

Si se tratara de una dimensión matemática, me dije
siendo variaciones de una misma metáfora
pero de signo inverso, de direcciones contrarias, al encontrarse
se anularían. Así:
-(A–B) muy flaco + (B–A) también muy flaco = 0 poetas

Pero a lo mejor se trate de una dimensión puramente geométrica
Entonces estaríamos ante un caso similar al de las dos paralelas
que por más que se prolonguen nunca llegan a encontrarse

Los veo dirigirse uno hacia el otro ensimismados en su tarea

La segunda conjetura pareciera ajustarse más a la realidad
Pues las dos metáforas se cruzan sin que nada suceda
Ni estallido de fronteras
ni radiación súbita de la materia, ni combustión espontánea
o algo parecido

En todo caso el destino de las dos metáforas es, al parecer, dos
mesas de venta de fritanga callejera
que se adivinan a la distancia, en posiciones opuestas A y B
donde esperan sendas mujeres provistas de abanicos tejidos de
palma para soplar y encender el fuego

Entonces
el demonio que siempre me acompaña en mis diarios paseos

por los muros de la ciudad

se adelanta a mis conjeturas y afirma:
en efecto –como sospechas
esas gordas mujeres que esperan sentadas sin mayor
impaciencia para soplar y encender el fuego
son la Poesía
pero los dos hombres muy flacos que observas

una y otra vez extraviarán el camino

y nunca llegarán a parte alguna

Y, sin embargo –interrumpo sus anticipaciones
los dos hombres muy flacos no flaquearán en su escuálido
empeño ni la gorda Poesía flaqueará en su gorda paciencia

Y, sin embargo –me anticipo a sus anticipaciones
siempre habrá merodeadores alrededor de esas dos mesas

de fritanga callejera

aguardando una promesa que nadie ha hecho

Y sobre todo
sin embargo
misteriosamente
siempre habrá en el mundo suficientes seres tan ilusorios como
yo o como tú llevando en el cuenco del corazón carbones

encendidos

Mi demonio me mira sonreído y me palmea la espalda mientras
nos acercamos a una de las ilusorias mesas de fritos a comer un par

de ilusorias empanadas

al Señor de Burgos
a Francisco el Benévolo

Inéditos

Argumento falaz

En el movimiento de fuga
la fuerza de resistencia del aire
es exactamente igual, pero de signo contrario al impulso

hacia adelante del salto de la gacela

Por tanto
cautiva de su propio movimiento
la gacela permanecerá suspendida en el aire

Aire súbito que florece, bella durmiente del aire la

gacela

Si las leyes de la física fuesen justas, igual

debería suceder a la jauría que la acosa

Su ansia congelada vería pasar lluvias, pastos, estaciones
Sus colmillos se afilarían ociosos en el aire cortante

Pero no sucede así
La jauría alcanza la gacela y despedaza cada fina hilaza

de su carne

cada sílaba de la palabra que la nombra e intenta retener

su forma

cada línea del poema que la sueña

Vano es tu esfuerzo por salvarla palabrero

Se trata de una antigua gramática de la sangre
por la cual todas las gacelas del mundo
Nunca supe su nombre

siempre serán despedazadas

por todas las jaurías que constituyen el resto del mundo

Así como la inmóvil hierba anudada a la tierra
aguarda el fino belfo de la gacela que la rumiará
sin posibilidad alguna de evitarlo

Estebana y la metáfora

Estebana me cuenta como fue que le quedó torcido el dedo medio del pie derecho
Una vaca consentida de Cheche (su padre), se la pasaba por el rancho como perro por su casa, y estando yo en el tenderete de la cocina tuvo la ocurrencia de venir y plantarme la pezuña trasera sobre el pie
Imagínate 600 kilos de carne sobre el pie. Y se negaba a moverse. Terca por más que la empujaba. Entonces me acordé de lo que le había pasado a Cheche con la tortuga el otro día, y le metí el dedo a la vaca por el ojete y así fue como se movió. Y yo me fui cojeando muerta de la risa…
—¿Y cómo fue lo del Cheche y la tortuga
Nada…que él estaba en el río y se le prendió una tortuga en la pierna y nada que lo soltaba. Entonces se le ocurrió meterle el dedo en el ojo y ahí sí que lo soltó…

En Estebana habría operado un desplazamiento metafórico simple
explica el retórico, mientras conversamos un café
En el caso de Góngora los desplazamientos metafóricos son múltiples y escalonados. Como consecuencia de ello el objeto se va distanciando de la palabra que lo nombra por saltos sucesivos de nivel semántico
Una especie de eclipse del objeto
Los referentes se oscurecen en la medida en que se van iluminando los significantes hasta convertirse el texto en pedrería

De todos modos
conviene aclarar que esta es la versión de Estebana, quien
debo decirlo, es un poco inclinada a la exageración
Faltaría compulsar la versión del Cheche, de la vaca o la tortuga
O del ojo o el ojete
que, a fin de cuentas, no son otra cosa
que momentos intercambiables de una misma metáfora en fuga

del improbable universo

Del sexo entre los ángeles

Hay cierta variedad de ángeles que carece de alas
Se deslizan lentamente sobre sí mismos
Tal es su forma del vuelo

Santo Tomás no hace mención alguna de ellos

en sus jerarquías angélicas

Sin embargo
ciertos pasajes del Aeropagita que permanecen ocultos

a los necios

permiten intuir su existencia

Cuando un ángel de esta especie entra en celo
emite intensas ráfagas de olor
no perceptibles para el ser humano
a partir de 45 unidades de olor (olfs) por metro cúbico
Estas ráfagas se diseminan en ondas de radios cada vez más amplios

hasta hallar el receptor adecuado

El receptor, tomado por este olor no podrá escapar al efluvio
y recorrerá todos las distancias estelares necesarias

para llegar a su emisor

Entonces lo sigue olisqueando
mientras dejan una estela de sus cuerpos reptantes por el camino

Sus cuerpos untuosos se deslizan
construyen un lento camino en el desleimiento de sus vísceras

Forman así una sinuosa línea que trepa al árbol de los nueve cielos
Y el primer ángel elige una de las ramas según el orden angélico

ya dispuesto

y a ella se aferra por uno de los extremos dejando el otro colgante
Y el segundo ángel inicia giros envolventes en torno al primero
Y a medida que se trenzan
los dos ángeles quedan suspendidos de un hilo que resplandece
y emana de sus propios cuerpos

Extraños giróvagos, contorsionistas que copulan en el aire

Luego el primer ángel despliega de su boca un enorme falo
del tamaño de sí mismo
y el segundo ángel duplica el gesto como en espejo
y los dos ángeles prosiguen machihembrándose
O quizá fuera mejor decir
prosiguen tragándose y regurgitándose alternadamente
hasta llegar a una especie de éxtasis
donde los dos cuerpos se retraen hermosos
y se convierten, por un instante, en grácil flor de flujos blancos
antes de desaparecer a los ojos del perplejo observador

Es como espiar a Dios, me digo
Ah, como sorprenderlo en su puro centro mudo

Solo Horror o Belleza podrían nombrar algo así
El purísimo Horror, la espantosa Belleza, me digo
antes de cerrar la ventana del video que acabo de ver en Youtube
titulado De como se la montan las babosas

Una lección de estética

Blasco es un reconocido artista conceptual de la ciudad
Yo soy el anónimo curador de una muestra organizada en los pasillos

de la Facultad de Artes

Entonces llega Blasco con su obra en una pequeña caja

Para instalarla me solicita un banquillo de patas largas
Despliega sobre el banquillo un paño a modo de mantel
Y sobre este la obra: arroz blanco, servido en un plato blanco
—Es un homenaje a Malevich, me dice y se va

Título de la obra: Blanco sobre blanco

Entonces llegó una muchacha muy blanca y se sentó a meditar
en este misterioso koan

Y vino una lagartija y se puso a mirar desde el techo
mientras emitía chasquidos intermitentes

Luego vino un pobre y se quedó contemplando largamente el plato
sin comprender

Por la noche llegaron los ratones y se comieron todo el homenaje a Malevich
como homenaje a Malevich

Al día siguiente el plato blanco relucía de blanco

Y la muchacha seguía dándole vueltas al koan sentada en posición

de flor de loto

Algo más tarde volvió el mismo pobre. Y luego se le unió un segundo pobre
Y luego un tercer pobre y así. Pero la multitud de pobres

era en verdad un solo pobre

El insondable misterio de la Santísima pobredad
Y miraron pobremente sin comprender la minuciosa obra de los ratones

En verdad el plato relucía verdaderamente muy banco

Yo observé muy largo, casi con insolencia, el blanco de los ojos del estómago

de los pobres

Y he aquí que se me reveló el Koan
y comprendí que las verdaderas razones del horror vacui no son estéticas

sino más bien gastronómicas

Entonces me volví presuroso a buscar a la muchacha muy blanca
para revelarle mi revelación

Pero ya, al parecer, ella había decidido que el verdadero koan
no era el título de la obra de Blasco sino el chasquido de la lagartija
y andaba trepada por el techo tratando de intercambiar chasquidos
con el animalejo

En olor de santidad

Conocí un hombre
cuyo lugar en esta vida fue una estación

de gasolina

Lavó carros, engrasó carros, tanqueó carros

Por diversas gasolineras de la ciudad lo vi
siempre con su uniforme y su casco

Hoy ha muerto en olor de gasolina

Para él
la vida solo fue una estación de gasolina

Y su visión del cielo
un domingo sin estación de gasolina

Biografía

Fotografía: Alexánder Urzola

RÓMULO BUSTOS AGUIRRE

Nace en Santa Catalina de Alejandría (1954), en el Caribe colombiano.

En 2004 la Universidad Nacional de Colombia compila su obra poética en el volumen Oración del impuro.

En 2016 el Fondo de Cultura Económica publica su Obra poética reunida bajo el título La pupila incesante.

En 2017 publica su octavo poemario: Casa en el aire (Pre-Textos), y el ensayo Muerte de Dios y poesía Moderna en Colombia. Este último, además de una indagación sobre la poesía en el mundo moderno, es un estudio sobre tres clásicos de la poesía colombiana contemporánea: Héctor Rojas Herazo, Jorge Gaitán Durán y Álvaro Mutis.

Sus más recientes antologías: De moscas y de ángeles (Pontificia Universidad Javeriana, 2018) y Monólogo de Jonás (El Taller Blanco, 2019)

En 1993 le fue otorgado el Premio Nacional de Poesía, concedido por el Instituto Colombiana de Cultura, y en 2019 este mismo Premio Nacional concedido por el Ministerio de Cultura.

Muerte y levitación de la ballena recibió el premio Blas de Otero de la Universidad Complutense de Madrid 2009.

Su obra ha circulado en muestras antológicas, revistas y eventos nacionales e internacionales, así como en traducciones parciales a otros idiomas.

Magíster en Literatura Hispanoamericana por el Instituto Caro y Cuervo. Doctor en Ciencias de las religiones por la Universidad Complutense de Madrid.

Actualmente es profesor de literatura en la Universidad de Cartagena (Colombia), donde dirige la colección El reino Errante Biblioteca de Literatura del Caribe Colombiano y el Taller de Poesía el ala que no cesa.