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Tribulaciones y trabajos de
don José Manuel Restrepo
durante la independencia1


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Prólogo

José Manuel Restrepo, un criollo nacido en Envigado en 1779 en una familia próspera y de consideración, participó en los acontecimientos que llevaron, entre 1810 y 1819, a la creación de la República de Colombia. Se destacó entre los miembros de su generación porque, desde julio de 1819, cuando se enteró de la derrota de los españoles, e influido por la lectura de varios historiadores ingleses, empezó a llevar un Diario Político y Militar, con base en el cual escribió la Historia de la Revolución de la República de Colombia. Escrita por un participante culto y erudito, apoyada en una inmensa colección de documentos recogidos a lo largo de su vida, en la que desempeñó altos cargos en el gobierno de Colombia, y con un afán de imparcialidad que le da un tono propio, esta obra, como lo señaló Germán Colmenares, definió la forma de ver la independencia por parte de los colombianos, incluso de quienes no compartían sus puntos de vista. Su relato fue acogido por la mayoría de los escritores: era la historia de unas luchas heroicas y justas emprendidas por los criollos neogranadinos contra la opresión española, que nos había mantenido en la ignorancia y el atraso, en la que sus pasiones y convicciones los dividieron y los llevaron en varias ocasiones al desastre, como durante los años terribles de la reconquista española, de 1816 a 1819. Sus críticas al federalismo, su visión negativa de Nariño, su aprecio de Bolívar y, en menor grado, de Santander, su juicio moderado pero crítico de España, se aceptaron y fueron la base para las celebraciones “veintejulieras”, aunque otros, desde temprano, manifestaron sus desacuerdos2.

En las páginas siguientes, publicamos una selección del Diario y de algunas de sus obras menos reconocidas. Al fin de su vida escribió una Biografía de José Manuel Restrepo escrita por él mismo, que va hasta 1862, en medio de la revuelta de Tomás Cipriano de Mosquera. Allí se narra cómo, después de estudiar en Bogotá, de escribir la primera geografía de Antioquia, que fue publicada en 1809 en el Semanario del Nuevo Reino de Granada, de participar entre 1810 y 1816 en los diversos gobiernos autónomos de su provincia, decidió fugarse, para evitar posibles represalias de las autoridades españolas, cuando estas ganaron otra vez el control de la provincia, en marzo de 1816. Esta fuga y sus consecuencias están descritas con mayor detalle en el Diario de la Emigración, un manuscrito que se conservó en sus archivos y fue publicado, junto con el Diario Político y Militar, en 1982.

Los lectores pueden seguir en el Diario de la Emigración los incidentes de la vida de Restrepo en 1816 y 1817. En Antioquia. desde agosto de 1810, cuando se formó la Junta Provincial de Gobierno, los criollos organizaron gobiernos autónomos que no tuvieron enfrentamientos serios con los españoles residentes en la región. A diferencia de Bogotá, donde las autoridades españolas, desde 1794, habían entrado en una tensión creciente con los criollos, en Antioquia criollos y españoles notables eran comerciantes de Rionegro, Antioquia y Santafé ligados por vínculos familiares, amigos y casi siempre con una mirada muy similar del mundo. No vivían, como los santafereños, con la preocupación por los empleos públicos, y la provincia llevaba más de medio siglo de prosperidad y crecimiento, apoyados en el trabajo independiente de los mazamorreros que sacaban oro con sus bateas y de los pobladores que empezaban a soñar con colonizar las tierras del Sur o el Norte de la provincia. No tenían una gran población de indios de resguardo, sujeta al poder de los terratenientes, y más bien los preocupaban las amenazas que podían surgir de los abundantes esclavos.

Comerciantes, mineros, y terratenientes parecían obsesionados por mantener la tranquilidad, las condiciones para ampliar sus negocios y su producción de oro. Es probable que por ello hubieran buscado, desde 1810, que la crisis producida por la caída de la monarquía fuera lo menos grave posible. Mientras que en las demás provincias de la Nueva Granada los cabildos secundarios o menores se rebelaron contra sus cabeceras, en Antioquia Santafé, Medellín, Rionegro y Marinilla se esforzaron por mantener una posición común y lograr acuerdos, a pesar de las rivalidades tradicionales existentes y de las grandes diferencias étnicas y culturales de sus poblaciones. Y mientras que en las demás provincias los ideólogos letrados se empeñaron en imponer sus opiniones sobre el mejor gobierno posible, el centralismo o el federalismo, la definición de la ciudadanía, en Antioquia predominó una mirada transaccional, tranquila, en la que trataron de no enfrentarse con Santafé de Bogotá ni dividir la región entre patriotas y realistas, con represalias, expoliaciones o muertes, ni esforzarse por aclarar todas las consecuencias de una visión u otra de la soberanía, la autoridad del rey, la ciudadanía o el pueblo. Aunque lograron buen apoyo para algunas medidas audaces, como la eliminación gradual de la esclavitud, parecían pensar que lo esencial era evitar conflictos para poder seguir haciendo negocios, aprovechar lo que la coyuntura ofrecía y esperar que las cosas no se agravaran demasiado y que las autoridades, republicanas o monárquicas, mantuvieran el orden básico de la sociedad.

Por eso, entre 1810 y 1816 se vivió en paz, y la primera batalla de la independencia fue en marzo de este año, cuando el ejército del español Francisco Warleta derrotó a las escasas tropas locales. Esto explica la reacción indecisa y ambigua de Restrepo en 1816. Primero se fuga, pero ante la posibilidad de evitar represalias se devuelve a Rionegro, se presenta al gobernador español, a quien le habían ya devuelto los recursos fiscales del gobierno autónomo. Aprovecha ante todo de las relaciones de su familia y de su manera ser, poco conflictiva, que le permite mostrarse como cercano a bandos muy diferentes3. Restrepo estaba casado con Mariana Montoya, hija de uno de los comerciantes más ricos de la región. Una hermana de Mariana, por su parte, estaba casada con Pedro Sáenz, el más rico de los comerciantes españoles. Las relaciones familiares forman una trama apretada de comerciantes, mineros, propietarios rurales y muchos curas y abogados en las cuatro poblaciones principales. Estas familias agasajaron a las autoridades de la reconquista que, en un sitio en el que no se cometieron actos de violencia contra los españoles, parecían dispuestas a tratar con benevolencia a los criollos que ocuparon cargos en el gobierno autónomo. El texto del diario muestra los temores y aprensiones de Restrepo, que se siente cómodo con Warleta y se acomoda al siguiente gobernador, Vicente Sánchez Lima, que parece estar interesado ante todo en los recursos y dinero que pueda sacarles a estas familias prepotentes, pero ve con zozobra la llegada de un nuevo gobernador y que le encargó dirigir la reconstrucción del camino de Sonsón a Mariquita, con más de mil trabajadores más o menos forzados. Restrepo, asustado, consigue un pasaporte y se fuga para Kingston, como lo narra en el resto del Diario.

Esta narración se sigue hasta la llegada a Kingston. Restrepo viajó después a Estados Unidos (como lo cuenta en su Autobiografía) y volvió a la Nueva Granada: en 1819, a Cartagena y Rionegro. Los interesados en su viaje a los Estados Unidos y sus apreciaciones sobre este país pueden leer el texto en sus ediciones originales. Viviendo en Rionegro, se entera del triunfo patriota en Boyacá: su perspectiva de criollo tibio se advierte fácilmente en las páginas en las que se alegra de que el gobernador español no abandone la provincia, pues quedaría en manos de revoltosos. Asume, por orden de Bolívar, el gobierno de Antioquia, y seguramente se esfuerza porque no haya represalias contra los españoles y para que otra vez, ahora bajo el gobierno de Bolívar, las familias de los patriarcas antioqueños españoles y criollos, godos y patriotas, vivan en paz. Su participación en el gobierno local, que puede seguirse hasta cuando, en 1821, viaja a Cúcuta, otra vez como representante de su provincia.

Del Diario Político y Militar publicamos los años de 1816-1821, brevemente cubiertos en su autobiografía y con algo de amplitud en los Diarios. Allí puede seguirse, en especial entre 1819 y 1821, el papel de Restrepo como gobernador de la Provincia, en un momento en que debe evitar una posible, aunque improbable, reconquista por parte de los españoles, un peligro que desaparece con los triunfos de José María Córdova en Chorroblanco y otros sitios cercanos en febrero de 1820. El Diario, de todos modos, refleja las incertidumbres que siguieron, en especial en la zona de Popayán y Pasto, y que llenaban de preocupación a los criollos de Antioquia.

Jorge Orlando Melo

Notas

1. Esta selección, para Palabras Rodantes, recoge documentos de cuatro textos de José Manuel Restrepo publicados en Diario Político y Militar: Memorias sobre los sucesos importantes de la época…, Bogotá, Biblioteca de la Presidencia de la República, 1954, 4 vols. y en un quinto volumen publicado en 1957 con el título de Autobiografía: apuntaciones sobre la emigración de 1816 e índices del Diario Político. El editor fue entonces Monseñor José Restrepo Posada, hijo del historiador José María Restrepo Sáenz y tataranieto del historiador. Fuera del Diario Político y Militar, que se publicaba por primera vez, los otros documentos habían sido publicados antes: los Apuntamientos sobre la emigración, que relatan la fuga a Popayán y los trabajos en Sonsón, fueron publicados en 1950 en Hojas de Cultura Popular. La parte relativa al viaje de Rionegro a Kingston (Diario de un emigrado) apareció en la Biblioteca Popular de Jorge Roa, en Bogotá, 1898. La Biografía de José Manuel Restrepo, escrita por él mismo apareció en las Hojas de Cultura Popular, en 1950. Como esta edición busca ante todo divulgar los textos entre los lectores no especialistas, es recomendable que los historiadores recurran a las ediciones anteriores. Nos hemos concentrado en todo lo que se refiere al período 1816 a 1821, cuando se logró la independencia de Antioquia. Esto hace que se omitan partes muy interesantes del “Diario” de Restrepo, en especial los que se refieren a su vida en los Estados Unidos, con sus enfermedades y aventuras. (Nota del Editor).

2. Una visión clásica de la obra de Restrepo la dio Germán Colmenares en “La historia de la revolución, una prisión historiográfica”, Revista de Extensión Cultural, Medellín, 1985. Ver también Jorge Orlando Melo, “la Literatura histórica de la República”, en Manual de Literatura Colombiana, Bogotá, Colcultura, 1988. El estudio más completo de la obra es el de Sergio Mejía, La Revolución en letras. La historia de la revolución de Colombia de José Manuel Restrepo (1781-1863), Bogotá, 2007. La biografía más detallada, que podría ampliarse mucho, es la de Juan Botero Restrepo, Pbro., El Prócer Historiador, Medellín, 1982. Ver también Patricia Cardona Z, José Manuel Restrepo y la Historia de la Independencia, Testimonios y Documentos Araucaria, 2014.

3. Daniel Gutiérrez Ardila, en su artículo “El arrepentimiento de un revolucionario, José Manuel Restrepo en tiempos de la Reconquista (1816-1819)” 2013, ha mostrado hasta donde llegó este en sus esfuerzos por acomodarse a las autoridades españolas, aunque no prueba que haya sobornado a Sánchez Lima, ni que haya negado su apoyo a la declaración de independencia, que había firmado en 1813, cuando era miembro del gobierno de Juan del Corral.


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Parte I

Apuntamientos sobre la emigración que hice en 1816 de la provincia de Antioquia a la de Popayán

La revolución que comenzó en la Nueva Granada en 20 de julio de 1810, cuando se estableció una junta de gobierno en la ciudad de Santafé, había durado con varios sucesos hasta 1816. En el mes de enero de este año se supo que el ejército y escuadra española habían tomado la plaza de Cartagena, mandadas por el general don Pablo Morillo y su segundo, don Pascual Enrile; que don Sebastián de Calzada había derrotado a las tropas independientes mandadas por García Rovira, y que todo anunciaba una próxima terminación de la guerra. Yo me hallaba en Medellín de secretario del gobierno, y vi también que la provincia de Antioquia iba a ser ocupada muy pronto. Así llevé allí a mi mujer e hijo para aguardar el desenlace.

Se pasaron los meses de enero y febrero en la incertidumbre del éxito, cuando en los primeros días de marzo se supo que una división española de infantería y caballería avanzaba de Zaragoza a Remedios. Ninguno podía creer que por aquellos caminos fuera posible que entrara caballería, pero el suceso quitó la duda. El 24 de marzo se supo que la división de tropas de la provincia mandadas por Linares y Malo habían sido derrotadas en La Ceja de Cancán; que habían recibido un terror pánico a la vista de 22 húsares; que no hacían frente, pues huían en el momento. Las acciones fueron el 18, 21 y 22 de marzo; las tropas independientes se retiraron hacia Barbosa, cerrando los caminos para impedir la persecución. Algunos eran de sentir que en Barbosa debía arriesgarse una nueva acción, pero yo siempre juzgué que no se debía exponer a un saqueo el hermoso valle de Medellín, el que sería inevitable después de una acción, que con tropas bisoñas y espantadas era preciso que se perdiese. Además los pueblos se hallaban cansados de la revolución y deseaban que se restableciera el gobierno antiguo, bajo del cual creían descansar. El 29 de marzo casi todos los habitantes de Medellín habían emigrado a los campos y el lugar estaba solitario; por consiguiente el gobierno sin apoyo.

El 26 vino a Medellín el comandante Linares con el capellán de las tropas doctor Céspedes. Dijeron al gobernador revolucionario don Dionisio Tejada que no había que contar con soldados bisoños, y que la división española constaba de 1.500 hombres de infantería y caballería bien disciplinados. En consecuencia aconsejé a Tejada que diera orden para que no se empeñara acción en Barbosa y que las tropas se retiraran. Entonces descansé, por la suerte del valle de Medellín. Tejada resolvió irse con las tropas a la provincia de Popayán, lo que yo jamás creí que se pudiera conseguir.

El 26 fue miércoles, y yo llevé muy temprano a mi mujer y a mi hijo Valentín con mi madre y hermana Nicolasa al Envigado, para que de allí siguieran el 28 a los Titiribíes, a la casa de mi tío Pedro de Restrepo, a donde debían pasar un mes, en tanto que los españoles arreglaban la provincia para que se libertaran de cualquier insulto, que son inevitables, de soldados vencedores. A las 11 de la mañana volví a Medellín.

Jueves 27 de marzo
La ciudad estaba sola, y así los pocos vecinos que habían quedado se juntaron en la casa de moneda, y se hicieron patrullas toda la noche; yo estuve también acuartelado para conservar el orden. Tejada firmó en este día una circular a los cabildos diciéndoles que se retiraba a Popayán. Yo había resuelto irme a Honda por Sonsón a fin de meterme en las montañas de los andaquíes y salir por ellas al río Amazonas. Esta empresa era pintada por algunos como fácil, pero los mapas manifestaban que era difícil; mas no había otra salida. También pensaba seguir a Popayán para juntarme con algunos amigos y tomar la misma ruta atravesando el páramo de Guanacas. Todas mis medidas estaban prontas para semejante viaje.

Disuelto el gobierno y mandadas retirar las tropas, nada me quedaba que hacer sino emprender mi emigración. Salí, pues, de Medellín para el Envigado a las 5 de la tarde. ¡Qué ideas tan melancólicas las que me ocupaban hacía más de un mes! Tener que abandonar mi mujer que se hallaba encinta y con mi pequeño Valentín de dos años; dejar a mis padres, amigos, etc., y quizás para siempre. Hallarme expuesto por opiniones políticas y por los sucesos de la revolución que habían sido inevitables, a morir en un cadalso como un criminal, eran sin duda ideas horriblemente funestas. Sin embargo varias reflexiones me dieron valor y serenidad en tan críticos momentos. “Es preciso que el hombre se muestre impávido a todo lo que es necesario e inevitable”, máxima preciosa de uno de los primeros filósofos del último siglo. […]

Viernes 28 de marzo
Jamás olvidaré este día, uno de los más funestos de mi vida, el que probablemente no tendrá igual. A las 5 de la mañana me despedí de mi esposa, madre, etc. Dejo a cualquiera que ame a su familia la consideración de este momento, viendo a una mujer joven y querida en extremo, que anegada en llanto no puede separarse de mí, y cuyos brazos es preciso desenlazar de mi cuello... Pero corramos un velo a escena tan melancólica.

Yo vi a algunas personas después, y a las 7 de la mañana salí para Rionegro hacia donde antes de amanecer había seguido mi equipaje, que se componía de una carga de baúles, una de petacas, un criado pequeño nombrado Pablo, una mula y un caballo de silla. Hallé la cuesta de Las Palmas muy mala, y hasta la una de la tarde no llegué al principio del Llano de Chachafruto. Llegué a una casa a comer algo y allí me dijeron haber noticias de Rionegro, que habían jurado al rey, que se esperaba una división de tropas españolas aquel día; que todas las personas distinguidas habían emigrado, entre ellas don Sinforoso García, con quien yo pensaba reunirme y quien llevaba mis provisiones. Tales noticias eran inesperadas para mí, pues ignoraba lo que podía haber sido causa de aquellas novedades. Dudé algún tiempo lo que debía hacer, si seguir por La Ceja a juntarme con García o retroceder. Mas conociendo lo que son los pueblos en tales casos, temí que yendo solo me quisieran poner preso para congratularse con el vencedor. Resolví, pues, volver a dormir aquella noche al Envigado y seguir a Popayán por Amagá. Así alquilé un caballo que llevara los baúles, pues la mula estaba fatigada. Yo saqué el dinero que tenía, que eran 800 pesos, y lo puse en el cojinete de mi silla; di orden al criado que precisamente fuera aquella noche al Envigado; monté en la mula y mi negro Pablo siguió conmigo en el caballo. Caminé bien apriesa y a las 5 de la tarde llegué a aquella parroquia.

Busqué un caballo de camino que me sirviera en cualquiera apuro, el que me costó 50 pesos. A las 7 llegó Linares con algunos oficiales y soldados para preparar cuarteles a las demás tropas que dormían aquella noche en Hatoviejo.

Sábado 29
Dormí en la casa de mi padre, y a las 3 y ½ de la mañana monté en el caballo, llevando el criado el otro. Caminé sin novedad hasta las 7 y ½ en que me alcanzó un hombre de Itagüí, el que me dijo que aquella mañana había dormido un rato en su casa el gobernador Tejada con un peón y un mozo dependiente suyo, Abad, y que había seguido por la montaña de San Miguel. Esto me dio cuidado porque juzgué que habría novedad. Tejada pensaba seguir con las tropas para ir más seguro. A las 9 ½ llegué a Amagá y vi allí a mi mujer, madre y hermanos. Les oculté la mayor parte de las cosas que sabía y dije a mi tío que aquella misma tarde debía yo adelantar mis jornadas para ver a Tejada en Santa Bárbara. Busqué una mula más, un buen peón y algunas provisiones de que yo carecía, porque las debía tomar en Rionegro, y a las 3 de la tarde seguí a dormir en el paraje que llaman los Guarcitos. A poco hallé a don Juan Bautista Quintana, de Remedios, y don Juan Muñoz, de Barbosa, con quienes seguí; a las 6 de la tarde arribé a lo de don Joaquín Vásquez en que me vi con dos hijas de doña Micaela Barrientos que habían venido a esconderse allí. Este día fue igualmente penoso y triste para mí, pues tuve que volverme a separar de mi familia.

Domingo 30
Muy temprano monté en mi mula habiendo antes aconsejado a don Juan Muñoz que no emigrara, pues él no tenía mayores comprometimientos. Caminé mucho y a la 1 de la tarde llegué al Guamal cerca de Santa Bárbara para saber si Tejada había pasado, pues allí se unen los caminos de Zabaletas y Amagá. Seguí, pues, a Santa Bárbara y fui a posar a donde un Duque. Aquella parroquia está arruinada del todo. A las 5 de la tarde me alcanzó Quintana y mis baúles.

Las gentes que vinieron de Zabaletas de misa, dijeron que el cura había predicado aquel día sobre la obediencia al rey, y que se había acabado la república. También que se habían embargado en el mismo pueblo varios cajones del gobierno revolucionario, lo que no me agradó, pues por la pintura que me hicieron, conocí que eran los papeles de la secretaría. Don José Ignacio Duque me dijo igualmente que a nadie dejaban pasar por Bufú sin orden del gobierno, así que si yo no la llevaba, que era mejor fuera por Caramanta, y saliera a La Vega de Supía por aquel camino que ya estaba cerrado. Sin embargo Quintana y yo determinamos ir a Arma.

Lunes 31
Muy temprano hicimos ensillar y nos adelantamos dejando atrás el peón de los baúles solo, pues él dijo que era práctico del camino. Mas por precaución llevaba el dinero en el cojinete. El río Buey estaba crecido, sin embargo pasamos a éste y el de Arma sin novedad; tampoco tuvimos alguna hasta Arma, adonde arribamos a las tres de la tarde. Allí supimos que don Sinforoso García y los demás emigrados de Rionegro habían seguido aquella mañana para Bufú. Doña Bárbara Tanco y sus hijos estaban esperando en esta parroquia a su marido, el gobernador Tejada. La hallé en las mayores aflicciones. Todo su equipaje se lo habían dejado cerca del Abejorral; había rumores de estar embargado por las justicias de Rionegro, y ella no tenía un pan qué comer con su numerosa familia. Vino a mi posada bañada en lágrimas, preguntándome sobre todo por su marido a quien juzgaba preso. Yo la consolé diciéndole que yo lo juzgaba muy próximo, pues venía por Zabaletas, y que si allí se oponían a que pasara podría hacerla con una escolta de soldados. Yo verdaderamente creía que así era. Di a aquella desgraciada dama algún dinero y vestuarios, y quedé de enviarle mulas de La Vega para que siguiera y esperara allí a su marido.

Martes 1° de abril
Pasé la noche bien mal, y muy temprano seguí para Bufú. Llegué a las 11 de la mañana. Allí encontré pasando la familia del doctor don Félix de Restrepo, menos a este que se había adelantado a Supía. Hasta las tres de la tarde no concluyeron y entonces lo hice yo sin novedad alguna. Fui a dormir a la hacienda de Moraga. Encontré aquí a don Sinforoso García, don Pedro Carvajal, el presbítero don José Miguel de la Calle y el doctor Lucio de Villa; todos eran muy amigos, y su hallazgo me fue agradable, por una parte, excitándome, por otra, ideas tristes. García me llevaba 700 pesos que me importaba recibir.

Miércoles 2
Partimos por la mañana ya con más tranquilidad, pues no había riesgo de enemigos. Pasamos las célebres minas de Marmato, que se hallan situadas en un cerro elevado, y a las tres de la tarde arribamos a La Vega de Supía. El juez de allí nos dio una casa de las mejores aunque bien mala, pues aquel es un hogar miserable en que todo es caro y nada se encuentra. Se halla puesto en un valle bien húmedo. Don Francisco Javier Vallejo que iba con nosotros, nos sirvió infinito, pues tenía allí conexiones. Ordenamos, pues, nuestras cosas del mejor modo posible para aguardar en aquel lugar algunas noticias de nuestra provincia.

El jueves 3, escribí yo a mi casa y a algunos amigos de Medellín preguntándoles si yo podría volver sin peligro, y cómo habían tratado los españoles a la provincia. Esperaba la contestación cuando más largo dentro de ocho días. Resueltos a pasar en La Vega ocho o diez días, hicimos empotrerar nuestras mulas y ordenamos nuestras cosas. Sin diversión alguna, atribulado el espíritu y viendo a García y Carvajal afligidos en extremo, viví aquellos días muy incómodo.

El miércoles 9 recibió García cartas de Rionegro en que el doctor Montoya, su mujer y amigos le instaban para que se volviera, pues siempre tendría un cargo por la comisión que le había dado Tejada de que llevara a Popayán cosa de 20.000 pesos de plata de iglesias y barras. Le decían que había esperanzas de que sus tropas españolas trataran bien a la provincia. Habiéndome él y Carvajal pedido consejo, se lo di de que se volvieran; pero yo no determiné hacerlo porque nada hablaba mi suegro respecto de mí, lo que sentí, pues lo juzgaba una falta de cariño. En consecuencia resolvieron volverse el siguiente día.

Jueves 10
A las 12 del día siguieron don Sinforoso García, Carvajal y Vallejo para la provincia, llevando consigo los intereses del Estado que Tejada entregó al primero. Temieron que en La Vega se los quisieran quitar; así fue preciso ir armados y resueltos a defenderlos. Yo determiné seguir a Quiebralomo, lugar cercano, con el doctor de Villa y el padre de la Calle. Lo verifiqué a las 2 de la tarde y llegué a las 5.

Viernes 11
Como no habíamos tenido noticia de las tropas que se retiraban hacia Popayán con Linares y Malo, juzgábamos que venían por el camino de Caramanta; supimos también que el capitán Antonio Malo había hecho una muerte cerca de Arma y robado el equipaje de José María Rodríguez. Así, temiendo justamente una suerte igual o que viniera una partida española y nos amarrara, determinamos seguir a Ansermaviejo.

Montamos a las 8 de la mañana, y a las 8 ½ comenzó una lluvia que, unas veces muy fuerte y otras menos, duró todo el día. El camino era muy liso, de pasos malos y lodo, a que añadido el inmenso peso de las ruanas mojadas y el poco alimento nos hizo pasar un día muy incómodo. A las 4 llegamos al pueblo miserable de Quinchía, en donde por lo menos hallamos una buena casa en qué dormir. El temperamento es templado como todo el demás terreno desde La Vega, y si hubiera población, sería muy abundante. Mas en ninguna parte se hallaba qué comer y solo había hambre y miseria, debida principalmente a la langosta que en el año de quince desoló toda la vegetación y siguió hasta más abajo de Antioquia por el Valle del Cauca. Fue esto cosa singular, pues desde 1810 no se conocía allí semejante plaga.

Sábado 12
En este día caminamos sin novedad. Pasamos al mediodía a Villalobos, un trecho de camino en que por cerca de media legua solo se pisa lodo; está para subir al alto del mismo nombre. De él se mira a lo lejos el extenso y hermoso Valle del Cauca, cubierto en algunas partes de bosque y en otras limpio y en sabana. De Villalobos parte el camino que por Chami va para el Chocó. A las 4 de la tarde arribamos a Ansermaviejo, adonde pensábamos esperar noticias de la provincia para resolver si adelantábamos nuestras jornadas a Cartago o no. Anserma es un pequeño lugar de paja, puesto sobre una eminencia a poca distancia del Cauca, que se halla al Oriente. Todos estos terrenos son muy quebrados, lo mismo que los de Antioquia, y el Cauca corre entre rocas y peñascos. Nos alojamos en la casa del cura que estaba sola.

Domingo 13
Este día fue primero de Pascua de Resurrección. El padre de la Calle y doctor de Villa dijeron misa, y su conversación mitigaba algún tanto las penas que sufría nuestro espíritu. Nos hallábamos irresolutos sin saber si debíamos seguir hacia Cartago, que aún distaba siete días, o detenernos. Al fin resolvimos lo último hasta tener noticia de nuestras familias y amigos.

Lunes 14
Pasamos sin novedad hasta la una de la tarde en que me dijeron que un peón me buscaba en una casita inmediata adonde me quería hablar. Fui a donde estaba y hallé que era de La Vega; venía de parte de don Escolástico Marulanda que se hallaba allí de vuelta de Rionegro, adonde lo habíamos enviado Carvajal, García y yo, a saber el estado de las cosas y traernos nuevas de nuestras casas. En efecto lo ejecutó, y yo recibí cartas del doctor Montoya, don José Solís y otros, en que nos decían que los españoles trataban muy bien a la provincia y que hasta entonces no había castigo ni prisión alguna. Vi el bando del comandante don Francisco Warleta, que me pareció benigno y que no anunciaba rigor. En el momento manifesté a mis compañeros tales documentos y entramos en deliberación acerca del partido que debíamos tomar. No tardó mucho tiempo en decidirnos, persuadidos, como lo estábamos, de que toda la Nueva Granada iba a ser subyugada muy pronto, y que con nuestra emigración no hacíamos otra cosa que prolongar un poco nuestras penas, pues al fin los españoles nos habían de coger, y aunque en la provincia de Popayán en nada nos mezcláramos, como pensábamos hacerlo, serían siempre mayores entonces nuestras culpas políticas. Resolvimos, pues, regresar al día siguiente.

Martes 15
Montamos a las 8 y caminamos sin novedad. En Villalobos hallamos al doctor don Félix Restrepo y a su familia que regresaban a Popayán; se habían detenido ocho días en la dormida que hay al lado del norte del río, cuyo nombre no recuerdo, porque su hija había abortado allí. Le dijimos solamente que volvíamos a La Vega. Temiendo las tropas de Linares y Malo no queríamos decir nuestras intenciones, pues nos hubieran robado y tratado como enemigos. Poco más adelante de Villalobos nos llovió, pero tuvimos la fortuna que pasó pronto. El resto del día fue bueno y llegamos a Quinchía temprano. El doctor de Villa era en extremo cobarde para andar a caballo en aquellos caminos.

Miércoles 16
El día amaneció hermoso y la cordillera nevada que se halla sobre Honda estaba descubierta y se veía muy bella. Los nevados heridos por los primeros rayos del sol forman un espectáculo brillante y sublime. En este día encontramos al doctor Céspedes, a varios oficiales y soldados que seguían de La Vega para Popayán. Iban en la mayor miseria, y nos contaron que habían tenido que mantenerse con palmas y otros vegetales en la montaña de Caramanta. Por Santa Bárbara pasaron el Cauca y tomaron aquel camino, temiendo que ya los hubieran cortado los españoles en Bufú. Cuando oí su relación me persuadí más de lo disparatado que era el proyecto mío de salir por los Andaquíes al Amazonas, o de vivir en los bosques. Para este se necesita una educación más fuerte que la que hemos recibido los americanos de alguna comodidad.

A las 3 y ½ llegamos a Quiebralomo en donde vimos a Linares, a Malo y a doña Bárbara Tanco. Nos dijo que estaba resuelta a seguir a Cartago, pues ninguna noticia había tenido de su marido don Dionisio de Tejada. Allí me contaron que con 30 granadinos no se había atrevido a pasar por el pueblo de Zabaletas, adonde unos pocos indios incitados, según se dijo, por el cura Duque, se opusieron a su pasaje. La señora Tanco nos dijo que el comandante español de Arma la había llamado a nombre del coronel Warleta y que ella no quería volver a pesar de que le ofrecían todos los auxilios y seguridad. ¡Qué mal hizo la infeliz! A las 5 llegamos a La Vega el doctor de Villa y yo. El padre de la Calle se quedó en el Guamal y Linares le había persuadido que iba a ser sacrificado por los españoles, por lo cual dijo que no nos acompañaba porque esperaría allí algunos días más. De Quiebralomo al Guamal vinimos discurriendo sobre esto; nos hizo e hicimos reflexiones bien amargas sobre la incertidumbre de nuestra suerte y si seríamos sacrificados. Fueron momentos muy amargos, pero yo estaba entregado a mi suerte y en brazos de la Providencia; así me resolví a sufrir lo que esta hubiera decretado.[…]

Jueves 17
Estuvimos en La Vega hasta el mediodía en que salimos a dormir en Moraga. Nos cogió una pequeña lluvia en los minerales de Marmato que puso el camino intransitable. Estando en una casita recibí cartas de Rionegro y un pasaporte del comandante Warleta; a prevención yo había enviado a Arma por uno del capitán Melián que mandaba allí. Llegamos a Moraga sin novedad, en donde dormimos.

Viernes 18
Salimos a las 8 y caminamos despacio; la noche había sido muy lluviosa de modo que hallamos a la quebrada o pequeño río de Arquía muy crecido e incapaz de poderse vadear. Nuestro compañero Marulanda, que era muy práctico, hizo pasar las sillas y equipaje por un puente de madera que había para los de a pie; las mulas pasaron nadando. En toda esta faena tardamos mucho tiempo. A poco hallamos el peón que habíamos enviado a Arma que volvía con los pasaportes, incluso el del padre de la Calle a quien se lo enviamos a La Vega instándole que se viniera. En Bufú tardamos infinito en pasar, pues el río Cauca es allí muy rápido y solo se pueden llevar tres mulas cada vez. Determinamos dormir allí.

Desde mi subida había observado las fortificaciones que hizo en Bufú don Francisco Caldas cuando en julio de 1813 ocupó la provincia de Popayán don Juan Sámano, general español. Tales fortificaciones costaron a la provincia de Antioquia 10 o 12.000 pesos. Ellas se creían intomables, pero aunque yo no lo entiendo, me parecieron miserables. Son dominadas completamente por un cerrito que hay al lado de La Vega, de donde con artillería podrían destruir a los defensores de otro lado. Cuando yo las vi estaba podrida la fajina de que se componían.

Sábado 19
Hizo esta noche una gran tormenta con una fuerte lluvia, y todavía amaneció lloviendo. El Cauca estaba muy crecido, de modo que todos los prácticos fueron de opinión que era imposible pasar la quebrada de Pácora, que se pasa por su embocadura y por consiguiente la represa del Cauca. Enviamos, pues, a hacer una balsa para pasar el equipaje, y a las 11 montamos. Mucho tiempo se tardó en poner todo del otro lado y al fin lo conseguimos a la una. A esta hora emprendimos subir la larga cuesta de Pácora. Antes de la mitad se cansó mi mula, de tal suerte que ni con la silla podía. Fue preciso caminar a pie mucho tiempo, pues la silla iba en una de carga muy mala. Al fin subimos y a las 5 de la tarde llegamos a Arma. Fuimos a posar a la casa del cura. Inmediatamente nos presentamos al teniente graduado de capitán don F. Melián. Era un joven natural de Valencia en Caracas que nos trató bien. Allí tenía un destacamento de 25 hombres negros de Venezuela, con los que lo habían enviado a perseguir a Tejada, Linares y Malo; pero sabiendo que los dos últimos tenían consigo como 60 hombres, había pedido refuerzo y no se atrevía a pasar a La Vega. En Bufú no había más que paisanos destacados.

Domingo 20
Este día 10 pasamos en Arma. Supe que don Narciso Estrada me había embargado dos mulas, que a mi subida dejé a un mozo de allí para que me las cuidara. Era como bienes de emigrado. Melián mandó que me las entregaran y me llevaron 11 pesos por los pocos días que las tuvieron.

Lunes 21
Salimos a las 8 y a las 11 llegamos al río de Arma por el camino que sigue al Abejorral. Estaba crecido y lo pasamos en una pequeña balsa. Del lado de Abejorral el camino estaba perdido o derrumbado, por lo cual fue necesario buscar otro paso para las mulas y cargas. Conseguimos al fin que pasaran sin mojarse. Comimos a la orilla del río en que hay mucho calor y mosco, y a las 12 emprendimos subir la media cuesta que llaman. La fortuna es que en lo bajo hay bosque. Es una de las más largas que he visto, y hasta las 5 de la tarde no llegamos a la cima que es tierra muy fría. Dormimos en la Aguada.

Martes 22
Todavía subimos más y el camino es por la cima de la cordillera. A las 8 encontramos un oficial negro y algunos soldados de las tropas del rey, que iban para Arma. A las 12 arribamos al Abejorral. Es una parroquia nueva de paja y en un pequeño valle frío. Estaba sin gente. Posamos en una misma casa con el padre de la Calle, que desde el domingo nos había alcanzado en Arma, resuelto a sufrir la misma suerte que nos cupiera a nosotros. Deseábamos bestias de refresco pero nos fue imposible encontrarlas.

Miércoles 23
Este día fuimos a dormir a Piedras; el camino estaba lleno de lodo y en extremo pesado, pero no nos llovió.

Jueves 24
Salimos temprano con ánimo de llegar a Rionegro en aquel día. Marulanda, nuestro compañero a quien debimos mil atenciones, nos dio en Piedras caballos de refresco; así a las 12 llegamos a La Ceja. Marulanda se quedó en su casa. Nosotros comimos allí; no íbamos sin cuidado, pues supimos en Piedras que habían depuesto a los alcaldes don Pedro Arango y don Ignacio Gutiérrez por una pequeña falta, y los habían puesto a trabajar con una cadena. Esto y el hallarse embargados los bienes del doctor de Villa y padre de la Calle, aunque no los míos, nos daba idea que los españoles no serían muy benignos. En los llanos de La Ceja encontramos 150 peones que iban a abrir el camino de Sonsón a Mariquita, bajo la dirección de don Manuel Antonio Jaramillo y don Salvador de Isaza.

A las 5 de la tarde arribamos al Rionegro, cuyos puentes estaban caídos por las crecientes del sábado 19, que fueron generales. Don Sinforoso García y don Félix de Isaza estaban comisionados para levantarIos. El río se pasaba por balsa. A las 5 y ½ llegué a mi casa, ocupada entonces por García y su familia. Toda la del doctor Montoya, que yo siempre tengo por mía, tuvo el mayor placer de mi regreso. Me dijeron tantas cosas y contaron anécdotas del coronel Warleta, de modo que depuse mis temores y creí de buena fe que la revolución había tenido un feliz desenlace, y que nada había que temer. A las 6 y ½ me presenté a dicho comandante y me dijo que fuera a descansar a mi casa. Lo mismo dijo al doctor de Villa y padre de la Calle, a quienes mandó desembargar sus bienes. Dormí, pues, con alguna tranquilidad aquella noche, después de dos meses que hacía pasaba la vida más amarga. Mi mujer estaba para llegar a Rionegro, pues sus padres habían enviado a Amagá por ella.

En mi emigración tardé veintisiete días y me costó cerca de trescientos pesos, pasándolo siempre miserablemente. Cuando emigré estaba firmemente persuadido que el comandante de las tropas españolas era el coronel Morales, de Venezuela, cuya crueldad es bien conocida. De lo contrario me hubiera escondido en una montaña y aun hubiera capitulado con los españoles, lo que sin duda habría sido lo mejor en el estado en que se hallaba la Nueva Granada. Hasta el día en que recibí en Ansermaviejo el bando de Warleta no supe quién era el comandante.

Viernes 25
En este día presenté a Warleta el título de juez de diezmos de la provincia, que me había extendido el gobierno revolucionario. Me mandó continuara en el empleo hasta nueva orden.

Los sucesos posteriores a esta época me demostraron que eran muy justos los temores que traía acerca de mi suerte, cuando regresaba de la emigración. Y que mi tranquilidad los primeros días era sin fundamento. Pero jamás me pesará el no haber continuado mi emigración hasta la provincia de Popayán. Entonces sin duda me envía Warleta a Santafé, en donde el general Morillo me habría fusilado. Lo mismo me sucede si como pensaba sigo de Rionegro por Sonsón a Honda. Me coge aquí la revolución que hubo, y sufro la misma suerte. En circunstancias tan críticas como el desenlace de una revolución, el menor suceso tiene consecuencias que aturden. Mis resoluciones en aquella época siempre fueron las mejores que podía tomar, pues aunque hice un viaje que fue inútil, debí hacerlo hallándome en la inteligencia de que Morales era el comandante español. Debo, pues, dar siempre gracias a la Providencia que me salvó de tantos peligros.

Kingston, de Jamaica, mayo 9 de 1818.

Parte II

Diario del viaje que hice de la ciudad de Rionegro en la provincia de Antioquia a Kingston en la isla de Jamaica. Año de 1816.

Habiendo las armas del rey de España ocupado la Nueva Granada en mayo de 1816, después de una revolución de seis años, todos los hombres que habían figurado en ella fueron sepultados en los calabozos. El 5 de julio comenzó el degüello, por don Antonio Villavicencio, y le fueron sucediendo todos los demás jefes de la revolución, de modo que Santafé, la capital, y todas las demás provincias tuvieron que vestirse de luto, y murieron en un patíbulo, con la ignominia de criminales, hombres en quienes todo el mundo respetaba la virtud y la ciencia. ¡Funestas consecuencias de las discordias civiles!

Desde el 25 de abril en que regresé a Rionegro de la emigración que había emprendido hacia la provincia de Popayán el 28 de marzo en que a consecuencia de la derrota que sufrieron las tropas de Antioquia en La Ceja de Cancán se disolvió el gobierno revolucionario, había pasado momentos bien amargos. Es cierto que por un favor especial de la Providencia la provincia de Antioquia no vio las escenas de sangre y desolación que las demás de la Nueva Granada; el coronel don Francisco Warleta, jefe de la división española que la ocupó, sin embargo de la aspereza de su carácter y de las órdenes de los generales Morillo y Enrile, no quiso enviar ningunos de sus habitantes al cuartel general, sin embargo de que se le remitieron listas de los que se juzgaban más criminales entre los revolucionarios. La misma conducta observó don Vicente Sánchez de Lima, a la cual debo sin duda el no haber muerto fusilado. Según los empleos que obtuve en la revolución, si voy al cuartel general de Santafé me habría tocado una suerte tan desgraciada. Allí murieron hombres que figuraron menos que yo.

Persuadido de semejantes ideas pasé los meses de julio y agosto en las mayores ansiedades, esperando por momentos el que me pusieran preso. Una de las cosas que me daba mayor cuidado era el que en Santafé se seguía la causa de don Dionisio Tejada, último gobernador revolucionario de Antioquia, de quien yo había sido secretario; debía temer justamente que se me complicara en algo.

Me hallaba en tales circunstancias, cuando en 20 de agosto me comunicó el gobernador Lima la orden de que siguiera a Sonsón a dirigir el nuevo camino que se estaba abriendo de esta parroquia a la ciudad de Mariquita. El gobernador me decía que era por orden de don Pascual Enrile, jefe del estado mayor general del ejército expedicionario, y las palabras con que se expresaba me hacían algún honor a pesar de contener la frase de que “estuviera en el camino hasta su conclusión, sin permitirme que me separara por motivo alguno”.

El 22 de agosto partí para aquel destino un poco tranquilizado, creyendo que los generales españoles se habrían hecho el cargo de castigarme manteniéndome en aquel desierto. Yo conseguí con más de mil hombres el romper el camino en 21 de septiembre, en que se unió con el de Honda y Mariquita. Hallándome cerca de esta me envió a llamar don Miguel Fresno, un teniente coronel de húsares que venía con varias comisiones del señor Morillo, entre ellas la de inspeccionar el nuevo camino para Sonsón. Estuve inquieto aquel día pero me presenté al mencionado oficial que era joven y me trató bien. Habiéndome hecho algunas observaciones y preguntas sobre el nuevo camino, me dejó volver a él. En Mariquita estuve dos horas, y allí supe que las muertes y los suplicios continuaban en Santafé; que ya habían muerto Tejada, Dávila y la mayor parte de mis amigos.

Afligido mi corazón e inquieto más que nunca sobre mi suerte, me volví al camino. A mi regreso hallé defectos gravísimos en lo abierto, los que era preciso enmendar. Mas los peones se me desertaban, no había víveres con qué mantenerlos y los puentes sobre los ríos Moro y Miel estaban difíciles. Yo me fijé en la mitad del camino que es en el Moro; mi compañero don Manuel Antonio Jaramillo iba a los puntos en que se necesitaba dar órdenes, etc. Mi vida era llena de cuidados, de trabajo y de incomodidades, pues comía muy mal y estaba viviendo en un rancho miserable. Con todo, la idea de que aquel destierro era probablemente el castigo que me daban los españoles, me hacía llevaderos mis trabajos.

Me hallaba en tal situación apurando que se construyera el puente de río Moro, cuando el 6 de octubre me dicen unos peones que llegaron del río Miel, que atrás venía un coronel español que decía estar nombrado de gobernador de Antioquia por el señor Morillo y que llegaría al siguiente día muy temprano. Un nombramiento tan repentino quitando al señor Lima me dio mucho cuidado. Se me fijó la idea de que enviaba el general a semejante gobernador para que hiciera las prisiones y remisión de reos a Santafé que no habían verificado los señores Lima y Warleta.

En efecto, el 7 muy temprano llegó el nuevo gobernador al río Moro. Yo fui a recibirlo y me habló con un ceño que no era para tranquilizarme. Sin embargo en la conversación me pareció mejor y me dijo algunas expresiones que calmaron en parte mi agitación, pues me indicaban que yo permanecería abriendo aquel camino. Se llamaba don Sebastián Díaz, teniente coronel de ingenieros, joven de veinticinco a treinta años.

Allí permanecí lleno de amargura con tantas ideas fúnebres que me ocurrían acerca de los suplicios de Santafé, hasta que a los ocho días supe que el señor Lima se había denegado a entregar el mando a Díaz, sin primero consultar al virrey de quien también dependía. Semejante noticia me llenó de gusto lo mismo que a toda la provincia consternada con la venida del nuevo gobernador. Lima estaba empeñado en que sus habitantes no padecieran tanto como el resto del reino.

El 15 de octubre me hallaba en río Moro cuando recibí orden del señor Lima para que dejando el camino bajo la dirección de don Manuel Antonio Jaramillo me presentara en Medellín a dar cuenta de mi comisión. Si al mismo tiempo no hubiera recibido otra carta de mi mujer doña Mariana Montoya, en que me decía no tuviera cuidado por aquella orden, me habría sorprendido algún poco, juzgando ser otra cosa. El 16 emprendí mi marcha para Rionegro. En cuatro días llegué a Sonsón con un tiempo muy malo; allí me detuve el domingo 20 y el 22 llegué a mi casa de Rionegro, a los dos meses completos que faltaba de ella.

Estando el gobernador Lima ausente, no me detuve más que la noche y el 23 llegué a Medellín. Bajando la cuesta de Santa Elena me puse a meditar la situación crítica en que me hallaba, si volvía al camino de Sonsón, sobre todo si se recibía de gobernador don Sebastián Díaz el que era muy probable trajera instrucciones de enviarme a Santafé. Yo me hallaba persuadido que perecía en un cadalso si caía en manos del señor Morillo. No porque yo hubiera cometido algún crimen en la revolución, sino por mis opiniones políticas.

Con tales pensamientos vi claramente que yo no podía estar seguro en el camino de Sonsón ni en la provincia, y que lo mejor era salir cuanto antes de ella. El señor Lima me había dicho desde el mes de agosto que estuve en Antioquia, que tenía orden del general Enrile de hacerme levantar un mapa muy exacto de la provincia. Se me ocurrió decirle que estando ya casi concluído el camino de Sonsón yo quería emplearme en la otra comisión de levantar el mapa, comenzando por el Cauca, desde Cáceres hasta Nechí. Consiguiendo esto me podría ir a Cartagena a presentarme al virrey quien yo sabía que estaba más benigno que Morillo. Esto en el caso de que se recibiera Díaz.

Luego que llegué a Medellín consulté mi proyecto con varios amigos, los que lo aprobaron y me dijeron que el mismo Díaz había dicho que mi padre y yo éramos los primeros que debían ponerse presos con más de 40 de los vecinos principales de la provincia. Con tal noticia me afirmé más en mis designios de venirme a Cartagena. En efecto hablé al gobernador Lima y convino en darme la comisión que yo pedía. Yo le di cuenta del estado del camino de Sonsón y aprobó mis procedimientos, lo mismo que algunos proyectos que le propuse para su conclusión.

Sabiendo que mi padre debía ser víctima del gobierno de Díaz, le hice un peón a su mina del Cauca llamándolo para que habláramos. Como debía tardar cuatro o seis días, permanecí encerrado en mi casa de Medellín hasta el lunes 28 de octubre, en que a las 6 de la mañana fui a ver a mi padre en la otra banda en casa de mi tío don José Antonio Restrepo. Este fue uno de los momentos más amargos de mi vida, al ver a mi anciano padre lleno de las más sencillas virtudes, amenazado a los sesenta años, de ser conducido a un calabozo como un criminal. iAh!, ¡qué cosa tan horrible! Y esto por hombres que se juzgan humanos ...

Tuve que revestirme de toda la firmeza de alma para salir de aquel lance con alguna serenidad. Allí convinimos en que nos vendríamos a Cartagena lo más pronto que fuera posible, sobre todo si don Sebastián Díaz tomaba el mando, y que si yo no me detenía en Yarumal lo esperaría en Cáceres.

El mismo lunes 28 de octubre seguí yo a Rionegro para arreglar mis negocios, quedando el señor Lima de que me enviaría cuanto antes la comisión. Allí impuse a mi esposa de los designios que tenía, que ella no pudo menos que aprobar porque iba mi seguridad. Como se pasaron tres días sin venir la comisión, tuve que despachar un extraordinario a Antioquia, a donde había seguido el gobernador; a los seis días no había regresado el peón y yo pasé aquel tiempo en las mayores agitaciones. La idea de separarme de mi familia acaso para siempre dejándola con poco dinero y expuesta a mil miserias, afligía mi corazón, principalmente hallándose mi mujer muy próxima a parir; pero mi seguridad era sobre todo y el libertarme de las humillaciones que muchos españoles querían hacerme sufrir.

Ya me hallaba resuelto a seguir para Cartagena, aun sin pasaporte, cuando el 8 de noviembre lo recibí. En él se decía que se me comisionaba para levantar un plano del Cauca y que después entrara por el Atrato, y que levantara otro igual de este río. Podía irme a Cartagena sin que nadie pudiera impedirlo.

Como yo estaba pronto, salí el 9 a las cuatro de la mañana. Una multitud de ideas, las más tristes, se agolparon en aquellos momentos para afligir mi corazón, pero yo resistí con toda la fuerza que un hombre deba manifestar en semejantes casos. Tomé el camino de Guarne para salir a Hatogrande; a las 4 de la tarde hice alto para dormir al pie de la cuesta del Zarzal en una casa pequeña de un pobre.

Allí estaba durmiendo para seguir a Yarumal el día siguiente, cuando a las 2 de la mañana tocan a la puerta y preguntan si yo me hallaba en aquella casa. Dije que sí y entró un peón de Rionegro con una carta de mi esposa incluyéndome otra de don Rafael Caro que se hallaba de secretario del gobernador, diciéndome que este me aguardaba sin falta en Medellín el 1°, que era el siguiente día domingo. Semejante orden no dejó de sorprenderme y sentí mucho que se me detuviera mi viaje. Mas habiendo meditado la materia me resolví ir a Medellín cumpliendo con la orden del jefe.

A las 6 de la mañana del 10 de noviembre hice ensillar mi mula, y dejando mi equipaje en la misma casa seguí a Medellín con el peón que vino de Rionegro. A las 9 llegué y todavía el gobernador no había arribado de Antioquia. En el camino hallé a don Manuel Puerta, el que me manifestó una proclama del señor Lima en que decía a los pueblos de la provincia que eran falsos los rumores que se habían esparcido, de que el coronel Díaz iba a hacer prisiones en ella. Que el general en jefe era muy piadoso y que no derramaría la sangre de sus moradores. Como yo le había oído lo contrario en conversación familiar, no pude combinar lo uno con lo otro.

Luego que estuve en Medellín hice llamar a mi tío el doctor Vélez, y habiéndome dicho que había llegado el correo de Santafé le supliqué fuera a inquirir las noticias que hubiera traído, lo mismo que cuál era el objeto de la venida del gobernador Lima que había sido tan repentina. A poco tiempo regresó y me dijo que se aseguraba, había orden terminante del señor Morillo para que en el momento se entregara el mando a Díaz y que Lima fuera preso a Santafé. Entonces inferí que el llamamiento que este me había hecho era para tenerme seguro y que el sucesor me atrapara; me persuadí aún más, recordando la proclama que en el camino me mostró Puerta, pues en ella veía afirmadas por Lima cosas absolutamente contrarias a lo que él había dicho a todo el mundo. Su menor expresión era “de que Díaz venía a destruír y saquear la provincia, que a él lo quitaba el general Morillo porque no había hecho lo uno ni lo otro”.

Mi situación entonces fue muy crítica. Si veía al gobernador me exponía a que me sacrificara. Si huía hacia Yarumal era probable que Lima me hiciera perseguir y aprehender, por no haber cumplido con su orden de verlo en Medellín. Al fin, meditando los inconvenientes de uno y otro partido, determiné seguir en el acto para Yarumal, pues haciendo esto podía ser que escapara, y quedándome estaba seguro de que me prenderían. Todas estas reflexiones las hice delante de mi madre que traspasaba mi corazón de amargura, cuando yo la veía que estaba en vísperas de perder a un esposo y a un hijo querido. Este momento del cual pendía mi existencia es uno de los más críticos que he tenido en mi vida. A las 12 del día monté en la misma mula en que había venido, y dejé a mi madre que manifestó bastante firmeza de alma.

Para hacer mi viaje menos sospechoso me dirigí a la otra banda del río, y por el Pedregal salí a Hatoviejo. Apuré mucho la mula que se me cansó, y llegué a Hatogrande a las 4 de la tarde, a la misma casa en que dormí la noche anterior, y en donde estaba mi equipaje.

Día 11
En el camino determiné hacerlo volver a Rionegro y decir que iba a una comisión de cortos días, llevando poca ropa para ir más ligero. En efecto, lo arreglé todo y escribí a mi casa. Quería seguir a las 6 de la tarde, pero me persuadieron era mejor esperar a las 11 o 12 en que había luna, pues la cuesta tenía pasos malos en que arriesgaba a caerme en la obscuridad. Me pareció bien el consejo y descansé algo entretanto porque me hallaba estropeado de la mula.

Monté a las 12 de la noche llevando un peón de Rionegro llamado Pascual García con una mula de carga, otra de silla y yo en un excelente caballo. La luna prestaba la claridad suficiente para caminar, y subimos la cuesta del Zarzal sin novedad alguna. En el alto hice montar al arriero en mi mula de silla y seguimos a galope. A las 8 almorcé en Riogrande y a las 11½ pasé por Santa Rosa. De aquí para adelante las bestias iban ya estropeadas y caminaban menos. En Vallecito me cogió una fuerte lluvia y el camino se puso muy malo. A las 5 llegué a la casa de los llanos de Cuivá, en donde me detuve a hacer noche con ánimo de seguir a la una de la mañana. Siempre temía que viniera una orden del juez de Yarumal para que me detuviera el viaje.

Día 12
En el lugar en que dormí, que es la única casa que hay en aquel páramo, hace mucho frío; sin embargo, dormí hasta la 1 de la mañana, en que salió la luna, y a las 2 monté en el mismo caballo que el día anterior. La mañana estaba clara en el llano, pero luego que entré al monte se obscureció con la sombra de los árboles. El camino es malo y así no pude caminar bastante hasta que fue de día. Entonces apuré siguiendo solo y dejando atrás el peón que me acompañaba. A las 7 de la mañana llegué a la casa de mi hermano don José María Restrepo, en el lugar que llaman Santa Juana, una legua de Yarumal.

Estaba en el sitio y en el momento le envié a llamar en compañía de mi cuñado Manuel Carrasquilla. En efecto vinieron y les expuse la situación en que me hallaba con la necesidad de seguir el día siguiente para Cáceres, antes que el gobierno me hiciera detener. Allí les dije que nuestro padre haría lo mismo dentro de pocos días. Tal entrevista fue tierna; ella nos arrancó mutuamente lágrimas, tributo debido a la naturaleza en tales circunstancias. Acordamos varias precauciones para frustrar cualquiera orden que viniera del gobierno y que se dirigiera a detenerme. Mi cuñado fue a buscar los peones, víveres, etc., para seguir el día siguiente, y yo determiné permanecer en Santa Juana hasta la noche. A las 6 fui al Sitio y dormí en casa de mi hermana Sacramento. Todo estuvo pronto para madrugar, y eternamente viviré agradecido a mis hermanos que me sirvieron perfectamente en aquellas circunstancias. Supe que ninguna orden había del gobierno y arreglé las cosas para que no me perjudicara cualquiera que viniera después.

Miércoles 13
A las 4 de la mañana salí llevando un peón carguero con mi ropa; dos con comida y otro para que me cargara en los lugares en que no pudiera ir a caballo y un criado. Mi hermano José María me dio dos bestias de silla que debían conducirme hasta la mitad del camino. Este se hallaba recién abierto y bastante malo, principalmente por el lodo que había hasta el pequeño río San Julián. Todo lo pasé a caballo y fui a dormir a la tolda de piedras blancas habiendo hecho una jornada muy larga, pues sin contar las demoras caminé diez y media horas. Tuve alguna inquietud por un peón que este día vimos venir en nuestro alcance, pero resultó ser uno enviado por mi hermano para que volviera con las bestias. El me dijo también de un pliego que llevaba del gobierno uno de mis peones dirigido al capitán aguerra de Cáceres; yo lo pedí para entregarlo, pues me importaba mucho porque podía ser la orden para detenerme.

Jueves 14
Madrugué y me puse en camino a las 5 de la mañana; a poco trecho el camino tuvo ya pedazos que no estaban abiertos y otros muy malos, y en cinco horas llegué a la quebrada de Medialuna que es un río no caudaloso. Hay una cuesta inmensa para bajar de la tolda en que dormí, y casi toda ella estaba sin abrir y solo había camino de a pie. Yo pretendí pasar un macho y llevármelo hasta cerca de Cáceres a fin de ir a caballo algunos trechos, pero no se pudo conseguir porque la quebrada había crecido y no tenía paso de bestia; así, de aquí se devolvieron las caballerías.

Los de a pie fuimos a buscar un puente que hay arriba del camino real y pasamos a las 11 y ½, En la orilla comí y no habiendo silleta para cargarme dejé a dos peones que la hicieran de la madera seca de un rancho y yo emprendí subir la cuesta de Medialuna a pie. Siendo un país caliente a la mitad del día y la subida muy empinada me fatigué infinito, pues tampoco me hallaba acostumbrado a semejantes marchas; sin embargo en dos horas y media me puse en el alto de Corcovado, tierra fresca en que descansé y tomé alguna cosa de comida. Yo iba descalzo, únicamente con alpargates que me quité en muchos pedazos de la cuesta porque me maltrataban mucho el pie. De Corcovado a Buenavista tardé otras dos horas y media todavía a pie, en cuyas cinco horas caminé una jornada de peones con tercios. Toda la planta de los pies y principalmente la de los dedos llegó ampollada.

Día 15 viernes
Dormí en un rancho bastante bien y a las 5 y ½ salí llevando un peón que me cargara solamente a trechos, y para descansar cuando estuviera fatigado. El camino de Buenavista para adelante es bastante llano, por lo cual yo podía caminar bien. En cuatro horas estuve en la quebrada Ancha en donde almorcé. Al cabo de otras tres llegué a la ranchería de las ricas minas del Raudal; allí supe que podía embarcarme y llegar a Cáceres el mismo día; yo lo deseaba infinito, pues no me consideraba seguro hasta que no me viera río abajo. Me detuve unos pocos momentos, y caminando tres horas más llegué a las cuatro de la tarde a la estancia de San Pantaleón que se halla sobre el Cauca que es navegable, aunque hay algunos peligros. Tuve la fortuna de hallar una barquetica que con un boga que servía de piloto me dijeron era bastante para llevarme a Cáceres aquella noche, con mi criado y equipaje. Así, después de haber despedido los peones que me trajeron de Yarumal y escrito a mis hermanos, me embarqué a las 5 de la tarde.

El Cauca es allí muy rápido y corre hasta muy abajo entre rocas, lo que hace bastante peligrosa su navegación. Sin embargo, entregado a la Providencia ningún cuidado tenía y mi ánimo se tranquilizó un poco de las agitaciones que había padecido en todo el viaje, temiendo a cada momento que me alcanzara alguna orden o peón del gobierno. Pero yo no habría vuelto sino compelido por la fuerza. Además los peones que llevaba eran muy prácticos de aquellas montañas, y extraviándome del camino habría salido al Cauca abajo de Cáceres y embarcádome en él; si me hubieran perseguido estaba seguro que mis hermanos me lo habrían avisado.

La barqueta, que era de a tres, bajó rápidamente, y antes de anochecer salí felizmente de los peligros. El piloto era muy práctico. A las 7 llegué a Cáceres, después de dos horas de navegación.

Llevando un pasaporte y orden del gobierno para que se me dieran todos los auxilios necesarios me dirigí a la casa del capitán aguerra don Tomás Doval. Le manifesté mi comisión y la obedeció diciéndome que al día siguiente podía seguir, pues yo le dije que me importaba mucho ir cuanto antes hasta la boca de Nechí.

El primer objeto de mi viaje fue de ir a presentarme en Cartagena al virrey con el designio de libertarme de que me llevaran a Santafé. Mas en el camino había pensado sobre la materia y visto que era mejor, si podía, irme a Jamaica para vivir allí en tranquilidad. En la casa de Doval encontré a don José María Carrasquilla que venía de Cartagena, e informándome con él me dijo que en aquella plaza no había oportunidad para pasar a Jamaica porque los barcos eran muy raros, y que a Santa Marta venían buques todos los días. Con el pretexto de comercio dije que me iría a la última plaza. Mi pensamiento fue hacer públicamente mi viaje y aun presentarme al gobernador diciendo que iba después a Cartagena para trasladarme al Atrato cumpliendo mi comisión. Entretanto pensaba hacer esfuerzos por conseguir pasaporte a Jamaica y quedarme en esta isla. Semejante plan tenía evidentemente muchos defectos.

Antes de pasar adelante en mi diario diré alguna cosa del camino de Yarumal a Cáceres. El es corto según consta del mi diario y tiene las mayores ventajas para todo el norte de la provincia, a excepción de las cuestas de San Julián y Medialuna; el resto del camino es bastante igual por sobre una cuchilla larguísima; de ella se descubren las abras del Nechí, Anorí, etc., tan ricas en oro. Las tierras por donde pasa este camino son estériles, por lo general, hasta la quebrada de Medialuna; de aquí hasta el Cauca son excelentes y ordinariamente cálidas o templadas. Desde la estancia de San Pantaleón a Cáceres hay dos días por tierra sin abrir el camino, pero abierto quedará de uno por terrenos llanos y muy fértiles. Sin embargo, no habiendo en Yarumal recuas de mulas tardará mucho tiempo en hacerse por esta vía un comercio extenso.

Sábado 16
Dormí en casa de Doval y por la mañana escribí para mi casa y mis hermanos encargándose Carrasquilla de las cartas. Como yo no tenía confianza en este, nada dije a mi mujer acerca de mi viaje a Santa Marta. A las 10 de la mañana me embarqué con mi criado en una barqueta de dos bogas buenos. Bajé muy rápidamente el Cauca, que de Cáceres para abajo no tiene peligros, aunque será un poco difícil para subirlo por la mucha corriente. Dije a los bogas que al día siguiente habíamos de pasar antes de amanecer por la boca de Nechí, en donde yo temía que no quisieran dejarme pasar, pues el gobernador podía haber comunicado alguna orden para el efecto. Era difícil pero yo quería caminar con seguridad. Por este motivo navegué todo el día hasta las 9 de la noche en que llegué a dormir en la estancia que llaman Cascajo. Esta parte del Cauca es bastante despoblada.

Domingo 17
A las 2 y ½ de la mañana en que salió la luna, levanté los bogas y a las 3 nos embarcamos. Los hice bogar mucho porque aún estaba lejos la boca de Nechí, por donde pasé a los 3/4 para las 6. Ninguno vio mi barqueta, pues, en este pueblo que se halla arruinado, todos estaban durmiendo. Fui a almorzar al Bejucal, tres horas y media de navegación más abajo. De pasada vi el cerro de Santa Lucía a donde en tiempo de la patria don Diego Salazar y otros dijeron que habían hecho fortificaciones, cuya ridiculez palpé entonces. Desde la boca de Nechí las márgenes del Cauca están llenas de platanares y estancias bastante bellas, y en ambos márgenes se ven los terrenos más feraces. Del Bejucal hasta frente del cerro que llaman el Corcovado, en donde acaba casi sobre el Cauca la cordillera de Quindío, gasté cuatro horas treinta y seis minutos. Una hora de navegación más arriba comienza la división del Cauca en los caños de Perico y de Mojana; bajando, este se halla a la izquierda, y aquel que yo seguí, a la derecha. A las 6 de la tarde arribé al pueblo de Nechí. En él me detuve una hora, y los bogas creyeron mejor navegar toda la noche, que estaba hermosa. El río por allí, hasta su boca, parece una ciénaga y no hay el menor peligro. Yo convine, y habiendo puesto dentro de la barqueta mi toldillo para defenderme del mosquito, que era inmenso, me acosté y dormí a las 8. Serían las 11 cuando el ruido de una tormenta con fuerte viento y lluvia me despertó. La pequeña tolda que llevaba la barqueta consistía en una ruana de hilo y un encerado encima. A poco un golpe de viento se llevó el encerado, que no estaba asegurado bien, y solo quedó la ruana. El agua pasó, pues, y en pocos momentos nada me quedó seco. La noche era horriblemente obscura, de modo que los bogas nada veían e ignoraban en dónde se hallaban. Si continuábamos había peligro de que el viento volteara la barqueta. Al fin con un relámpago vieron el puerto de una estancia en que desembarcaron, mas yo no lo quise hacer porque la lluvia era muy fuerte y nada adelantaba sin ropa con qué dormir. En la casa no abrieron la puerta a los bogas y el mosco los echó otra vez a la barqueta. Estando un poco más claro continuamos la navegación, pero la tempestad no cesó hasta las 4 de la mañana. Yo pasé toda la noche sentado, sin nada seco en mi cuerpo, si no es el reloj que me puse en el pecho. A esto se añadía que había innumerables mosquitos que no me dejaban salir del toldillo. Esta acaso es la peor noche que he pasado en toda mi vida.

Lunes 18
Al fin amaneció un día hermoso y a las 6 y ½ arribé a una estancia para ponerme ropa seca y comer algo. A las 8 y ½ seguí mi navegación sin novedad alguna. Observé que desde la separación de los caños de Perico y Mojana hasta que vuelven a unirse gasté diez y nueve y media horas de navegación, de modo que la isla de Majagual que forman es muy larga y fértil. En las márgenes del Cauca, que tienen excelentes pastos mezclados con bosques, se ven muchas haciendas de ganados y caballos, sin duda son muy difíciles para recoger y pastorear. A las 4 de la tarde llegamos a Magangué, tardando dos horas y un cuarto desde la boca de Mojana. Yo traía cartas de recomendación para un caballero de Magangué llamado don Jerónimo; este me hospedó en su casa y me ofreció lo que necesitara.

Martes 19
En este día sabiendo que había una piragua que debía seguir para Santa Marta al otro, o a los dos días, busqué pasaje en ella con el objeto de ir más cómodo, y de que no me costara tanto el viaje. El de Cáceres a Magangué me había costado 331 pesos. Yo me hallaba escaso de dinero y era preciso economía.

El 20 supe que el señor Enrile venía de Santafé para Cartagena y que estaba llegando a Mompós. Esta noticia me afirmó en mi resolución de ir a Santa Marta. El había mandado que yo permaneciera en el camino de Sansón hasta que se concluyera, y si me veía en Cartagena era probable que diera al virrey malos informes de mí, y acaso me hiciera prender. También supe el general Morillo había salido o estaba para salir de Santafé para Venezuela. En este día llegó de Mompós un oficial español llamado Zapata a coger bogas; tomó dos de la piragua en que yo debía salir y los prendió para llevárselos; tal acaecimiento impidió nuestra partida aquel día. Ya me ha pesado no haber seguido en una barqueta pequeña con dos bogas; deteniéndome en Magangué arriesgo a que si envían de la provincia una requisitoria por mí, puedan alcanzarme. En este día envié al capitán aguerra de Cáceres una carta del gobernador Lima que un peón me recomendó y yo había olvidado temiendo fuera para detenerme.

Jueves 21
En este día el dueño de la piragua consiguió que le soltaran los bogas, pero siendo tarde ya no se pudo emprender el viaje, que se dejó para el día siguiente. El capitán aguerra puso el pase a mi comisión o pasaporte.

Viernes 22
Después de las 10 fue que conseguí que saliera la piragua. En ella iban de pasajeros un tal Noriega, mulato rico de Magangué, con dos dependientes suyos; la barqueta iba de cuenta del primero que me dio pasaje por 12 pesos hasta la Ciénaga. En tres y un cuarto horas salimos a la boca de Tacaloa, en donde se juntan el Cauca y Magdalena, formando un río muy hermoso. Las aguas son mansas sin que haya algún peligro.

Antes de pasar adelante diré algo sobre Magangué, lo que se me había olvidado. Este es un lugar casi todo de paja, como de 2 a 3.000 habitantes. Se halla situado a la orilla occidental del Cauca, y solo tiene dos largas calles sobre el río. Su aspecto anuncia que va arruinándose. La última guerra entre Santa Marta y Cartagena le ha causado muchos daños.

Sábado 23
Ninguna novedad tuvimos en la navegación y rodamos toda la noche. A las 10 llegamos a Barranca, un pueblo que solo presenta ruinas causadas por la última guerra. Allí nos presentamos al corregidor Ibargiien, un español del ejército del señor Morillo. Yo temía que pusiera algún obstáculo en dar el pase a mi pasaporte por ser una comisión para levantar mapa, pero no hubo novedad. A Noriega sí lo detuvo por unas cargas de tabaco que llevaba para Santa Marta, sin embargo de que traían sus correspondientes guías. Así nos detuvimos entretanto que hizo las diligencias oportunas, pero no pudo conseguir el desembargo hasta las 2 de la tarde, en que continuamos nuestro viaje. Le costó a Noriega dar al corregidor 150 pesos para que le dejara llevar el tabaco; estos son los gajes de semejantes jueces. A las 8 de la noche pasamos por el cerro de San Antonio tan célebre en la última guerra; guardamos mucho silencio para que el resguardo no nos hiciera arrimar y nos detuviera.

Domingo 24
Rodamos toda la noche sin novedad alguna y amanecimos cerca de Soledad, lugar de la provincia de Cartagena. Se entra a él por un caño y ciénagas que lo rodean. Nosotros fuimos para oír misa y almorzar allí. Nos entretuvimos en esto y cuando menos pensamos había pasado la misa, cuyos toques no oímos. Yo paseé el lugar, que es grande, con buenas casas de teja y de paja. A las 11 volvimos a continuar la navegación; a la 1 comimos en la mitad del caño Clarín, y a las 3 salimos a la primera ciénaga. Es hermosa, aunque poco profunda, pues toda ella se navega con palancas o latas. Aquí oí por la primera vez el ruido majestuoso de las olas del mar que se estrellaban en la ribera. La cercanía de este elemento me excitó más el deseo de asegurar mi libertad pasándome a una isla extranjera.

Lunes 25
Dormimos en la ciénaga en donde hay una multitud inmensa de mosquitos; yo me metía en mi toldo y el calor me dejaba dormir poco. Toda la noche estuvimos amarrados en un mismo lugar. La ciénaga en lo interior se compone de muchos caños en que hay infinita yerba que baja principalmente del Cauca a donde entra de la quebrada de Raya y de otras ciénagas interiores; la llaman Tarura; ella vegeta y anda siempre flotante sobre el agua. Algunas veces se agolpa a la entrada de los caños, de modo que es preciso cortarla a machete para que entren las barquetas. A las 6 de la mañana entramos a Caño Sucio que es muy estrecho y en donde aún se miran restos de las estacadas y palizadas que hicieron los de Santa Marta para defenderse de las fuerzas sutiles de Cartagena. A las 9 de la mañana salimos a la gran ciénaga que por algunas partes hace horizonte, pero con todo es muy poco profunda y se navega a lata; su agua es salada y abunda mucho en pescado. Aquí vi por la primera vez algunos botes navegando a la vela. A las 3 de la tarde hizo un fuerte viento; las aguas se encresparon y la ciénaga o más bien lago de Santa Marta hacía olas bastante elevadas, las que al fin se aplacaron. A las 5 de la tarde pasamos al frente de la barra y vi las olas y extensión de la mar. Espectáculo grandioso que no puede menos que hacer una fuerte impresión en el alma. Sobre todo el ruido de las olas que fuertemente se estrellan contra las costas de Santa Marta y que se oye como truenos distantes, no puede menos que ser sublime. De paso vi la célebre salina de la Ciénaga que para este pueblo es muy rica, y llegamos a Pueblo Viejo, punto a donde solo llegan los barcos que arriban de lo interior a las 5 de la tarde. Allí había un pequeño destacamento mandado por un sargento. habiéndole presentado nuestros pasaportes nos mandó regresar dentro de media hora; lo ejecutamos así y ya les había puesto el pase.

Habiendo fletado una barqueta salimos embarcados para el pueblo de San Juan de la Sabana. Se va por un caño que pasamos en tres cuartos de hora llevando con nosotros nuestros equipajes. Desembarcamos cerca del pueblo mencionado, y en un cuarto de hora más llegamos a él a las 8 de la noche.

Noriega y los demás compañeros tenían allí conocimiento y me dijeron que aquella misma noche debíamos seguir en caballos para llegar amaneciendo a Santa Marta, a fin de libertamos del sol. Yo convine y salimos a buscar las bestias; el pueblo es rico y se halla en la mitad de una sabana. Tiene bastantes casas y algunas hermosas; parece que tendrá mil habitantes. Allí reside un comandante militar que debía inspeccionar nuestros pasaportes. Habiendo hallado las bestias fuimos a presentarlos a las 9 de la noche; no lo hallamos y volvimos un cuarto de hora después y ya estaba en su casa. Luego que vio mi nombre me dijo si yo le conocía; contesté que juzgaba era don J. Meléndez a quien yo había visto en Santafé cuando estudiaba; era el mismo y me hizo unos tantos cumplimientos.

Habiendo observado mi pasaporte me dijo que aquel no era bastante para ir a Santa Marta, pues solo era una comisión para levantar un mapa del Cauca, con otras varias cosas que añadió dando a entender que había malicia. Yo le contesté que debiendo yo seguir al Atrato debía ir a Cartagena o Santa Marta, y que teniendo negocios en la última plaza me había sido indispensable ir a ella. Mas ni esto ni el manifestarle que deseaba seguir con mis compañeros valió para que pusiera el pase; dijo que necesitaba pensarlo y que volviera al siguiente día a las 8.

Nada me agradó esto y deseando irme aquella noche, volví a las 10 a suplicar de nuevo a Meléndez que me pusiera el pase; luego que llegué me avisó haberlo verificado con la cláusula: “Pase por lo que respecta a esta comandancia”. Desde la primera vez me había contado sus padecimientos cuando estuvo prisionero de los patriotas en Cartagena. Acaso debí el pase a que supo era yo concuñado de don Pedro Sáenz, quien le hizo mucho beneficio en aquella época. Me despedí dándole las gracias.

Día 26 martes
A las 12 ½ de la noche montamos para seguir a Santa Marta; al cuarto de hora pasamos por Papares a donde en 1813 fueron derrotadas las tropas de Cartagena muriendo su comandante Chatillón. El camino es por la orilla de la mar y hay que pasar algunas puntas de cuchilla que se avanzan hasta la ribera. Habiéndome apeado a las 2 para descansar un poco, cuando volví a montar la mula en que venía se espantó, derribó a un criado que yo traía a la grupa y se escapó derribándome las ruanas que había sobre la silla; ella echó a correr adelante de nosotros, y en más de una hora caminé a pie; al fin la cogieron los compañeros; el criado, que era un indio de la Ciénaga, renegaba como un condenado y no estaba en calma. Pasamos dos puntos fortificados por los samarios para defenderse de Cartagena, y a las 6 de la mañana llegué al pequeño pueblo de Gaira; tiene un río muy lindo, unas pocas casas de paja y buen temperamento. Tuve que detenerme porque la bestia que traía los baúles se había atrasado. De allí seguí, y en el alto de Gaira un destacamento inspeccionó mi pasaporte, sin que hubiera novedad.

El pasaje del comandante Meléndez en la Sabana me había dado inquietud acerca del modo con que me recibiría el gobernador de Santa Marta. Así determiné ver primero a un amigo que se hallaba en dicha ciudad. A las 7 de la mañana llegué a ella y fui a apearme a la casa en que iba a posar mi compañero de viaje Noriega. Mi ánimo era llamar a mi amigo don P. S. para que me dijera si me presentaba al gobernador o no. En efecto envié con mi criado a decir que viniera, pero se hallaba dormido e indispuesto, y no le dieron el recado. Vino su negro a la casa y me dijo que fuera yo a donde su amo. Atolondradamente asentí y este paso pudo costarme caro según se verá. Al entrar me vio un criado del español D. R. Yo sorprendí a mi amigo S. que me juzgaba muy lejos. Pasada la primera sorpresa, me preguntó cómo había venido. Le mostré mi pasaporte, le dije el pasaje con Meléndez, comandante de la Ciénaga, y le expresé mi ánimo de presentarme al gobernador a ver si conseguía pasaporte para Jamaica, pues me consideraba en peligro de la vida en la Nueva Granada; él lo conocía acaso más que yo, y me dijo que él era de opinión que no me debía presentar al jefe, pues aborrecía mucho a los que habían tenido parte en la revolución; que sabía haberle llegado órdenes que no dejara embarcar a ninguno que supiera había sido insurgente aun cuando trajera pasaporte del mismo general Morilla. Habiendo consultado con un amigo suyo, resolvieron que yo debía permanecer escondido, en tanto salía para Jamaica un barco inglés que debía hacerse a la vela dentro de tres días. En efecto, un vecino de Santa Marta me buscó una casa y a las 11 me trasladé a ella, pues yo era desconocido. El amo dijo a su madre y una hermana que yo venía de Magangué y era de Cáceres, recomendado por un conocido suyo. Me hice enfermo por lo que pudiera acontecer, y me encerré en un cuarto independiente de la casa. Habiendo yo venido con tanta publicidad temía que el comandante Meléndez diera cuenta de mi pasada, o también el destacamento de Gaira. Me daba igualmente cuidado el que me hubiera visto el esclavo del español R., que me aborrecía por acaecimientos de la revolución. Sin embargo, resignado a todo, permanecí tranquilo. Mi equipaje que apenas era un baúl con mi cama y 6 camisas, me lo recogió S., y dio sus disposiciones para que nada faltara al criado que yo traje de Yarumal.

Miércoles 27
Ninguna novedad hubo en este día; me vieron dos o tres de los que había en Santa Marta, de mis conocidos de la provincia, y que eran de confianza de S. El 28 salía un barco para Francia y S. me dijo que si quería irme en él y evitar los riesgos que pudiera haber en la demora. Yo no me resolví, por ser a tanta distancia de mi familia y creer que no tardaría el buque para Jamaica. S. dio algunos pasos para que si el comandante Meléndez no había avisado al gobernador de Porras, no le dijera nada de mi pasada por la Ciénaga. Yo me ocupé en leer el poema de los Incas, de Marmantel.

Jueves 28
Pasé la noche bien. En este día temiendo que el español R. diera algún denuncio de que S. sabía estar yo en Santa Marta, se le hizo hablar por A. L. Se mostró muy enemigo mío vertiendo expresiones que lo manifestaban, y que era el mayor sacrificio que podía hacer a la amistad de S. La fortuna fue que necesitaba a este para sacar sus ropas bien despachadas de la aduana. De lo contrario es tan infame, que no dudo me habría denunciado. El español J. F. O. se portó mejor: me fue a ver e hizo ofrecimientos que ignoro si eran sinceros.

Viernes 29
Hasta las 11 de la mañana pasé bien. A esta hora vino a mi casa S. y me dijo que acababa de saber que el gobernador había enviado a preguntar quién era “el doctor don José Manuel Restrepo”. El comerciante que fue interrogado contestó que era de Antioquia, en donde me hallaba. En consecuencia se tomaron precauciones para escaparme al campo, si me buscaban, aunque era difícil descubrir la casa. En el mismo día supimos que el comandante Meléndez decía al gobernador haber yo pasado por allí, y que sin embargo de conocerme por insurgente, como iba a presentarme a él me había dejado pasar. iQué mal hice en presentarme a Meléndez y en ir a casa de S. dejándome ver del criado de R.! Si me mantengo en la casa adonde me apié y aguardo allí a S., no habría estado expuesto a que este pícaro me denunciara. Ambos pasos fueron de atolondramiento inexcusable, y que provinieron de no pensar yo estar escondido en Santa Marta, lo que también era un disparate. Mi amigo S. pasó un día muy inquieto y dio varios pasos para evitar cualquiera pesquisa. ¡Ah! ¡Jamás olvidaré yo un tan vivo interés como el que manifestó por mí! El buque no debía salir hasta el día siguiente al mediodía.

Sábado 30
Pasé la noche inquieto acerca del éxito de mi empresa. S. me había dado 400 pesos y algunas otras cosas que me faltaban, encargándose también de costear mi criado para que regresara a la provincia. Habíamos determinado que yo me embarcara a las 2 de la tarde vestido de marinero, a cuyo efecto me trajeron ropa, y que otro vendría a acompañarme. Se habló con el capitán, que estuvo de acuerdo. Llegó la hora sin haber más novedad respecto del gobernador, y se dijo que pasara la visita del barco por si acaso me hacía buscar a bordo. En la tarde no hizo viento alguno para salir del puerto, y por este motivo resolvió hacerse a la vela a las 6 de la tarde, como pensaba, sino a las mismas horas de la mañana siguiente.

A las 7 de la noche vino a mi casa un marinero que hablaba español, pero no pude salir hasta las 8 porque una visita se puso a conversar en el zaguán. Al fin salí con mi traje de chaqueta, y en un solar inmediato me puse una camisa colorada de bayeta y un calzón azul de lo mismo, todo bien sucio y asqueroso. El marinero me dijo que a todo lo que hablara respondiera ies, para hacer creer que yo era inglés. Así llegamos a la playa y nos embarcamos en un bote para llegar a bordo del bergantín goleta Lord-Rodney. El capitán me recibió muy bien y mandó que me pusieran una hamaca sobre cubierta para dormir aquella noche. Había el peligro de que el gobernador enviara a las 11 o 12 de la noche a registrar el barco a fin de ver si yo estaba allí, por lo cual me quedé con el mismo vestido, y a las 9 me tendí en la hamaca. Yo me hallaba agitado, pues si venían a buscarme era difícil escapar; así no pude dormir. En efecto, a las 11 de la noche sentí venir un bote y oí uno echando ajos porque no le arrojaban un cable para subir. En el momento creí que era un oficial. Lo mismo se persuadieron el capitán y el contramaestre. Este vino a donde mí y me llevó a esconder al lugar en donde duermen los marineros, cosa muy mal pensada, pues habían de registrar allí. A poco lo pensaron mejor y me hicieron mezclar con los marineros que comenzaron a gritar como que estaban tirando un cable; a pocos minutos me dijeron que ya se habían ido; solo registraron la cámara; eran paisanos, según me dijeron, los que buscaban a un muchacho.

Me volví a acostar, continuando mi agitación. A las 12 y ½ sentí venir otro bote, que me puso igualmente en cuidado, aunque salí pronto de él, pues eran dos pasajeros que iban para Jamaica en el mismo barco. El resto de la noche lo pasé sin dormir, porque en semejante situación no podía tener reposo.

Domingo 1° de diciembre
A las 4 ½ comenzaron a moverse los marineros para salir, lo que yo anhelaba infinito, pero tardaron mucho en levantar el ancla y demás maniobras, de modo que llegaron las 6, sin que el barco se hubiera hecho a la vela. A cada momento corría el riesgo de un nuevo registro; así le envié a decir al capitán que no hablaba español, que saliera pronto según había prometido; efectivamente a pocos minutos lo verificó con un buen viento.

Aún había el peligro de que al salir de las baterías del morro hubiera algún registro, por lo cual no me podía contar seguro hasta que no estuviera en alta mar. Como aquella costa es de mar muy brava, y yo me bajé al lugar de los marineros que hiede mucho, a pocos minutos estuve mareado con ansias y fatigas mortales, de modo que no pude gustar el placer de haber salido felizmente del morro. A la media hora subí a la cubierta para ver si me aliviaba, pero no tardó mucho en venir una ola que me mojó completamente. Entonces el marinero que me había acompañado para embarcarme, y que se llamaba John Enríquez, me bajó a la cámara y el capitán me dio su camarote. Hasta entonces había estado con la camisa y calzones de marinero. El resto del día lo pasé muy mal, sin poderme levantar ni comer, pues todo lo trasbocaba. La noche fue igualmente mala. […]

Martes 3
Amanecí bastante mejorado del mareo. El viento continúa siendo bueno. Hoy he hablado con dos pasajeros vecinos de Santa Marta y criollos, que van para Jamaica; con ninguno de ellos he querido descubrirme. El buque va cargado de caballos que le dan pésimo olor; va también una mulata francesa y cuatro negras. El capitán me trata y atiende muy bien.

Miércoles 4
A las 6 de la mañana tenemos a la vista las montañas de Jamaica, en las cercanías de Punta Morante. La calma es profunda y nada avanzamos; ella continuó toda la mañana, de modo que no pudimos llegar a Puerto Real, hasta las 3 y ½ de la tarde. La costa de la isla nada ofreció a mi vista que fuera particular. En Puerto Real pasaron las visitas del buque por los oficiales de la aduana, de la marina y del fuerte, sin que hubiera novedad. A las 4 y ½ me junté con los dos pasajeros, de los cuales el principal llamaba don Pedro Lafaurie, y luego que estuvimos en la bahía nos fuimos a tierra en un bote. Yo salté con mi chaqueta y un sombrero de paja. El compañero me enseñó la casa de don José Iglesias, a donde juzgaba que vivían don Francisco y don Juan Antonio Montoya, mis hermanos políticos que se hallaban en Kingston. Yo me complacía de la sorpresa que les iba a dar, pues no tenían la menor idea de mi venida. A donde Iglesias supe que no vivían allí, pero hallé a don Carlos Calvo, que me fue a llevar.

Juan Antonio estaba en el balcón, y me conoció cuando iba llegando. En el momento gritó: Restrepo, y bajó a encontrarme con Pacho. Entonces sentí gusto por la primera vez, después de diez meses de continuas agitaciones, y mi venida fue agradable en extremo a todos, pues me juzgaban preso en Santafé. Allí también vivía don Joaquín Mosquera, amigo mío. Aquella noche dormí con la mayor tranquilidad, seguro ya de que me pusieran en un calabozo cuando menos lo pensara, y me trataran como a un criminal. Es cierto que me era muy doloroso estar separado de mi familia, pero ella puede ahora vivir segura de que algún día me verá salvo y libre de riesgos. Desde el día 9, que salí de mi casa hasta el día que llegué, han corrido veinticinco días, que es un viaje pronto. He sido tan feliz que en el viaje no tuve un dolor de cabeza.

Diciembre 5
[…] Resolví hacer un viaje a los Estados Unidos, con el objeto de fortificar mi salud debilitada, conocer aquel bello país, y aprender algo que sea útil. Mi cuñado Pacho Montoya había resuelto ir conmigo, pero al fin sus negocios no se lo permitieron. Yo ajusté mi pasaje en el bergantín inglés Blucher, que me dijeron salía en 19 de junio, pero de día en día se difirió la salida hasta el 20, lo que me incomodó infinito. Mi viaje está detallado en el Diario de un viaje que hice de Kingston de Jamaica a New York en los Estados Unidos.

Parte III

Diario Político y Militar

Memorias sobre los sucesos importantes de la época para servir a la Historia de la Revolución de Colombia y de la Nueva Granada, desde 1819 para adelante.

Advertencia
Desde julio de 1819 emprendí llevar por escrito algunos ligeros apuntamientos sobre los sucesos políticos de nuestra gloriosa revolución por la independencia. Estos apuntes fueron al principio muy diminutos y reducidos casi enteramente a conservar las fechas en que acaecían algunos sucesos importantes, especialmente los militares. Poco a poco los fui extendiendo de modo que después no omití suceso alguno que en mi concepto tuviera importancia, lo que he observado en la mayor parte de estos apuntamientos.

Como en ellos daba yo lugar a todas las noticias probables que corrían, ha sucedido que algunas resultaban después o falsas o inexactas. Por consiguiente no todo lo escrito en este Diario se debe tener como cierto, pero a lo menos eran las noticias que circulaban en la respectiva época como verdaderas.

He procurado ser imparcial y exacto en este Diario escrito y corregido hasta el 31 de diciembre de 1856. Puede ser que en algunos sucesos no lo haya conseguido, sin embargo de que recientemente he visto y corregido de nuevo los borradores hasta el 31 de diciembre de 1834, en que termina el primer tomo.

Constante he sido en escribir este Diario, formado cuando más tarde cada dos meses, siempre que no estábamos en revolución o que los sucesos no exigían por su naturaleza que inmediatamente se escribiera su relación. Espero continuar el mismo sistema hasta que la Providencia tenga a bien, o privarme de la salud, o llevarme al sepulcro. Naturalmente mis días deben ser cortos, contando ya 75 años, aunque gozo de buena salud.

Bogotá, 5 de enero de 1857.

Año de 1819
Julio 28
Hacía días que corrían noticias sordas y de origen incierto que Bolívar, el general independiente de Venezuela, se hallaba en Guadualito con una división respetable de tropas destinadas contra el Nuevo Reino de Granada. Mas todo hombre sensato las juzgaba inciertas. Sin embargo en el correo de esta fecha se han confirmado por cartas imparciales que dicen ha pasado ya la cordillera de los Llanos de Casanare, y que, en el pueblo de Gámeza, cerca de Tunja, empeñó una acción con las tropas reales, teniendo Bolívar 2.200 hombres. Aseguran que fue batido en aquella acción con pérdida de 180 hombres y que lo acompañan los jefes Donato Pérez, Soublette, Santander, Anzoátegui y otros. También se ha dicho de Páez, pero es incierto. Algunos aseguran que Bolívar trae 4.000 hombres, otros que más, otros que menos; lo cierto no se sabe. Se nos dice que la división de tropas reales mandada por el coronel Barreiro y que está en Tunja, llega a 4.000 hombres, y que Santafé absolutamente nada tiene qué temer de las tropas independientes.

Agosto 8
Pasamos estos diez días sin noticia alguna, y viendo que no venía extraordinario alguno al gobierno, creímos que no había novedad. Llegó el correo de Santafé y nada más trajo sino que Bolívar con su ejército estaba en Santa Rosa cerca de Tunja, y que el ejército real ocupaba esta ciudad. Con fecha 29 de julio escriben de Santafé que aguardaban de un día a otro la noticia de la acción que debía darse el 26 o 27, y que estaban fortificando la ciudad. Esto nos indica que no hay superioridad de parte de las tropas reales, y que la expedición de Bolívar no es solamente una locura suya como la caracterizan los realistas, sino un ejército organizado. Se dice que no vienen tropas inglesas en él.

Es un misterio cómo ha dejado Bolívar a Venezuela: si no está conquistada, ¿cómo deja un flanco tan inmenso como el que hay desde Cúcuta a Guayana? ¿qué fuerzas lo cubren? ¿cuáles lo defienden del señor Morillo? Si estuviera conquistada, ya se supiera, cuando por Jamaica se han recibido cartas de Valencia que llegan hasta mayo, y nada se dice en ellas. Acaso Bolívar se ha aprovechado de las inundaciones de los Llanos del Orinoco para venir a atacar la Nueva Granada, ahora que el señor Morillo no puede avanzar sobre Guayana. Tampoco se sabe de este general, pues el mismo gobernador de la provincia, don Carlos Tolrá, ha dicho que hace seis meses nada se sabe de él.

Agosto 11
En este día se hicieron en Rionegro las honras de la reina de España. Después de ellas pasó para Medellín un extraordinario de Santafé, el que nos dejó llenos de cuidado, esperando alguna gran novedad.

Agosto 15
En este día han venido varios de Medellín, los que debían saber el contenido del extraordinario que pasó el 11, y de otro que aseguran pasó el 13; pero el gobernador nada ha dicho, ni en Medellín se ha traslucido; así es evidente que no trajo noticias favorables al gobierno y tememos una catástrofe en Santafé, de la que acaso se seguirán al Reino males inmensos.8

A las 4 de la tarde recibió un vecino que tenía intereses en Juntas y Nare, una carta de aquí fecha 11, a las 7 de la noche, en que le dicen que acababan de llegar los españoles que venían huyendo de Santafé, que estaba perdida, y que el virrey se hallaba ya en Honda. Al mismo tiempo pasó para el gobernador un pliego urgente que se conoció ser el sobre de don Antonio María Santamaría y la marquilla de Nare. Esto se traslució en el momento en el público; pero la otra carta se tuvo oculta, temiendo al gobernador [Carlos] Tolrá, que es capaz de quitar la cabeza a cualquiera que esparza una noticia infausta a las armas reales.

Agosto 16
Esta noche fue agitada, especialmente para mi familia, por ignorarse la suerte de don Pedro Sáenz, español, que se hallaba en Santafé. A las 9:30 de la mañana llegó de Medellín el oficial Llinás y dijo que el gobernador Tolrá pensaba abandonar la provincia e irse con su tropa, porque no era bastante para defenderla; que él iba para Nare a adquirir noticias del virrey, cuyas órdenes esperaba el gobernador. Los comprometidos en la anterior revolución, en cuyo número me cuento, tuvimos temores con la venida de Llinás, pues al principio creímos que su comisión era ejecutar algunas prisiones. El gobernador había dicho repetidas veces que en un peligro degollaba a todos los sospechosos y ponía presos a otros, mas parece que se ha llenado de terror, y si se duerme un poco, creo que no pueda salir. Dicen que emigran con él todos los españoles y algunos americanos realistas. A las 12 salió Llinás para Juntas, y entonces descansamos los comprometidos, pues parece que el gobernador no se atreverá a hacer violencia alguna antes de salir de la provincia.

A las 6 de la tarde se dijo que en Quito hubo revolución y que el presidente estaba en Popayán, emigrado. No sé el fundamento que tenga esta noticia, aunque ha venido correo de Popayán y hace algunos días que se dice esto mismo. Se añade que es efecto de la toma de Lima por las tropas de Buenos Aires mandadas por el general San Martín. Falso.

A las 7 de la noche supimos que don Pedro Sáenz estaba en Canoas de camino para su casa, noticia muy plausible para mi familia.

Agosto 17
Nada particular hemos sabido en la mañana. A las 12 vino de Medellín don Juan Crisóstomo Campuzano, y nos dijo que la batalla entre las tropas reales y las de Bolívar fue en Bonza, cerca de Sogamoso. Que las primeras fueron atraídas a la llanura y allí envueltas por la caballería enemiga; que casi todas han perecido; que no se sabe del comandante Barreiro, de don Juan Tolrá y otros muchos oficiales. Que el coronel López recogía algunos fugitivos en las llanuras de Santafé y tenía orden de retirarse a Honda. Sobre 1.000 hombres que había en la capital de los voluntarios de Aragón que deben seguir al virrey, vienen también a Honda. Don Antonio María Santamaría, que de Nare comunicó estas noticias, salió de Santafé el 9 a las 2 de la mañana en que se supo la derrota, y el 11 a las 7 de la noche llego a Nare con celeridad casi increíble. Dice que el virrey y la emigración quedaron en Facatativá caminando para Honda, y que las avanzadas de Bolívar estaban el 10 en Nemocón, cerca de Zipaquirá, a 8 horas de Santafé.

Agosto 18
A las 7:30 de la mañana supe que don Pedro Sáenz, emigrado de Santafé, había llegado anoche a las 11:30 con don Francisco Luis Campuzano, A las 8 lo vi, y me dijo lo siguiente: el 25 de junio hubo una acción entre Bolívar y las tropas reales que quedó indecisa, pues los ejércitos se separaron por la noche y por un fuerte aguacero; fue en Bonza; dicen que de una y otra parte perecieron sobre 900 hombres. Después los ejércitos permanecieron en observación, pero cuando el general Barreiro se descuidó, Bolívar marchó sobre Tunja y se apoderó de ella. Entonces el primero lo persiguió y vino a impedirle el camino de Santafé; mas Bolívar, conceptuando por dónde debía venir, se apostó en la Casa de Teja de Boyacá, a una hora al sur de Tunja. Dicen que emboscó 1.200 hombres de caballería, de modo que las tropas del rey no los vieran. Estas lo atacaron en el momento corno a las 4 de la tarde del 7 del corriente. Inmediatamente que principió el fuego salió la caballería independiente que se hallaba en el bosque, 500 hombres de la real huyeron, y aquella se echó sobre la infantería, que destrozó en tres cuartos de hora. Dicen que tanto las unas tropas como las otras hicieron prodigios de valor; que han perecido casi todos los oficiales del rey, incluso Barreiro, Jiménez y Tolrá, que eran los de más graduación. Hacia Santafé escaparon muy pocos fugitivos, pero dicen que hacia Cúcuta iba un cuerpo. La pérdida total se ignora, mas según se expresa, asciende de 1.500 hombres 2.000.

El partido real en Santafé estaba en la más profunda seguridad, cuando el 8 a las 9:30 de la noche llegó la noticia que todo era perdido. En el momento cada uno de los que temía a Bolívar se prepara a emigrar como puede, pues en Santafé no había 300 hombres, A las 3 de la mañana la llanura estaba cubierta de emigrados, incluso el virrey, autoridades, etc., con dirección a Honda. El general Calzada quedó en Santafé para destruir el almacén de pólvora y tomar otras medidas, lo que verificó el 9 por la mañana. Se retira hacia el sur y se dice que tenía el 10 como 1.200 hombres, principalmente del regimiento de Aragón. Parece que tiene orden de defenderse con guerrillas en la Mesa de Juan Díaz e irse retirando hasta Popayán. Lo siguen algunos emigrados. Dicen que Bolívar puede coger 4.000 fusiles; pero ningunos pertrechos; aseguran que este trae consigo algunos extranjeros, entre ellos un coronel inglés llamado English; que se le habían agregado más de 1.000 hombres del país, entre ellos las partidas que había en el Socorro. Esta provincia parece que aún estaba por el rey.

El virrey ha bajado ya para Mompox con algunos hombres de su guardia. En Honda no quedó tropa alguna. Dicen que Bolívar ocuparía a Santafé el 10; había noticias en esta ciudad, aunque no del todo ciertas, que la 5ª división al mando del coronel Aldana venía de Barinas hacia el Reino; y por una carta del Socorro se aseguraba hallarse en Cúcuta. Lo que sí es cierto es que Venezuela aún está en poder del señor Morillo. ¿Cómo, pues, viene Bolívar dejando un flanco tan enorme en descubierto como el del Orinoco desde Guayana? Esto es un problema irresoluble. Acaso estando inundadas las llanuras ha confiado en que una pequeña fuerza es capaz de defenderlas entretanto que él da un golpe de mano en la Nueva Granada, saca recursos para continuar la guerra en Venezuela y los quita al partido real. Se dice también que el general Morales ha tomado a Guayana; pero es increíble, porque parece imposible que Bolívar abandonase aquel punto que le es tan importante, dejándole indefenso por venir a emprender una conquista incierta. El tiempo solo nos puede engañar acerca de estos puntos, pues uno y otro partido mienten infinito.

A las 10:30 de la mañana vino a Sáenz orden del gobernador para que en el momento que llegara pasara a Medellín y nada dijera de lo sucedido en Santafé. ¡Bella prohibición cuando hace cuatro días que ninguno lo ignora! Partió a las 11 de la mañana.

Anoche vino también Llinás, el oficial que fue a solicitar órdenes del virrey. Encontró un pliego de su excelencia, y dicen que manda al señor Tolrá defienda la provincia con los 100 hombres que tiene, en tanto le remite auxilios de Cartagena. Si esta orden se cumple, la provincia será desgraciada. No hay armas ni medios de defensa, de modo que se van a gastar muchos miles de pesos inútilmente y a comprometer los pueblos en una guerra que les costará cara, si el enemigo entra, pues con lanzas no se puede combatir a los fusileros, si no es con caballería. Han llegado dos oficiales emigrados; un capitán y un alférez.

Agosto 19
Nada hubo de nuevo hasta las 9 de la mañana. A esa hora vino de Medellín don Pedro Sáenz, y nos dijo que el gobernador con su tropa se iba hoy o mañana; que decía no comprometía su honor y seguridad con 130 hombres que tenía solamente, de los que no contaba sino con 50. EI viaje es por Zaragoza. Parece que con el gobernador emigran todos los realistas, cuyos nombres detallaré después. Hay muchas chispas o rumores de que pretenden perseguir al gobernador para quitarle los intereses. Mas yo creo que nada de esto habrá en una provincia tan pacífica y cuyos moradores naturalmente no son belicosos.

Todo el día se pasó así sin novedad, y a las 6:30 de la tarde supimos que el gobernador ha salido hoy a las 12 de Medellín, dejando allí 15 hombres para mantener la tranquilidad. Va a ocupar a Zaragoza y Nechí, dice que para recibir auxilios de Cartagena. Es bien singular la situación en que queda esta provincia, sin gobierno y sin fuerza que la proteja, expuesta a cualquier emprendedor que quiera revolverla. Los españoles la abandonan; sin embargo, si algún día regresan, dirán que es insurgente y digna de castigo, ¿Tanta así será la injusticia con que procederán?

Agosto 20
Nada particular ha ocurrido en este día sino que se sabe hay en Marinilla algunos movimientos de jóvenes aturdidos, pero sin orden ni jefe que les de dirección. Parece que hay reuniones, mas se ignora cuál es el objeto. Por la tarde se supo de positivo que el gobernador se ha ido ayer a la una de la tarde. Deja 40 hombres en Medellín al mando del capitán Delgado. El teniente asesor doctor don Faustino Martínez parece que quedó encargado del gobierno político. Si esto no es para proteger la emigración lo juzgamos el mayor disparate, pues con 40 hombres es imposible se sostenga la provincia en paz. Se dice que anoche pasaron 10 soldados para Sonsón, en donde se halla un destacamento de 30 hombres al mando de un teniente o alférez Carrizo; aseguran que le han mandado replegarse a Medellín, y probablemente esta reunión es la que esperan los demás soldados que allí existen. Todavía no han salido los emigrados. Se sabe que [Manuel] Angles, un oficial de la secretaria del virrey, está en Nare con algunos soldados pereciendo de hambre y desnudez y sin embarcación para bajar. En Honda tampoco las había; aseguran que el equipaje del virrey se hallaba allí sin embarcar, y que aún no había noticia de las tropas de Bolívar.

Agosto 21
En toda la mañana nada hubo de particular, sino que salieron emigrados don José Campuzano, don Vicente Pérez y don Severo Escalante. También don Ignacio Molina, administrador de correos; don Antonio Pasos y don Manuel Sanín. A la 1:30 de la tarde recibieron noticia los alcaldes que el señor gobernador regresaba a Medellín de Hatoviejo, en donde se había detenido. Igualmente les vino orden para que hicieran una requisa de caballos, y pusieran 60 hombres de caballería de los más adictos al soberano. Más tarde se supo por personas que vinieron de Medellín, que el gobernador había recibido un pliego del señor virrey en que le manda nuevamente defender la provincia, pues la va a reforzar con el batallón del rey que estaba subiendo para Santafé, y debe estar de Mompós para arriba, en número de 600 hombres. Esto es lo que ha influido en el regreso del gobernador y en que no deje abandonada la provincia a discreción de los revoltosos. Ahora me parece que tendremos alguna seguridad. A las 6 de la tarde llegaron 6 milicianos de a caballo de Medellín, que van a apostarse en Sonsón para custodiar aquel punto; su comandante don Ignacio Obeso. Dicen que vienen otros a Marinilla, cuyos movimientos se han sosegado.

Domingo 22
Supe que a las 9 de la noche pasadas llegó de Medellín la partida a caballo que se había anunciado; vino al mando de don Juan de Dios Carrasquilla y se compone de 8 o 10. Ha apurado su llegada porque se corrió en Medellín que los de Marinilla venían a saquear a Rionegro. Van para aquella villa. En Medellín ha habido una requisa general de caballos: solamente en el lugar recogieron 62; dicen que allí han de montar 500 hombres; en Rionegro 60 y en Marinilla 50. Don Juan de Dios Aranzazu es comandante de la compañía de Marinilla, y de la de Rionegro don Vicente Pérez, que ya emigró. Los jefes nombrarán los sargentos y cabos. En Rionegro se ha hecho la convocatoria y mandado recoger los caballos y monturas; está un poco difícil la formación de tal caballería porque han emigrado los que el gobierno llama fieles. El comandante de Marinilla solo ha podido juntar hoy 7 hombres porque todos se hallan en los campos. Dicen que don Juan de Dios Carrasquilla ha recibido hoy una información sobre los movimientos que allí había, de los que resulta motor don José Urrea; aseguran haberse escapado huyendo y que Carrasquilla ha dado cuenta al gobernador. Ahora dos días partió para Cartagena con mucha celeridad don Secundino Carrasquilla con el objeto de pedir armas y municiones, que están escasas. La caballeriza se arma de lanzas que se están fabricando. A las 6 de la tarde se recibió un aviso por dos postas de que llegaban de Medellín 80 hombres de a caballo, los que vienen a apostarse en Rionegro con otros muchos con el objeto de disciplinarse por el teniente graduado don Manuel Villalón, español. Este pobre lugar va a sufrir mucho con esta tropa, compuesta en gran parte de jóvenes inmorales de Medellín.

Agosto 23
A las 11 de la mañana la caballería se formó en la plaza. Son 30 hombres, la mayor parte de la plebe y de las reclutas que habían quintado, y muy mal vestidos. Anuncian en su aspecto que no son capaces de resistir la vista del enemigo. Siguieron para Marinilla y dicen que van también a La Ceja de Guatapé, probablemente de observadores para ver si el enemigo asoma por algún punto. Detrás de estos pasaron don Manuel Santamaría, el hijo, y don Diego Zuláibar, en comisión para Marinilla. A las 3 de la tarde llegó de Medellín otra partida de caballería al mando de Mauricio Villalobos, un pardo que estuvo en la última acción que ganó Bolívar. Se compone de 25 hombres, peores que los de esta mañana, la mayor parte quintas que se escaparán en el momento que puedan. El gobernador ha mandado suspender el alistamiento de los 50 hombres de Marinilla que debía mandar Aranzazu; dice que por la mala conducta de aquel pueblo. Apenas se habían juntado 7 hombres en todo el lugar. Hoy seguían de Medellín a Barbosa don Pedro Sáenz y don Juan Crisóstomo Campuzano. De esta ciudad fueron a reunirse con ellos don Francisco Luis y don Wenceslao Campuzano, que siguen su emigración para Cartagena, juzgo que por Zaragoza. La mayor parte de los emigrados de Medellín regresaron con el gobernador. Corre la chispa que en Yarumal y Santa Rosa hay emigrados de Zaragoza, y que ahí ha habido un movimiento; otros dicen que el tránsito del río Magdalena se halla obstruido; ambas cosas son inciertas. Han llegado de Medellín a las 8 de la noche dos personas; dicen que todos los españoles han emigrado y se acabarán de ir esta noche. De aquí se infiere que ellos han sabido que todas las noticias esparcidas por el gobernador de que le vienen tropas y auxilios, no son otra cosa que una estratagema para su seguridad. Lo mismo la caballería apostada aquí y en Marinilla es para mantener la tranquilidad y poderse escapar cuando menos se piense. Se está burlando de los jóvenes fieles de Medellín, a quienes deja expuestos. Un Sañudo y dos Vegales están haciendo en Rionegro mucho papel, de que algún día les pesará.

Agosto 24
A las 10 llegó de Marinilla el comandante de la caballería, Villalón, con su edecán don Manuel Sañudo. A las 11, don José Manuel Montoya, que se hallaba irritado con un Vegal a causa de que anoche le dijo este una desvergüenza porque no había respondido pronto al quién vive, lo llamó en la esquina de la plaza, le pidió satisfacción y repitiéndole la injuria le dio de palos. Villalón quiso prender a Montoya, y si este no se escapa hay una conmoción por lo querido que Montoya es en el lugar. A las 2 de la tarde salieron para Marinilla como 25 hombres de caballería con los 2 oficiales; dicen que a perseguir a Urrea, que aseguran está en las inmediaciones y que recibieron órdenes muy estrechas del gobernador para verificarlo. Nada hemos sabido de Medellín y si el jefe ha emigrado. El correo que había seguido para Nare el 16 volvió hoy a la 1 de la tarde; dice que hay ya en aquel sitio tropas de Bolívar y que el bodeguero emigra también. Con esta noticia se ha aumentado el miedo de los realistas; probablemente el gobernador emigra luego que la sepa, si ya no lo ha verificado, y la caballería se dispersa. Todo el mundo está cansado y lo desea con ansia para libertarse de tanta tiranía.

A las 8 de la noche se supo que hoy habrán salido a Sonsón 25 hombres y 4 oficiales derrotados de las tropas del rey, que algunos vienen heridos; aún está en aquella parroquia el teniente Carrizo con 30 hombres. También acabamos de saber de positivo que el gobernador emigró anoche y tomó el camino de Zaragoza, pero que en Medellín ha quedado mandando el teniente asesor con Faustino Martínez con poca tropa.

Agosto 25
Desde muy temprano comenzaron a circular mil noticias diferentes, entre ellas que había una proclama de Bolívar fecha en Santafé, de cuya autenticidad dudo. A las 12 vimos desfilar hacia Rionegro la caballería que estaba en Marinilla. En breve el pueblo se llenó de agitación, pues dijeron que habían ocupado el hospital e iban a cortar el puente que está sobre el río. La ciudad estaba en una completa anarquía, pues los alcaldes don Luis Lorenzana y don Francisco Estévanez habían emigrado. A poco entró una descubierta con don Manuel Sañudo y después otra más fuerte con el comandante Villalón, quien dijo que Marinilla estaba en insurrección y que 25 hombres al mando de don José Urrea lo venían persiguiendo. El miedo y algunos cohetes que les habían tirado les ha hecho creer que los persiguen, pues Urrea, a quien querían prender por orden del gobernador, está lejos en una montaña. Poco después, como a la 1 de la tarde, entró el resto de la caballería con 5 fusileros que vinieron de Nare. Toda la ciudad se llenó de consternación, pues creímos iban a permanecer aquí los 70 hombres que la componen y que sin duda nos saquearían, pues había entre ellos algunos jóvenes perversos de Medellín. Se formó la gente en la plaza y allí permanecieron hasta las 3 de la tarde echando bravatas contra el pueblo, que juzgaban en insurrección, pero en todo el cantón no había una boca de fuego ni lanza alguna. Si se les hubiera hecho un tiro, todos habrían corrido; tanto era el miedo que tenían. Salieron a las 3 y se situaron en el llano y a alturas de Malpaso sin saber con qué objeto; parece que era observando si Urrea o este pueblo los iba a atacar. A las 4:30 se perdieron de vista con gran placer de todo el mundo, que temía un saqueo. Para precaverlo a la ocasión se encabaron 20 lanzas que había mandado hacer el gobernador, y los jóvenes principales estuvieron en el cabildo en vela y haciendo patrullas; también se enviaron avanzadas de a caballo, pero se supo que la caballería no se había detenido y que con la noche, que era horrible, siguió para Medellín. Allí está el asesor Martínez comunicando órdenes. El gobernador estaba hoy por la mañana en Barbosa. Todos los españoles de Medellín han emigrado, como son don Francisco y don José Obeso. Don Pedro Rodríguez, don José Ovalle, don Joaquín Sañudo, don Rafael Gónima, don Juan Carrasquilla, don Antonio Lema, don Mariano Pontón, americano, y otros varios de menor nota. Se dice como cierto que la Ciudad de Antioquia está sobre las armas a favor de la independencia y que de allí emigraron también todos los realistas. […]

Agosto 28
A las 2 de la mañana me despertó un vecino para comunicarme que le acababan de decir que venían 400 hombres de tropas independientes, y que estaban más acá del Totumo, Yo le dije que esto necesariamente era falso, pues algo hubiéramos sabido de semejante tropa. Por la mañana se ha afirmado lo mismo, pero no lo creo. Lo que si se confirma es que Carrizo con sus 50 fusileros ha retrocedido hacia Abejorral; probablemente piensa seguir a la provincia de Popayán, viaje muy difícil y arriesgado. A las 4 de la tarde se dijo como cierto que don José María Córdova, teniente coronel e hijo de Rionegro, estaba llegando a Marinilla con 300 hombres, pues así lo decían Ventura Correa y otro soldado. Dentro de media hora supimos que era cierto, cosa que apenas pudimos creer por la rapidez con que había marchado y el silencio que se guardó. A las 5 llegó Córdova a esta ciudad dejando la tropa atrás en Marinilla. Dicen va a perseguir al gobernador Martínez, que todavía está en Medellín, y Tolrá se hallaba el 26 en Santo Domingo. Los soldados de Carrizo se dispersaron y a las 8 de la noche se han presentado a Córdova 10 con los Carrasquillas, que estaban destacados en Sonsón. Esta noche se sabrá en Medellín la noticia de la llegada de Córdova. Bolívar está en Santafé haciendo perseguir los restos del ejército español. La última batalla fue en Boyacá. El ejército real fue envuelto y rindió las armas; 1.600 hombres quedaron prisioneros, entre ellos el general Barreiro y el coronel Jiménez. Todavía a ninguno habían matado, y parece que todos los soldados se unieron al ejército independiente. El 10 entró Bolívar en Santafé, y antes los presos criminales de las cárceles cometieron muchos excesos matando a varios; solamente 25 hombres acompañaban a Bolívar.

Agosto 29
A las 6:30 de la mañana llegaron 40 soldados fusileros montados. Partieron a las 7 a perseguir al doctor Martínez, que dicen salía hoy de Medellín para Barbosa, a cuyo punto se dirigen con el comandante Córdova. Este ha dicho que trae órdenes para nombrar de gobernador político al doctor Restrepo, que sin duda no admitirá. Solo trae 160 hombres, fuerza demasiado pequeña para defender la provincia. Pocos de los patriotas están contentos por este motivo y por lo joven del comandante. Hoy ha publicado un bando en que ofrece perdón de lo pasado a todo el mundo, incluso los españoles, y manda presentar a los oficiales antiguos del gobierno revolucionario. Dicen que el general español Calzada solo llevaba 300 hombres, y que cuando pasó por la Mesa de Juan Díaz lo perseguían vivamente, camino hacia Popayán. Es probable que esta provincia se insurreccionará muy pronto, pues los ánimos están exasperados contra el gobierno real, que ha hollado a los pueblos. Bolívar ha enviado divisiones a ocupar todas las provincias internas antes que se rehagan del primer terror sus gobernantes. Pero sin Cartagena o Santa Marta nada hace la Nueva Granada. A las 2:30 de la tarde entró el resto de tropa independiente. El todo 160 hombres casi desnudos. Viene de capitán don Carlos Robledo, de esta provincia. Los soldados son veteranos, la mayor parte del rey. Se sabe que el gobernador Tolrá con los emigrados estaba el 27 en Yolombó lleno de miedo.

Agosto 30
Muy temprano salieron 100 fusileros para Medellín al mando del capitán Robledo. El día se pasó sin novedad alguna. Hay en el pueblo mucha apatía, y todo el mundo está con temores de que los españoles hagan una reacción que tenga fatales resultados. Verdaderamente si la provincia de Popayán no se pone en movimiento y si ocupan la de Santa Marta y Cartagena, no hay seguridad ni reposo.

Agosto 31
Todo el día se pasó sin novedad; mas a las 6 de la tarde vino un peón de Medellín con pliegos del comandante Córdova en que nombra al doctor José Manuel Restrepo para gobernador político de la provincia, mandándole que restablezca el gobierno y las rentas al pie en que se hallaban cuando entraron los españoles en 1816, a cuyo efecto añade que ha oficiado con los administradores principales. Restrepo se excusa de aceptar el gobierno, por sus enfermedades, pues se halla resentido del pulmón; con sus atrasos y principalmente con que se cree sin fuerzas ni luces bastantes para desempeñar empleo tan difícil. Sigue el pliego mañana. Se dice que el doctor Faustino Martínez huyó solo hacia Antioquia; que el comandante cogió algunos oficiales, y nada sabemos de los soldados. […]

Septiembre 2
A las 9 de este día me obligó el comandante a recibirme de gobernador político de la provincia. Presté el juramento en el cabildo de Rionegro, y nada más hubo particular. […]

Septiembre 5
El 5 vine a Medellín a ordenar lo necesario. Hay muchos defectos en el ramo de rentas. No han cogido a ninguno de los emigrados. Los soldados de Faustino Martínez se han presentado y a él lo perseguía el capitán Robledo hacia Cáceres. En Yolombó el oficial Correa cogió 36 fusiles y algunas otras cosas.

Septiembre 6
Los 30 hombres destacados al nordeste a perseguir a Tolrá hicieron marchas rápidas sin embargo de los obstáculos que oponía el invierno y las avenidas de los ríos. Con todo llegaron a Zaragoza a las 9 de la noche, y Tolrá con los emigrados se había embarcado a las 6 de la tarde para la boca del Nechí. Posteriormente se supo que no paró aquí sino que se embarcó Cauca abajo. El capitán José Urrea y el subteniente Buenaventura Correa, que lo perseguían, dejaron emigrar a algunos españoles de Zaragoza, lo que fue después muy perjudicial. También se escapó el doctor Faustino Martínez con el oficial español Villalón. El capitán Robledo que los perseguía por Sabanalarga en el bajo Cauca, supo estaba escondido en un bosque a 4 horas de distancia; cuando se preparaba a irlo a traer recibió orden del teniente coronel Córdova para que inmediatamente se retirara con la tropa de su mando; así lo verificó, y Martínez, sin embargo de que iba muy enfermo, pasó el Cauca, y sin que nadie lo persiguiera, emigró a Cartagena por tierra, siguiendo el camino de las minas de Soledad, a salir a Ayapel. Ha sido mucha lástima que este hombre criminal que como asesor de Morillo llevó al cadalso tantos americanos beneméritos, se haya escapado de sufrir el merecido castigo. Aguado, Villalobos y el español Obrero fueron cogidos, y todos los soldados que los acompañaban se presentaron con sus fusiles. Los antioqueños se portaron, impidieron el paso a Martínez que pretendía seguir al Chocó, no le dejaron barquetas en que pasar el Cauca y le obligaron a seguir por el Sacaojal.

Muchos españoles que emigraron por Cáceres tuvieron mejor suerte: nadie los persiguió, y el 12 de este se embarcaron en aquella ciudad. Enviaron mil cartas de amenazas con la quinta división mandada por Latorre; principalmente Manuel Sanín y José María Obeso; dicen a sus familias que volverán dentro de dos meses y que perecerán todos los insurgentes. Anuncian que Díaz, un coronel español, se preparaba en Mompós con 500 hombres contra esta provincia. Estos son sueños, y pasará mucho tiempo sin que ellos regresen a Antioquia.

Septiembre 7
El comandante Córdova envió de Antioquia un destacamento de 30 hombres a libertar la provincia del Chocó, en que mandaba el gobernador español Aguirre; va a cargo del capitán Juan María Gómez, hijo de Antioquia. Esta expedición siguió muy a tiempo y tuvo los más felices resultados.

Septiembre 8-10
El gobernador político de la provincia, encargado por el comandante general de la organización de todas las rentas y empleados políticos, lo ejecutó en Medellín en estos días. Varió los sellos de los oros fundidos para evitar los fraudes, y rebajó 2 pesos en cada cántara de aguardiente, los que habían sido aumentados por el gobierno español. Tanto estas dos variaciones como la rebaja del tabaco fueron aprobadas en Santafé por el gobierno general.

Septiembre 11
El comandante Córdova hizo pasar por las armas en Antioquia al español Antonio del Valle, que había sido realista perjudicial y no quiso decir a dónde tenía el dinero de un alcance que le resultó. En Medellín también pasaron por las armas el 18 de este a Baltasar Álvarez, un español que emigraba y lo cogieron. Estas ejecuciones causaron el mejor efecto; los realistas, que no faltan en la provincia, temblaron viendo que el gobierno tenía energía. Al principio creyeron jugar con el comandante Córdova por ser tan joven; mas se engañaron porque tiene energía bastante para aterrarlos.

Septiembre 11
En este día pasó el gobernador político a Antioquia a organizar allí las rentas y empleados, lo que verificó en 12 días. Todos los nombramientos se hicieron en clase de interinos; pero con excepción de dos fueron confirmados por el gobierno de la república.

Septiembre 11
En este día expidió el general Bolívar dos reglamentos importantes. En el primero detalla las funciones de los gobernadores y comandantes generales de las provincias y la de los gobernadores políticos. En el segundo establece un vicepresidente para la Nueva Granada; declara sus atribuciones y nombra al general de división Francisco de Paula Santander para desempeñar este empleo. Con estas disposiciones orgánicas el gobierno de Nueva Granada quedó bien montado, teniendo toda la unidad y energía que demanda el estado de guerra en que nos hallamos. El primer reglamento es de 17 de agosto. Al mismo tiempo se supo en Santafé que las armas republicanas habían ocupado la provincia de Antioquia. En 9 del mismo propuso Bolívar canje de prisioneros al virrey español Sámano. […]

Septiembre 18
Hoy hizo el general Bolívar su entrada pública de Santafé; fue un día de triunfo y se le coronó en la plaza como a vencedor junto con los generales Anzoátegui y Santander. […]

Septiembre 20
En este día marchó de Santafé el ejército del general Bolívar, quien tomó la ruta de Tunja, Socorro y Pamplona. En todo el camino fue recibido con arcos triunfales y saludado como libertador de Nueva Granada. […]

Octubre 1
En este día un destacamento de 50 hombres de los españoles ocupó a Zaragoza, en donde solo teníamos unos pocos lanceros. Muchos en la provincia de Antioquia se llenaron de terror creyendo que Tolrá volvía con una grande fuerza.

Octubre 11
Han sido pasados por las armas en Santafé 37 oficiales españoles y americanos que había prisioneros, con dos paisanos más. Entre ellos había dos coroneles, Barreiro y Jiménez, tenientes coroneles, capitanes, etc. Unos aseguran que el virrey Sámano contestó denegándose al canje propuesto por Bolívar; otros (y esto parece más cierto) dicen que no hubo tal contratación. Los oficiales hechos prisioneros en la batalla de Boyacá tenían bastantes partidarios en Santafé. Seguro el gobierno de que Sámano era incapaz de admitir el canje propuesto, cree mantener en su seno víboras que podían causar muchos perjuicios. Consideró pues necesario matar a los oficiales españoles haciendo también una represalia. Estos ejemplos son tristes y la humanidad se resiente de ellos, pero útiles en una revolución para evitar mayores males.

Octubre 22
En este día el capitán Carlos Robledo atacó en Zaragoza, con 34 soldados fusileros y algunos paisanos, al coronel español Tolrá, que tenía cerca de 200. Robledo los batió y mató 50, pero desunió su pequeña tropa, se le dispersó y tuvo que retirarse. Perdió 10 hombres, después de él salió el teniente Meléndez trayendo dos prisioneros españoles con solo su asistente, Ninguno persiguió a los nuestros, que sin duda hicieron una acción muy gloriosa. Después supimos que Tolrá salió herido y que huyó. Al mismo tiempo que este cobarde dio al virrey el parte de que había perdido a Zaragoza, un sargento avisó que él había defendido aquel punto y que estaba por el rey, Robledo fue herido en un brazo.

Octubre 28
El gobierno recibió más noticias que causaron mucha impresión en los pueblos que juzgaban ya a los españoles dentro de la provincia. El comandante Córdova hizo pasar por las armas a 10 españoles, soldados expedicionarios que estaban presos. A principios de noviembre fusilaron también al oficial Martinillo otros dos prisioneros en el Chocó. La provincia, en efecto, tenía algunos motivos para temer; apenas había 200 fusiles, y la mayor parte de los soldados eran realistas. 300 soldados buenos podrían haber conquistado a Antioquia en esta época. […]

Octubre 31
En este mes (el 10) se hicieron poner presos a todos los realistas sospechosos y que pudieran perjudicar en la provincia, en virtud de una orden del general Bolívar, que así lo previno desde septiembre último. En Medellín se ocultaron varios y fueron comprendidos algunos clérigos respetables, entre ellos el vicario Calle, de Medellín. A estos no los pusieron presos sino que los mandaron presentarse en Rionegro. Aquí les intimaron que siguieran a Santafé a presentarse al vicepresidente. Lo mismo sucedió con los seglares: 8 de estos y otros clérigos siguieron para Santafé. Eximiose de la confinación el doctor Calle. […]

Diciembre 6
El vicepresidente hizo una reforma importante en los gobernadores de las provincias; declaró que los gobernadores políticos debían ser tenientes asesores de los comandantes generales. Con esta providencia se dio más unidad a los gobernadores provinciales.

Después de la derrota de Simón Muñoz en Anserma por el coronel Cancino, 60 hombres mandados por el oficial español Mendiguren vinieron a Riosucio en la vega de Supía. El oficial republicano Custodio Gutiérrez los dispersó e hizo la mayor parte prisioneros. […]

Diciembre 20-31
El 17 de este mes se hizo en Guayana la incorporación de las dos repúblicas, bajo el nombre de Colombia, acto muy importante, cuyos detalles se pueden conocer en la ley. Acerca del viaje del presidente Bolívar de Guayana, se puede ver la foja 110 de la Gaceta mencionada.

RECAPITULACIÓN
Al principio de 1819 hasta el mes de junio, ninguno podía calcular en la Nueva Granada que estaba tan próxima su libertad. Solamente el genio emprendedor del general Bolívar ha podido comenzar y concluir la campaña que nos puso en libertad venciendo tamañas dificultades como las que se oponían a su entrada. Una división de más de 4.000 soldados bien disciplinados y aguerridos, mandados por excelentes jefes; montañas casi inaccesibles, cuales son las que componen los Andes orientales que separan la Nueva Granada de las llanuras inmensas que inunda el Orinoco; el frío penetrante y destructor que hiela a muchos de los que pasan aquellos páramos viniendo del clima abrasador de Casanare; en fin, posiciones militares inexpugnables para otras tropas que no fueran las republicanas; he aquí los obstáculos que la naturaleza y el arte habían opuesto al inmortal Bolívar. Mas todo lo arrostra, y emprendiendo su marcha el 25 mayo del pueblo del Mantecal en la provincia de Barinas, con poco más de 1.500 hombres, se presentó en Gámeza al salir de la cordillera sobre la provincia de Tunja, el 11 de julio, según todos los conocedores sus avanzadas fueron batidas aquel día por los tropas del rey, por lo cual tuvieron que retroceder. Todos estos sucesos hasta la jornada inmortal de Boyacá están bastantemente detallados en la “Carta de un Granadino”, escrita desde Pore y que corre impresa, a la que me refiero.

Después de aquella época hemos visto los sucesos militares y la ocupación sucesiva de las provincias por las armas libertadoras. En agosto y septiembre se libertaron Santafé, Tunja, Socorro, Pamplona, Neiva, Antioquia, Chocó, Popayán y Mariquita, es decir, nueve provincias que componen la parte más bella de la Nueva Granada. Solo han quedado en poder de los españoles las de Cartagena, Santa Marta y Riohacha, que son los únicos puertos que tenemos en el mar del Norte. Esta circunstancia nos va a sujetar a mil privaciones por la escasez y precios exorbitantes que van tomando las ropas y algunos artículos de primera necesidad que recibimos de Europa. El general Bolívar estuvo en Santafé 40 días, y en tan corto tiempo organizó completamente el gobierno y administración pública con mucho tino y sabiduría. Para el gobierno supremo nombró de vicepresidente al general Santander, que ha desempeñado el destino con la energía, actividad y firmeza que demandan las circunstancias. Las provincias recibieron gobernadores y comandantes generales y gobernadores políticos letrados. Así se conservó la unidad de la Nueva Granada y se evitaron las divisiones que tanto perjudicaron en la primera época de la república.

Las rentas se dejaron bajo el mismo pie que las tenían establecidas los españoles, evitando así mucho trabajo y los perjuicios que causan nuevos ensayos en las materias de hacienda.

Para su dirección se nombró un superintendente general y un tribunal de cuentas. A la antigua audiencia la reemplazó una alta corte o tribunal de apelaciones, compuesto de tres ministros y dos fiscales, a fin de consultar la economía.

Los pueblos, cuya opinión está muy pronunciada a favor de este sistema de gobierno, lo han recibido con mucho entusiasmo. No hay especie de sacrificio que excusen para asegurar la independencia y verse libres para siempre del yugo español. Toda la juventud vuela voluntariamente a las armas; así es que para Venezuela han marchado más de 6.000 hombres completamente equipados; igualmente se han remitido a Guayana más de $ 300.000, para la compra de armas y para el pago de los empeños contraídos por el gobierno. El crédito se ha consolidado, y creo que los extranjeros nos van a fiar cuantos artículos necesitamos para continuar la guerra con el mayor vigor.

Un paso se dio en diciembre que consolidará sin duda nuestra independencia. Tal es la unión decretada por el congreso de Guayana en 17 de diciembre último, por la que se forman en una sola república los departamentos de Venezuela, Nueva Granada —ahora Cundinamarca— y Quito. Colombia será su nombre. Hay un presidente general, que es Bolívar; el vicepresidente, Zea. De Venezuela es vicepresidente Roscio, Santander de Cundinamarca, y el de Quito se nombrará cuando se liberte. El congreso general se reunirá en Cúcuta el 19 de enero de 1821. En él se ha de resolver la futura residencia del gobierno general.

Los hombres sensatos han aplaudido tal unión que definitivamente se sancionará por aquel congreso. Entretanto todo el mundo está contento con que nos rija el gobierno militar que actualmente existe. Consolidaremos primero la independencia nacional y después la libertad. Fuerza de alma y energía es lo que ahora necesitamos en los gobernantes.

Cuando Bolívar invadió la Nueva Granada no había quién no temiera los excesos de sus tropas. Pero con admiración general los venezolanos se han portado con mucha moderación. Los mismos españoles que no emigraron han vivido seguros en sus casas sin que se hayan cometido asesinatos, hijos de la venganza por la opresión española.

Es cierto que la mayor parte de los españoles emigraron de Santafé y de las demás provincias. Aun con ellos ha estado benigno el gobierno, pues aunque se les secuestraron todos sus bienes, solamente se ha confiscado el tercero y quinto a todos los que tenían herederos forzosos. También se ha permitido que estos rescaten los bienes por una cantidad que se aproxime al expresado tercero y quinto. De este modo se han desembargado muchos bienes, conservándolos las familias, que de otro modo habrían quedado arruinadas.

El vicepresidente de Santafé ha procedido con mucho tino en las reformas, especialmente en materias religiosas. Como no podía subsistir el bárbaro tribunal de la inquisición, y como por otra parte, si no se ponía algún freno a la irreligión, jóvenes incautos comenzarían a vertir proposiciones que alarmaran el fanatismo y la sana moral, se ha cometido el conocimiento de tales causas a seis comisarios nombrados por los ordinarios eclesiásticos con aprobación del gobierno. De esta manera se consigue que el clero y hombres timoratos de la Nueva Granada tomen parte en la revolución, sin creer que la religión católica peligra. Cuando los pueblos sean más ilustrados y no temamos su fanatismo alarmado, podremos adoptar la tolerancia con toda la extensión que la reclaman la política y la más sana filosofía.

La triste experiencia de la primera época de la república nos ha curado del federalismo y soberanías provinciales. Sin hombres ilustrados, capaces de formar y dirigir aquella clase de gobiernos; sin pueblos habituados a las formas republicanas; sin recursos para costear a tanto empleado, es imposible que la América del Sur adopte el federalismo bajo del pie que lo siguen los Estados Unidos de la América del Norte; si nosotros fuéramos tan locos que quisiéramos volver a aquel gobierno, principiarían nuevamente las divisiones, la debilidad y el agotamiento de toda clase de recursos. Jamás seríamos independientes, y muy pronto los españoles nos volverían a subyugar.

Por motivos tan poderosos es que permanecen la Nueva Granada y Venezuela bajo un solo gobierno militar y capaz de conseguir la independencia de nuestro país. La ley fundamental ha puesto las bases de una sola república, en que no haya soberanías provinciales. Uno de los fundamentos más poderosos para esta resolución es la falta de hombres ilustrados que compongan las legislaturas. La guerra, y principalmente los cadalsos de los españoles, han destruido a los hombres que levantaron el grito de independencia e hicieron conocer a los pueblos sus derechos. Muy escasamente habrá algunos que puedan completar la legislatura y administración general.

Los departamentos trazados por la ley fundamental del 17 de diciembre último son muy vastos, y los vicepresidentes tendrán poder para balancear la autoridad del presidente de Colombia; si alguno de aquéllos fuera ambicioso y quisiera hacerse independiente. Toca a la sabiduría de los autores de la constitución en el congreso de 1821, el evitar aqueste defecto. Podrían los departamentos hacerse menores, aunque se caería en el inconveniente de multiplicar las autoridades y las ruedas de la máquina política. El tiempo y la experiencia del año de 1820 nos darán luces sobre esta materia importante en que no me atrevo a decidir de antemano.

Diciembre 26
En este día se bendijo la bandera del batallón en Rionegro.

Diciembre 28
El comandante Córdova recibió, corriendo toros en la plaza, una fuerte caída de caballo; quedó privado más de ocho horas; volvió en sí dislocada su mente y loca.

Diciembre 30
Continúa la enfermedad del gobernador, tiene síntomas que anuncian una calentura pútrida. Sigue el desorden de ideas y el peligro de morir.

Diciembre 30
Se ha recibido parte de Aguilar, el comandante de la expedición a Cáceres, en que avisa del Puqui que hay en aquella ciudad 60 fusileros y 86 lanceros; que unos espías cogidos decían esperaban a Tolrá con 300 hombres el 20; que allí estaban el doctor Faustino Martínez y el cura de San Andrés. Se le comunicó orden de que si hay fuerza superior regrese al interior.

Diciembre 31
Anuncian de Nare que 5 buques de guerra enemigos y 300 hombres habían ocupado a San Pablo y se teme que quieran subir. De Zaragoza también dicen que Warleta debe venir a la provincia. Temo que quieran los enemigos invadirnos por diferentes puntos.

Año de 1820
Enero 7
A las 7 de la noche llegó la noticia de que Warleta con 330 soldados de línea marchaba el 10 hacia lo interior desde Zaragoza. Yo me hallaba de gobernador, y de acuerdo con el comandante general interino, capitán Carlos Robledo, di todas las providencias oportunas avisando por extraordinario al vicepresidente de la Nueva Granada. El 9 marchará para Yolombó la vanguardia del batallón al mando del capitán Juan María Gómez, y el 10 el resto; así se verificó.[…]

Enero 12
En este día recibí parte de que el enemigo avanzaba de Zaragoza a Remedios. En el momento dirigí una proclama a los habitantes de la provincia llamándolos a las armas bajo la pena de ser tenidos por enemigos de la patria. Como desde el 3, por órdenes del vicepresidente, había mandado acuartelar 775 hombres de milicias repartidos en todos los departamentos, estaban ya parte de ellos reunidos. Todos los mandé marchar a Barbosa, lugar designado para la reunión, y que cada uno llevara su caballo, recogiéndose todos los que fuera posible.

Enero 13 y 14
[…] Hoy recibí parte de Nare avisando que los españoles al mando de Violo y un tal Barradas avanzaban por el Magdalena con 300 hombres y 11 buques de guerra, sin duda para obrar en combinación con Warleta. […]

Enero 16
Llegó la noticia de que el 10 había entrado el enemigo en Remedios; se ignora su número. Nuestros soldados están en Cancán y otros en Yolombó. Todas las milicias permanecen en Barbosa y Santo Domingo. En el primer punto hay 450 hombres lanceros, entre ellos 100 de caballería, y en el segundo 200, fuera de 50 paisanos que fueron con Robledo, de modo que sin contar los 400 soldados de línea que tenemos, se han juntado 700 hombres muy decididos. Ayer les dieron en Barbosa una alarma falsa, y solamente un recluta huyó. El teniente coronel Zoilo Salazar y el capitán José Aguilar son los que mandan en el campo de Barbosa. Todo el mundo desea que el enemigo avance.

Enero 17 a 24
En estos días se tuvo noticia de que el enemigo no avanzaba de Remedios; reunido el batallón en Cancán, el capitán Gómez marchó a aquella ciudad, adonde entró el 20. La encontró abandonada por el enemigo. Un soldado que se le presentó le dijo que 76 hombres vinieron a aquella ciudad, los que se retiraron el 12. Que Warleta quiso venir a la provincia con 350 hombres de línea; que debía ser por Cáceres, pero que las crecientes del Cauca se lo impidieron. Por esto vino a Zaragoza; semejante noticia llegó el 24. El 23 marchó para Barbosa el comandante Córdova, que ha recuperado su juicio.

Enero 25
Hemos sabido no ser cierto que sube expedición enemiga por el Magdalena; los buques estaban abajo de San Pablo. Llegó de Santafé el teniente coronel José María Ricaurte, que viene de gobernador y comandante general interino. Como ya Córdova está bueno, no tomará el mando. Dicen que es joven excelente.

Se ha mandado volver a sus domicilios a todos los paisanos voluntarios. Desde el 23 han regresado a sus casas. Las milicias permanecen reunidas. El batallón se ha mandado retirar a Barbosa, dejando destacamentos de observación en Remedios y Cancán. […]

Enero 31
El comandante Córdova regresó de Barbosa. Por espías se sabe que Warleta envió 100 hombres a Cáceres por tierra y que él siguió embarcado al mismo punto dejando más de 100 soldados en Zaragoza al mando de Guerrero. También en La Ancha, cerca de Cáceres, se han visto fusileros realistas. Probablemente el enemigo nos quiere atacar por Cáceres, ignorando la derrota del Magdalena. El batallón permanece en Barbosa, y dos oficiales han ido a reconocer el camino de Cáceres para observar los puntos que haya buenos para la defensa.

Febrero 1 y 2
Este último día, muy temprano, vino noticia que el enemigo avanzaba por el camino de Cáceres y que estaría a jornada y media de Yarumal. Ha traído marchas muy rápidas. El comandante Córdova siguió para Barbosa a las 6 de la mañana. Dio orden para que siguieran 50 paisanos de Marinilla y 50 de Envigado. De San Vicente mandó que siguiera la milicia de Medellín.

El gobernador político dispuso que marcharan de Antioquia 100 hombres, los 50 a Santa Rosa y los demás a San Pedro. Que en Rionegro se reunieron 100, y de Amagá y Titiribí 30. El comandante dice que no quiere mucha tropa de paisanos.

Febrero 3
En este día ha marchado el batallón de Barbosa en número de 400 hombres, junto con 70 de Marinilla. Llegó parte de que el enemigo con 125 hombres había entrado en San Luis o Yarumal el 19 por la tarde. El vecindario ha tenido muy poco tiempo de emigrar, y Warleta hallará recursos de toda especie porque es muy provisto aquel lugar. Esta es una pérdida grande para nosotros. A las 6 de la tarde ha venido de Buga un pliego en que el cabildo comunica con incertidumbre que Popayán fue tomado y que apenas 60 de los nuestros han podido escapar por La Plata. Es noticia terrible pero no hay que perder el ánimo, y es preciso morir o vencer. Como consigamos batir completamente a los españoles en Yarumal, triunfaremos de los otros. Se piensa ver si podemos cortarlos. Probablemente vienen confiados en la combinación del Magdalena, y frustrada aquella por la derrota del 23, espero que Warleta será vencido.

Febrero 4
Nada hubo particular. Solo que de Medellín han marchado 120 milicianos con 60 caballos, algunos muy buenos. Este auxilio es excelente. Solo Rionegro está muy frío y difícil para reunirse la gente. […]

Febrero 7 y 8
Los partes de Santa Rosa anuncian que el enemigo aún permanece en Yarumal. Se creyó que el 7 podría darse una acción porque avanzó 50 hombres a los Llanos de Cuibá, pero los ha retirado. Tiene 300 hombres, mandados, según dicen, por el coronel Warleta y por el teniente coronel Balbuena. Acaso se retira y nos deja burlados. Nuestras tropas permanecen en Santa Rosa.[…]

Febrero 11
El 10 no hubo novedad. El 11 recibí carta del comandante de Antioquia, quien dice que una partida enemiga de 60 hombres había ocupado el valle de San Andrés, probablemente para llamar la atención; aseguran que en Antioquia hay mucho entusiasmo, pero no tienen fusiles, los que han pedido al comandante Córdova. A las 5 de la tarde recibí oficio de este en que me dice que el 10 marchaba rápidamente a atacar al enemigo, que sus tropas eran superiores, y que creía segura la victoria. ¡Ojalá sea así y salgamos del estado de incertidumbre en que vivimos! Mañana acaso será la acción, si no fue hoy.

Febrero 12
El día se pasó sin más novedad que haber sabido que el cuerpo principal de nuestro ejército marchó de Santa Rosa por el camino de Angostura. Van 400 fusileros y como 300 lanceros. 100 de éstos, entre ellos 40 de a caballo, marcharon por los Llanos de Cuibá a llamar la atención del enemigo. De 50 a 80 hombres de este habían avanzado hasta la Angostura. Todos escriben con las mayores esperanzas de la victoria. Si conseguimos cortar al enemigo, puede ser completa.

Febrero 13
Nada supimos del campo. 70 voluntarios de Marinilla llegaron a Rionegro para formar una reserva de 150 hombres; igual número he mandado acuartelar en Medellín de gente escogida. De allí me llaman para animar el espíritu público. Recibí pliegos de La Vega de Supía en que me dicen que Calzada, en número de 2.000 hombres, estaba en Alegrías; que del Valle del Cauca había reunidos 3.500 hombres y que han pasado por las armas a todos los españoles y americanos realistas. Hay falta de armas, y si no llegan pronto, algunos con municiones de Santafé, temo se pierda el Valle, lo que sería muy funesto a esta provincia si no hemos expelido al enemigo. Se sabe que este ha avanzado una partida a Claras o Carolina; vencido el cuerpo principal, quedará cortada.

Febrero 14
Nada particular ha ocurrido en este día; aguardamos por momentos la noticia de las operaciones de nuestro ejército. Esto nos tiene agitados y andadores. Es muy terrible la incertidumbre.[…]

Febrero 16
Vino el diario de las operaciones desde el 2 al 13 del corriente. Dice que en Pajarito, de los 25 hombres, solo escapó el oficial Benito Urdaneta. En Cañaveral el enemigo ocupó las eminencias, y en la de Chorros Blancos los hombres suyos hicieron retroceder a la 2 compañía nuestra que los atacaba, pero llegó el resto del batallón y el enemigo huyó a otras eminencias, mas por la noche emprendió su retirada, la que los nuestros supieron el 13 y que era para Cáceres. Después que la tropa entró en Yarumal siguió la 28 compañía a marchas forzadas en su persecución. El comandante estaba el 15 en Santa Rosa. También he recibido parte que los buques españoles que subían el Atrato atacaron el 19 y 20 de enero el fuerte construido en Murrí. Lo batieron dos días y nada adelantaron. Molestados los españoles por varias guerrillas nuestras, se retiraron el 20 después de perder 3 hombres y de los nuestros ninguno. Los españoles atacaron la Nueva Granada por Cúcuta con un ejército de 1.000 hombres, por Cácota, por el Magdalena, por Antioquia y Atrato casi a un mismo tiempo. En todos los puntos han sido rechazados. Parece que también era combinado el ataque de Popayán, único en que triunfaron.

Febrero 17
A las 7 de la mañana llegó de Santa Rosa el comandante Córdova con dos oficiales; dice que el enemigo iba en retirada lleno de terror; que la emprendió el 13 a las 7; que a poco se le huyeron todos los peones cargueros, y que la 2 compañía lo iba alcanzando de modo que le hará mucho daño. El segundo de Warleta era don Sebastián Díaz, teniente coronel. Casi siempre estuvieron acampados fuera del lugar. Se habían cogido varios prisioneros y como 30 fusiles.

Febrero 18-21
El 19 llegó el batallón a Medellín, menos 100 hombres que quedaron de guarnición en Yarumal. Solo persiguieron a los realistas 2 leguas y les cogieron 12 prisioneros. De allí regresaron a Yarumal los 100 hombres que iban a su alcance al mando del capitán Aguilar. El enemigo iba en completa dispersión y si lo persiguen tres días hasta Media Luna no hubiera escapado uno. Córdova perdió el fruto de la campaña y volvió a sentarse en Rionegro. El 19 llegó a Medellín el batallón, y el 21 entró a Rionegro; en ambos puntos se han hecho obsequios a los soldados y se ha manifestado mucha alegría.

Febrero 22
En este día se supo por cartas de La Vega de Supía que las tropas del Valle del Cauca se han retirado por Quindío hacia Ibagué mandadas por el teniente coronel Álvarez. Calzada estaba en Buga según algunos con 2.400 hombres, y que pensaba adelantar sus marchas contra esta provincia. Si no llegan pronto los fusiles corremos algún peligro. Sin embargo el río Cauca es una muralla excelente y muy difícil de tomar. Trabajaremos con actividad para defendernos. […]

Febrero 28
Se dice que a La Vega se acercaba el 24 una división enemiga que venía para esta provincia; que Calzada llegó el 14 a Cartago y que había enviado un destacamento para perseguir a la emigración del Valle, que era de 4 a 5.000 personas. En La Vega había proclamas de Calzada en que hacía muchas promesas. En Popayán perdimos medio batallón. Se calcula la fuerza de Calzada en 1.200 hombres cuando llegó a Popayán. Sabemos que el general Bolívar arribó a Cúcuta con 1.500 hombres de infantería y 700 fusiles. A la fecha estará en Santafé. El general Urdaneta marcha para Popayán con una bella expedición. Sin duda Calzada va a ser destruido, y mucho más pronto si avanza sobre esta provincia. Hoy ha llegado la ley fundamental de la república, por la que Venezuela, Nueva Granada, con el nombre de Cundinamarca, y Quito, han de componer una sola república. Esta es la base de nuestra grandeza futura. No hay duda alguna que la República Colombia (nombre que se ha adoptado) será muy grande si conseguimos consolidarla, como todo lo anuncia, para el año de 1820.

Marzo 1 a 4
Nada particular ocurrió en estos días sino que el 2 estuvo el batallón para marchar hacia el Sur. El comandante Córdova dio una alarma falsa para ver si todo estaba pronto. En estos días se ha mandado jurar a todas las autoridades de la república, por orden del señor vicepresidente de Cundinamarca. Otra disposición importante expedida en el mes de enero fue aquella por la cual se nombraron comisarios para conocer de todas las causas de fe, y se prohibió imprimir nada sin permiso del gobierno. Este acaecimiento es digno de la historia. Él se consideró necesario por la ignorancia de los pueblos. La primera vez nos perdieron las ideas demasiado liberales; ahora es conveniente conducir primero a los pueblos a la independencia y después a la libertad, dos cosas muy diferentes y que confundimos en la época del federalismo.

Se recibió noticia que el 28 por la noche soldados enemigos atacaron nuestra avanzada en Quiebralomo; eran 25 hombres, y nosotros perdimos 2. El oficial de la avanzada se retiró a Bufú. Se decía en La Vega de Supía que tropas nuestras estaban en el camino del Chocó para Chamí; yo creo que engañaron a nuestro oficial y que son enemigas. Calzada probablemente trata de invadir el Chocó.

Marzo 5
El comandante Robledo dio parte que en Riosucio había como 200 enemigos, incluso lanceros; a uno quieren atacar esta provincia. Hoy se ha publicado en Rionegro la ley fundamental de la república de Colombia. ¡Quiera el Cielo que sea el principio de nuestra felicidad! También la juraron las autoridades de la república.

Marzo 7
El día anterior nada hubo particular. Hoy he sabido que los realistas que había en Riosucio eran 65, los 15 de fusil, y que después de la sorpresa que el 1 de este mes dieron a nuestra avanzada, se retiraron para el sur temiendo que nuestras fuerzas de La Vega fueran superiores. Como estas se habían retirado a Bufú, volvían a avanzar para ocupar sus posiciones. Se dice por una espía nuestra que Calzada se había vuelto de Cartago a Cali. Si esto es cierto probablemente ya no emprende operación alguna sobre Antioquia. Debía haberla ejecutado rápidamente.[...]

Marzo 24 a 28
Nada hubo particular hasta la venida del correo en este último día. Se supo que los vecinos de Cali se sostienen contra Calzada atrincherándose en los pasos del Cauca. Aseguran que 600 fusileros realistas, al mando de Simón Muñoz, fueron batidos el 25 y 26 de febrero al atravesar el Cauca en balsas por los pasos de Media Canoa y Palo Blanco. Puede ser cierto. El 20 comenzó a salir a Cartago una división republicana que dicen consta de 1.000 hombres. En Santafé el presidente regresaba a Cúcuta el 21 de este mes. Entre otras cosas han mandado que de Antioquia sigan a Santafé 1.000 esclavos robustos, dándoles la libertad con la condición de que sirvan tres años. Otro número de esclavos se ha pedido a las provincias del Chocó y Popayán; esta medida causará mucha impresión a los propietarios a quienes indemniza su valor, pero dará a la república excelentes soldados.

En Venezuela todos los esclavos fueron declarados libres, y al fin sucederá lo mismo en Nueva Granada. El 19 ya habían llegado 1.000 fusiles a Santafé. También el general Valdés, con parte de su tropa que sigue al sur. Me dice el vicepresidente que en todo abril ocuparemos a Pasto y nuestras tropas seguirán por Quito. En Venezuela parece que a pesar de todo lo que se nos ha dicho del número de nuestras tropas, Morillo aún es superior en infantería y los republicanos en caballería. Aquél ocupa a Valencia. Parece que los ejércitos se hallan estacionarios. Probablemente las operaciones solo serán en Nueva Granada. Warleta ha bajado de Cáceres a Mompós con 150 hombres, la mitad enfermos. En Zaragoza hay 26 al mando de Guerrero. […]

Abril 9
Se ha publicado la orden para que se recojan todos los esclavos solteros para el servicio de las armas. Ningún amo dará arriba de 4. Juzgo que no se completan los 1.000, y habrá que echar mano de los casados. Los amos, que por lo general son pobres, los sienten mucho, y algunos quedan arruinados. Los esclavos están muy contentos, sin embargo de que la mayor parte de los de la provincia son realistas, cosa bien singular cuando hemos proclamado la igualdad legal, y cuando en la primera república concedimos la libertad a todos los que nacieran desde cierta época.

Se me ha olvidado decir que el 15 de enero concedió el vicepresidente un indulto a todos los realistas que había ocultos en la provincia. Se publicó en febrero y se han presentado la mayor parte. [...]

Abril 29
[..]. De esta provincia han seguido ya 400 esclavos reclutas por el ejército de Bogotá. De los solteros se reunirán 600, la mayor parte voluntarios, Al Chocó se ha pedido también un número determinado. En Popayán se declara libre a todo esclavo que tome las armas a favor de la república. Ningún nuevo detalle ha ocurrido en aquella provincia. La guerra de partidas continúa en el Valle y Calzada está en Popayán. Muy pronto será atacado. En el Magdalena Warleta ocupa El Banco y nuestra escuadrilla a Regidor..[..]

Mayo 9
Han marchado para Zaragoza las compañías 1 y 2 de Cazadores con 240 hombres. Mañana sigue el comandante Córdova, y el gobierno militar lo toma el teniente coronel José María Ricaurte, que tiene la comandancia del batallón de línea acuartelado en Medellín. Queda la provincia con una guarnición de 400 fusileros. […]

Mayo 25
La vanguardia de la expedición a Sabanas tomó el 15 la boca de Nechí con muy pocos tiros. Allí tenían los españoles 50 fusileros regularmente fortificados, y los nuestros eran 80. Fue mucha cobardía del oficial español que mandaba, pues tenía además 2 buques de guerra. Se retiró. Con esta operación nos queda abierto todo el Cauca y las Sabanas de Corozal. […]

Mayo 29
Una gran noticia ha venido a llenarnos de nuevas esperanzas. En enero último una revolución ha reventado en España (Gaceta de Santafé No 42), para restablecer las cortes y la constitución. Allí constan los pormenores, y son que: el 19 de enero el comandante del batallón de Asturias la proclamó en el pueblo de las Cabezas de Don Juan. Que se apoderaron de Arcos y otros puntos. 10.000 hombres que había reunidos para venir contra América han comenzado la revolución. Se dice que ya había 40.000 soldados a favor de la constitución y contra el rey Fernando 7. El coronel don Antonio Quiroga era el jefe de la insurrección. Si se confirman estas noticias insertas en el No. 55 del Correo del Orinoco, se acabarán nuestros temores de que venga una expedición de España, y con un año que nos den de término somos inconquistables. Se toman grandes medidas para aumentar el ejército. 3.000 esclavos se han llamado al servicio de las armas concediéndoles la libertad. Con ellos formaremos una infantería que nos hará invencibles. [...]

Los esclavos solteros apenas alcanzan a 500, habiéndose mandado completar los otros 500 con los casados; se están recogiendo actualmente para remitirlos a Santafé. En la provincia, según las listas presentadas, había de 16 a 50 años 1.600 esclavos varones; es número bien pequeño. [...]

Junio 20
Hay orden para que en todo el mes de agosto elijan los diputados de esta provincia en el congreso de Colombia. Se han completado los 1.000 reclutas esclavos, pero solo siguieron a Bogotá 900. El resto se licenció pagando cada amo $ 50. Es muy buena tropa y van voluntarios.[…]

Julio 4
Continúan los buenos sucesos. Hoy han llegado comunicaciones de Magangué. Aún permanecía el teniente coronel Córdova en aquel lugar. El 17 último envió 100 hombres para atacar al enemigo apostado en Pinto. Tres buques de guerra con buena infantería huyeron hacia Mompós al acercarse nuestra columna. El 19 pensaban atacar de firme a Mompós con las mejores esperanzas de tomarlo. En las Sabanas estaban 50 fusileros y 25 dragones de la división de Córdova que las dominaban en gran parte. Los enemigos quisieron defenderlas con 180 hombres, pero el mismo Córdova marchó con igual número a batirlos y se retiraron a Tolú sin pelear. Traían 1.000 fusiles, 300 sables y 300 espadas para levantar tropas. Se dice que en Cartagena han jurado la constitución española y que el gobernador Torres ejerce las funciones de virrey.

La noticia más importante es que el 18 último recibió Córdova un oficio de Brion, el almirante de Colombia. El 10 tomó el fuerte español de Sabanilla en las bocas del Magdalena, y el 11 envió una columna volante para que, penetrando a Soledad, adquiriera noticia de las fuerzas republicanas. Un patriota le dijo que había tropas nuestras en Barranca, y se ofreció a conducir un pliego, como en efecto lo trajo con mucha celeridad a la boca de Pinto. Brion y el comandante general, comisionado por el Libertador, coronel Mariano Montilla, invitan al que manda las tropas republicanas a que obren en combinación pronta sobre el enemigo. Añaden que los fusiles, pertrechos inmensos y el tren de artillería estaban a bordo de la escuadra a punto de desembarcar luego que hubiera noticia de las operaciones del interior; que la escuadra se compone de 15 buques mayores, entre ellos habla de un bergantín con varias flecheras perfectamente tripuladas. Córdova iba a obrar con la mayor celeridad para abrir la comunicación, lo que no era difícil por las Sabanas. Ha salido muy oportuno el movimiento de Brion de dejar a Riohacha y venir a ocupar el Magdalena. Se ha situado en un punto donde cortó la comunicación entre Cartagena y Santa Marta. apoderándose de Barranquilla y Soledad, como lo ha verificado, tiene a su devoción dos grandes pueblos muy patriotas en donde hay todos los recursos necesarios para la escuadra y tropa que vienen de desembarco. Sin duda alguna en breve tendremos ocupada la plaza de Santa Marta y toda la provincia de Cartagena, menos la plaza. […]

Julio 12
Continúan los triunfos en el Magdalena. El comandante Córdova atacó al enemigo el 27 último que apostado en Tenerife con 300 hombres y 18 buques de guerra, le aguardó de firme. Los republicanos teníamos igual número de gente, pero solo 7 buques. Fueron batidos los españoles, a quienes tomó el teniente coronel Córdova 7 buques, volándose el del comandante enemigo Villa. Les hizo 27 prisioneros9 con muchos fusiles y municiones. Con esta acción sin duda todo el Magdalena quedará por nuestro. Añaden que en combinación con la escuadrilla de Brion y la columna de Chiriguaná, que se halla al mando del coronel Lara, sin duda alguna reforzada de Cúcuta, iban a invadir a Santa Marta. Lara derrotó una división española que atacaba a Chiriguaná al mando de Sánchez Lima, el gobernador español de esta provincia de Antioquia en 1816, y que refugiado en Jamaica aparentaba ser muy liberal. Todo español hace una guerra de exterminio al americano, y es preciso que haya retaliación. [..]

Julio 24
Hemos tenido un correo extraordinario del comandante Córdova de Barranca. Detalla la acción de Tenerife y dice que los españoles perdieron en un momento más de 200 hombres que murieron a manos de nuestra escuadrilla, la que sola acabó con el enemigo. El comandante Córdova, que desembarcó más arriba, llegó un cuarto de hora después, y ya el enemigo no existía. Cogimos 10 buques de guerra, se voló otro en que iba el teniente coronel Villa, que era el comandante. El último buque enemigo cayó en Sitionuevo en poder de la escuadrilla de Brion, mandada por Padilla. Después de esto, Córdova ocupó a Barranca sin oposición. De allí se fue a Soledad con un piquete a tratar con el almirante Brion y el coronel Mariano Montilla, comandante general. Formaron su combinación, y el 6 del corriente se hallaba nuevamente en Barraca para marchar el 7 a ocupar a Turbaco. De Cartagena salieron contra Montilla 270 hombres al mando del comandante de artillería Romero; mas luego que supieron la ocupación de Barranca, se fueron aceleradamente a refugiar en la plaza. Otra división española estaba en las Sabanas del Corozal, en donde había incomodado a la columna republicana que mandaba el teniente González. Córdova marchaba a destruirla porque dicen estaba cortada. Aseguran que Cartagena no podrá resistir un sitio porque se halla sin víveres, y ya los españoles no pueden introducirlos. Nueve buques de la escuadra de Brion cruzaban delante de la plaza y habían tomado un bergantín español.

El almirante Brion y el coronel Montilla escriben al gobernador militar y al político de Antioquia pidiendo con mucha instancia dinero, de que se hallan muy escasas las tropas y la marina en cinco meses que hace no tienen comunicaciones con el gobierno. No dudo que se les enviará. Brion dice que remitiéndoles dinero con qué afirmar el crédito nacional, habrá dentro de 20 días 16.000 fusiles con sus correspondientes cartuchos y toda clase de recursos.

Reservadamente se nos comunica por una persona fidedigna, que la expedición del señor Brion sufrió su pérdida fatal de 800 ingleses que se desertaron yéndose para su país, porque no se les dieron 100 pesos que se les debía a cada uno. Por esto sin duda fue que Brion y Montilla abandonaron a Riohacha, en donde no podían sostenerse. Así es que después de ocupar a Sabanilla solo pudieron enviar a Soledad una columna de 150 hombres y se dedicaron a armar a los habitantes. Ya tenían el 3 de julio 700 fusileros y 100 de caballería. Todos los pueblos los recibían como a sus libertadores y habían jurado la independencia. Nada se dice de la acción de Laguna Salada de que hablamos el 19, por lo cual la creo falsa. Lo que fue cierto es que el coronel Sánchez Lima ha sido derrotado en Chiriguaná por el coronel republicano Lara. El primero tenía de 400 a 500 hombres, y el segundo, 1.600. Perseguía los restos españoles y se avanzaba sobre Santa Marta, cuya plaza ocupará o habrá ocupado a la fecha aquella división. La victoria no desampara las banderas de la república, y es admirable todo lo que se ha hecho con tan débiles fuerzas como aquellas con que comenzamos a obrar en el Magdalena y en el Cauca. Parecía imposible destruir las fuerzas sutiles enemigas, que eran muy superiores. Todos los buques han caído en nuestro poder, y ya tenemos por nuestro todo el Magdalena y el Cauca con un puerto en el Atlántico; tomando toda la costa, la república se consolidará sin duda alguna.

El vómito negro nos está quitando en Mompós y el Magdalena bastante gente. Ha muerto el teniente Cástor Gómez, de Antioquia, joven de esperanza; hay muchos enfermos. A Barranquilla han llegado el doctor Gual y el señor Miguel Santamaría con otros emigrados de Jamaica, hombres de luces y muy útiles. […]

Julio 30
Grandes noticias se acumulan todos los días. Se sabe de positive que Fernando VII ha jurado la constitución española, sujetándose a una junta de gobierno presidida por el cardenal de Borbón y compuesta de nueve individuos, a la cual ha sujetado el rey todos sus acuerdos y decretos. El general Ballesteros es vicepresidente, el que se ha declarado abiertamente por la independencia de América. Los generales constitucionales de Galicia, Cataluña, Aragón y Vizcaya, dicen en sus proclamas que es preciso reconocer los territorios independientes de la América y ofrecer a los soldados que ya no vendrán a este hemisferio a ser víctimas de los climas y de una guerra fratricida. De Cádiz habían salido diputados para el general Bolívar, y Morillo, ese general orgulloso que tanto despreciaba a los rebeldes, ha escrito al general Bolívar con todo el decoro que este merece, titulándole presidente de Colombia, y del mismo modo habla el general Latorre. Morillo invita a Bolívar a transigir las diferencias, a cuyo efecto enviaba al jefe de su estado mayor general José María Herrera, hijo de Cartagena, y había dispuesto suspender las hostilidades por un mes. Bolívar mandó que se suspendieran por ocho días, y dio orden que Herrera no pasara de Táriba si no venía a tratar bajo la base de reconocer la independencia de Colombia. Este paso es muy acertado, y no debemos admitir tratado alguno que no asegure la existencia e integridad de la república.

El gobierno de los Estados Unidos ha nombrado un agente público para residir cerca del gobierno de Colombia, y sin duda va a ocupar las Floridas por la fuerza, en cuyo caso es inevitable un rompimiento con la España. El congreso de los mismos estados había prorrogado sus sesiones para aguardar al enviado del general Bolívar, el vicepresidente Zea, pero este antes de ir a Washington partía por Londres acaso para aprovechar los momentos de la revolución de España a ver si puede conseguir que se reconozca a Colombia.

Todos estos sucesos y noticias anuncian con certidumbre que se aproxima el fin de la guerra funesta de la revolución, y que en todo el año de 20 quedará asegurada la república de modo que sea imposible trastornar su independencia. ¡Gloria y loor eterno al inmortal Bolívar y a sus valientes compañeros de armas que humillando en Boyacá el orgullo español, nos abrieron la carrera de la libertad y de la independencia!

Agosto 8
Se ha puesto el sitio de Cartagena; según los pliegos interceptados al gobernador de aquella plaza, brigadier don Gabriel de Torres, se hallaba en los mayores apuros, sin víveres, sin dinero y casi sin guarnición. Los pueblos se han decidido en contra de los españoles que no ocupan más terreno que el encerrado por las murallas. El coronel Montilla manda el sitio, y el gobernador dice, sin embargo, que espera defender la plaza. La peste hace estragos en las tropas republicanas, y 100 hombres han muerto de los 300 de Antioquia que llevó el comandante Córdova; el cuartel general de los patriotas está en Turbaco.

Por dos personas fidedignas que se han pasado de Santa Marta sabemos que en aquella plaza hay muchos patriotas; que el obispo lo es, y que los españoles con muy pocas fuerzas aguardan la división del coronel Lara que estaba en el Valledupar, concentrados en el pueblo de la Ciénaga. Santa Marta será nuestra luego que lleguen las tropas republicanas. Warleta se embarcó para Jamaica, y un buque de guerra inglés iba para Cartagena a sacar al virrey Sámano, al brigadier Cano y al obispo Gregorio Rodríguez.

Se ha publicado el oficio de Morillo al comandante de Cúcuta; sin duda lo que propone es que reconozcamos la constitución española y que todo se olvidará. Todavía viene ensalzando la clemencia del rey Fernando VII. EI general Latorre escribe al presidente Bolívar en términos muy decorosos. Este contestó que no oía las proposiciones del diputado Herrera si no era bajo la base de reconocer la España a Colombia por un “estado libre, soberano e independiente”. Admite el armisticio de un mes solo para el ejército de Cúcuta. […]

Agosto 13
Se han elegido hoy los diputados de Antioquia para el futuro congreso de Colombia. Los 15 electores se reunieron en Medellín presidiendo el gobernador político de la provincia. Resultaron electos para diputados principales los señores Francisco Antonio Zea, vicepresidente de Colombia; doctores Félix Restrepo, Vicente Borrero, José Manuel Restrepo y Pedro Francisco Carvajal. Suplentes, primero el señor Miguel Santamaría, natural de Méjico, y quien sirve en la escuadra del almirante Brion. Si no pudiere ser elegido, serán suplentes los señores Carlos Álvarez Tirado, Joaquín Gómez Hoyos, Manuel Antonio Jaramillo, Francisco Montoya Zapata y Juan Uribe, con el orden expresado.

Agosto 19

El general español Latorre aceptó el armisticio por un mes y dice que con mucho placer, pero que ignoraba las bases que fijarían los diputados que vienen de España a tratar con el general Bolívar. Morillo ha oficiado a éste dándole tratamiento de excelencia, y al congreso de serenísimo. ¡Qué mutación tan repentina!... El diputado de Latorre, Herrera, fue tratado muy bien por el presidente Bolívar.

Continúa el sitio de Cartagena. Han salido de la plaza los principales jefes, Sámano, el obispo y otros. El gobernador Torres ofició al coronel Montilla para que dirigiera con prontitud un pliego al general Bolívar, diciendo que le hacía proposiciones ventajosas a la república. Montilla lo abrió en virtud de sus facultades y le contestó que entregara la plaza a discreción y garantizaba la vida de todo español dándoles pasaporte para seguir donde quisieran. No se dicen las proposiciones que contenía el oficio para Bolívar. De la plaza ha salido casi todo el paisanaje, y el gobernador no había contestado a la intimación de Montilla, El bloqueo se estrechó y ocupamos el cerro de La Popa. Hay esperanza de que pronto se termine. De Santa Marta nada hemos sabido en los últimos diez días.

Agosto 19
Se repite la noticia en las gacetas extranjeras de que la España o sus cortes reconocen la independencia de Chile, Buenos Aires y La Nueva Granada, pero todavía no es una cosa positiva y aguardamos con ansia la llegada de los comisionados del gobierno español para ver los tratados que proponen al presidente de Colombia. Sin embargo, parece indudable que para siempre hemos asegurado nuestra independencia y que la guerra camina rápidamente a una pronta y feliz terminación. Los esfuerzos de los pueblos son prodigiosos y el gobierno obra con mucha unidad y energía. Tenemos que hacer grandes sacrificios, pero la patria nos recompensará con usura.

En menos de un año han salido de Antioquia para el gobierno y remitídose a Santafé, 162,000 pesos en dinero. Hay para el mismo efecto 6.000 pesos y 50.000 que se están coleteando para conducir el teniente coronel Ricaurte que marcha con su batallón de 500 hombres a unirse sobre Cartagena con la división del coronel Montilla. La provincia además remitió a Santafé 900 reclutas de los esclavos, e igual número de libres que se han alistado en los batallones de Cazadores y Girardot, formados en Antioquia. En vestirlos, disciplinarlos y sostenerlos se han gastado sobre 100,000 pesos, lo que añadido a los gastos de raciones, marchas, etc., no baja de 400,000 pesos lo que en un año ha dado la provincia para sostener la república. Son esfuerzos prodigiosos que ya comienzan a sentir los pueblos.

Agosto 29
Ayer llegó el teniente coronel Pedro Acevedo, que viene de gobernador interino de la provincia por haber marchado para Cartagena el 23 del corriente el teniente coronel Ricaurte, que manda el batallón Girardot. Sacó 450 hombres, pero ha sufrido mucha deserción y no se embarcarán 400 en Juntas.

[…]Las gacetas inglesas dicen que se ha renunciado en España a toda idea de expedición contra la América del Sur. Todos los buques fletados se han devuelto a sus dueños y parte de las tropas se ha licenciado. Es por tanto ya segura nuestra independencia y el término de la lucha no está muy distante. ¡Qué días tan bellos los que vamos a tener cuando Colombia sea reconocida como una nación!... ¡Gloria al inmortal Bolívar que ha fundado la república con su constancia y heroísmo en combatir a los españoles!

Nuestro ejército del sur permanece en Popayán. Son muy lentas las operaciones del general Valdés. Algunos dicen que aquel ejército no es bastante fuerte para atacar a Quito. Otros, que tiene más de 3.000 fusileros. Los patianos sorprendieron a 17 guías, mataron 8 e hicieron algunos prisioneros. Patía nos hará siempre la guerra, y sus habitantes son los llaneros del sur. […]

Septiembre 19
Al fin hemos sabido las propuestas de los diputados del general Morillo. Declararon que el rey no podía reconocer la independencia de Colombia sin oír el voto de la nación reunida en cortes. El general Urdaneta y el coronel Pedro Briceño, comisionados por el general Bolívar, dijeron entonces que sin aquella base no oían proposición alguna. Los diputados españoles Linares y el teniente coronel José María Herrera, por enfermedad de Toro, instaron entonces porque se ajustara un armisticio general por diez meses, a lo que de ningún modo accedieron nuestros comisionados. Así la campaña de Venezuela se abrirá en el próximo mes de octubre. Cuando los enemigos instan tanto por la cesación de hostilidades, deben estar débiles. Estos son pues los momentos más preciosos que se nos presentan para activar las operaciones militares y obligarles a la paz.

El general Bolívar estaba el 23 último en Barranquilla con el almirante Brion; el 25 marchó para la línea de Turbaco, y de allí escribía que regresaba a Cúcuta a ponerse al frente del ejército que debe obrar en la provincia de Caracas. Se activaban las operaciones contra Santa Marta, el 5 de este mes se ponían movimiento desde Barranquilla y Soledad 2.000 hombres, seis buques mayores y muchas lanchas, todo contra aquella plaza. Creemos que a la fecha estará en nuestro poder.

La cámara de representantes de los Estados Unidos resolvió el 11 de mayo, por una mayoría de 80 contra 76, que se conocieran los gobiernos independientes de la América del Sur. La moción fue propuesta y sostenida por el prefecto speaker de la misma cámara, H. Clay. Este es un paso de la mayor importancia que hemos dado en nuestra carrera política. Aún sufrirá el reconocimiento muchas dificultades, pero esto puede ser que incline la balanza a nuestro favor, y otras potencias se resuelvan a hacer lo mismo, especialmente la Inglaterra, en donde a la fecha trabajará el señor Zea como nuestro enviado en Londres […]

Octubre 9
[…] Por las gacetas de Jamaica sabemos que el señor Zea, ministro plenipotenciario de Colombia, había llegado a Londres en junio, y que a fines del mismo debía salir para París, adonde también se extendía su misión. Los papeles públicos de Londres dicen que es un sabio de primer orden, y hablan de él con mucho elogio. […]

Octubre 24
Por noticias fidedignas sabemos que los españoles que sorprendieron a Turbaco el 30 de agosto degollaron a todo viviente que cayó en sus manos, hombres, niños y mujeres; entre estos perecieron dos jóvenes hijas de doña Jacinta Calonge, señora que había salido de Cartagena. Tal atentado contra la humanidad se cometió después que los españoles, por medio del gobernador Torres, prometieron hacer la guerra según la ley de las naciones, como consta del oficio al general Bolívar. Cartagena ha reunido tres corbetas, dos bergantines y otros barco hasta el 9, buques de guerra; su marina es superior a la nuestra y ha declarado a Sabanilla en estado de bloqueo. No podremos hacer el comercio sino con mucho peligro, y puede obstruirse el Magdalena si pronto no se toma a Santa Marta. […]

Noviembre 18
[…] En Bogotá hay mucho descontento con el vicepresidente Santander, porque dicen es un déspota. Verdaderamente ha cometido actos arbitrarios, pero ha sido imposible seguir otra conducta en este tiempo de revolución, cuando es necesario usar de mucha energía para salvar la patria. Hay en Bogotá un partido grande que tiene ideas exageradas de libertad, las mismas que nos perdieron en la primera época de la república. Si el congreso las adopta, me parece que nuestra independencia correrá grandes peligros. […]

Diciembre 8
Nos ha llegado por el correo la plausible noticia de la toma de Santa Marta. El 10 de noviembre fue ocupado el pueblo de San Juan de la Ciénaga después de un ataque muy reñido que duró medio día entre nuestra escuadrilla y tropas de tierra, con el ejército real; 600 hombres de este quedaron tendidos en el campo, entre ellos muchos indios de aquel pueblo, que son muy fanáticos por el rey.

[…]

Diciembre 31
Se ha realizado el armisticio que se firmó en Trujillo el 26 de noviembre último. Los comisionados por parte del presidente de la república fueron el general Antonio J. Sucre, el coronel Pedro Briceño y el teniente coronel J. G. Pérez. En general cada parte ha retenido las posiciones que ocupe al tiempo de notificarle la suspensión de hostilidades. Morillo ha reconocido con este paso a la república de Colombia aunque indirectamente. El armisticio durará 6 meses, y se prorrogará por todo el tiempo que quieran las partes, pero se ha de notificar su cesación 40 días antes de romperse las hostilidades. Todos los países de Colombia y de la España podrán comerciar mutua y francamente entrando y saliendo por los puertos de Maracaibo y Cartagena, lo mismo que los enviados y agentes que salgan del gobierno de Colombia o que envíen los países extranjeros.

Tampoco podrá ninguna de las dos partes beligerantes aprestar expedición alguna, y solo se permitirá el arribo a los puertos españoles de algunos buques de guerra que deben estar navegando para América, los que no podrán desembarcar tropas, y relevarán igual número de buques de la escuadra española que obra sobre las costas de Venezuela. Generalmente, los pueblos de Cundinamarca han recibido con disgusto el armisticio, del que juzgan que ningunas ventajas van a sacar y que solo servirá para detener el curso victorioso de nuestras armas, en lo que parece tienen razón. Por algunos datos se cree que habrá un tratado secreto o razones que ignoramos para dar semejante paso, y todo el mundo reposa en el patriotismo y talentos del general Bolívar. Probablemente el armisticio será un preliminar para la paz a fin de que principien a calmarse los ánimos, y en tal caso nos tiene cuenta. Por el sur, si el general Valdés hubiera tenido actividad, nos cogería el armisticio cerca de Quito. Nuestro ejército se movió del Valle del Cauca el 3 de este mes y hasta fines del mismo no se le notificará la cesación de hostilidades. Sabemos que los españoles no tenían fuerzas en Juanambú y Pasto. Se habían concentrado en Quito para oponerse a 800 hombres que habían marchado de Guayaquil contra aquella ciudad. Siendo esto cierto, podremos avanzar mucho sobre el sur.

Diciembre 31
Al siguiente día que se ajustó el armisticio se firmó un tratado entre los comisionados del gobierno español y los de Colombia para regularizar la guerra en caso de que vuelva a romperse. Cesó para siempre esa guerra bárbara que nos ha hecho la España y que nosotros hemos retaliado con furor. En lo venidero solo irán los que caigan en el fuego de la pelea. Las vidas de todos los demás serán respetadas, y los prisioneros de guerra tratados con las condiciones que exige el derecho de gentes. Dicho convenio está lleno de filantropía y humanidad, y si los españoles lo observan (duda que naturalmente se presenta a los americanos), hemos ganado mucho, aun cuando la guerra vuelva a encenderse. Al publicar este tratado hemos, por la primera vez, dado un elogio a Morillo, ese asesino de todos nuestros grandes hombres. La pluma se resiste, y aunque la política lo exija a fin de que calmen las pasiones, es imposible tratarle con consideración y miramientos, como parece que lo ha dispuesto el general Bolívar.

El congreso de Colombia se va a instalar inmediatamente. Se ha mandado que los diputados de esta provincia de Antioquia marchen a Cúcuta con aceleración. El autor de este diario es uno de ellos, y ha resuelto no ir aprovechándose de la facultad que el presidente dio a los empleados en el poder ejecutivo para ir o no. Estoy persuadido que el congreso no puede ser constituyente, y que solo hará algunos arreglos provisionales, para lo cual no es preciso que concurran todos los diputados.

Año de 1821
Enero 11
Nuevos acontecimientos parece que presagian la paz y el reconocimiento de la independencia de Colombia. El general Morillo, después de firmar el tratado de armisticio, solicitó una entrevista con Bolívar. Este accedió con mucho gusto y se verificó en Santa Ana, pueblo situado entre Carache y Trujillo. Morillo dio un convite a Bolívar después de haberse abrazado con la mayor cordialidad. Allí se brindó por Colombia y por la nación española y hubo mucha franqueza; Morillo propuso que para perpetuar aquel acontecimiento, del que iban a seguirse tantos bienes a la humanidad, se erigiera una pirámide en cuya base se grabaran los nombres de los comisionados de Colombia y de España, que habían presentado, redactado y concluido el tratado de regularización de la guerra entre los dos pueblos; que la primera piedra, que debía ser el fundamento de esta pirámide, fuese conducida por el presidente de Colombia y por él, que habían aprobado y ratificado aquel tratado, que se vería en Europa como un documento eterno de generosidad y filantropía. Que sobre aquella piedra se renovaran sus promesas de cumplirlo estricta y fielmente, dando de este modo un carácter más augusto y religioso a aquel convenio, que debía llamarse “el de la conservación de los que en lo sucesivo sean destinados por los dos gobiernos a sostener sus derechos”. El presidente de Colombia adoptó la idea con transporte, y acompañado de Morillo condujo una piedra angular que debe ser la primera de la pirámide. También propuso Morillo que los dos gobiernos destinaran ingenieros que se encargaran de esta obra, y que se dibujara un cuadro que representase al presidente de Colombia y al general español en el acto de abrazarse la primera vez.

La entrevista se concluyó a satisfacción de ambas partes. El general español Latorre se manifestó muy liberal, y dijo a Bolívar que descenderían juntos hasta los infiernos en persecución de los tiranos. Cuando Morillo trata a nuestro presidente con tanta consideración es de presumirse que tenga órdenes de la corte y que no esté lejos el reconocimiento de nuestra independencia. Se añade, por cartas particulares, que Morillo se va para España y que Latorre queda mandando en Venezuela.

Ya se anuncian los oficiales que vienen de España encargados de proposiciones pacíficas para los americanos. A Venezuela van el brigadier don Juan Sartorio y el capitán de fragata don Francisco Espelius. A la Nueva Granada vienen el capitán de fragata don Juan Barry y el de navío don Tomás Urrecha. Otros, hasta el número de 11, van a diferentes puntos. Se dice que si no pueden conseguir que renunciemos a las ideas de independencia, nos propondrán que coronemos al hijo de la reina de Etruria. ¡Qué delirio!...

[.,,].

El general Morillo se despidió de sus tropas por una proclama el 3 de diciembre. Es digna de verse. Ha quedado con el mando Latorre, hombre que no tiene ni la opinión, ni la energía, ni la actividad, ni la fortuna de Morillo. Este se ha marchado para España, y se asegura que dijo en la entrevista de Santa Ana que iba a colgar la casaca y retirarse a su casa. Sí, allí en silencio será despedazado por los remordimientos de tantas víctimas ilustres como sacrificó a la tiranía en la Nueva Granada y Venezuela. Verá también su nombre cubierto de oprobio y execración en la historia que haga pasar a la posteridad la revolución de Colombia, asociado al de su segundo Enrile, que tuvo tan gran parte en los asesinatos de Santafé el año de 1816.

[…]

Bolívar no va ya para el sur, el 14 de este mes seguirá de Bogotá para Cúcuta con el objeto de instalar el congreso de Colombia, lo que se verificará el 1° de marzo próximo. En el mismo tiempo marchaban para aquel destino todos los diputados que había en Santafé, pues a ninguno se le ha admitido excepción aunque hayan sido empleados. Esto indica que el autor de este diario tendrá también que ir.

[…]

Febrero 28
El 10 de febrero llegaron a Pasto los coroneles Moles y Morales. El obispo de Popayán, Jiménez, y el comandante García se empeñaron en tratar al último decorosamente, pero el pueblo atropado gritaba ¡mueran los insurgentes! ¡Qué hombres tan idiotas y fanáticos por el rey!

[…]

En Cartagena y otros puntos de la república se verificó el canje de prisioneros conforme al tratado de la regularización de la guerra. La humanidad cesó de gemir con la bárbara guerra que nos hacían los españoles, y Colombia comenzó a ser tratada con respeto a consecuencia de los tratados de Santa Ana.

[…]

Junio 25
[Después de la batalla de Carabobo] el Libertador presidente, después de haber reorganizado en Valencia el ejército, marchó sobre Caracas con tres batallones de infantería y uno de caballería. […]

El 29 de junio entró el Libertador presidente en Caracas después de 7 años que los españoles le habían expelido de aquella ciudad, su patria. El lugar estaba desolado a consecuencia de los últimos sucesos de la guerra y las continuas emigraciones; pero se hicieron al ilustre Bolívar todos los obsequios que fue posible, y la parte de la población que existía manifestó algún entusiasmo. Aún estaban temerosos de que volvieran los españoles.

[…]

En consecuencia de la victoria de Carabobo, todo el territorio de todo Venezuela, exceptuando solamente las plazas de Puerto Cabello y Cumaná, fue ocupado por las armas vencedoras. Los españoles reunieron en la primera cerca de 4.500 hombres de los dispersos, fugitivos y de las columnas de Pereira y la de Tello, que se salvaron; 1.000 había en la segunda. Bolívar se contentó con poner una línea de bloqueo no estrecho a Puerto Cabello para promover la deserción, que comenzó a ser muy grande aun de los españoles europeos, cosa que no ha sucedido sino raras veces en la historia de la revolución de América. La mayor parte de los prisioneros hechos en Carabobo tomaron también servicio en el ejército republicano, que de este modo llenó en parte las bajas sufridas en la campaña, que habían sido muchas. Cuando se abrió, el ejército de Bolívar constaba de 11.000 hombres, y en Carabobo apenas pudo reunir 6.500; las enfermedades, principalmente, habían causado tanta disminución.

[…]

La narración de los sucesos de la memorable campaña de 1821 ha llamado toda nuestra atención hasta ahora. Para no interrumpirla no hemos mencionado otros sucesos principales de la historia de Colombia. Ocupa entre estos un lugar prominente todo lo que atañe al primer congreso general convocado para el Rosario de Cúcuta, del que vamos a ocuparnos.

Habían corrido los meses de marzo y abril en que un número considerable de diputados de las provincias libres de Venezuela y Nueva Granada estaban reunidos en el Rosario. El Libertador presidente se hallaba ocupado en la campaña de Venezuela, y absolutamente no había quién pudiera presidir aquel grande acto. En poco tiempo habían muerto en Cúcuta dos vicepresidentes de Colombia, el doctor Juan Germán Roscio, nombrado por el congreso de Angostura, y el doctor Luis Eduardo Azuola, elegido interinamente por Bolívar. Por esta falta y porque no acababan de llegar los diputados, cansados los que estaban en Cúcuta proponían partidos desesperados. Pretendían algunos que el congreso se instalara por sí mismo sin aguardar la intervención del poder ejecutivo, que parecía haberlos olvidado; no dictaba medida alguna para la instalación ni para la subsistencia de los representantes, algunos de los cuales estaban sufriendo aun el hambre por falta de recursos; otros eran de opinión que cada uno se volviera a su casa, supuesto que el poder ejecutivo no daba providencias para la instalación; otros, más constantes y patriotas, predicaban a sus compañeros la paciencia y el sufrimiento por algunos días más, pues si no tenía efecto la reunión del congreso general, era muy difícil que se volvieran a juntar los miembros escogidos para componerle, y Colombia seguiría bajo del yugo verdaderamente de hierro de un gobierno puramente militar. Con tales reflexiones consiguieron calmar la impaciencia de sus compañeros e hicieron un servicio muy distinguido a la república.

Abril 27
En los primeros días de abril llegaron algunos diputados más, y cuando menos lo esperaban se presentó en Cúcuta el general Antonio Nariño con el título de vicepresidente interino de Colombia y con la comisión de instalar el congreso en el lugar designado por la ley fundamental. Ambos títulos se los había conferido el Libertador presidente, con quien Nariño se había visto en el cuartel general de Achaguas, en el viaje que hacía de Guayana al interior de la Nueva Granada. Como el nombre de Nariño es célebre en los anales de la revolución, daremos una sucinta relación de sus últimas aventuras.

Después que en 1814 cayó prisionero en Pasto perdiéndose una gran parte del ejército republicano, fue conducido a Quito, y el presidente español Montes le envió a Lima, de donde fue remitido a España y sepultado en la cárcel de Cádiz. Allí permaneció hasta 1820, en que la revolución de la península le puso en libertad; pasados los primeros momentos, el rey dio orden para que nuevamente se le redujera a prisión, y habiéndolo presentido Nariño, se escapó a Gibraltar de la isla de León en donde se hallaba. De allí pasó a Londres y París y se trasladó después a Guayana. La casualidad quiso que llegase al cuartel general de Achaguas en los días en que el Libertador había recibido noticia de la muerte del vicepresidente Azuola; por este motivo y porque Nariño tenía alguna celebridad, lo hizo vicepresidente interino con la comisión de instalar el congreso.

La villa del Rosario de Cúcuta, capital provisional de Colombia, es lugar como de 3.000 almas de población, está situada en un valle estrecho de poco más de dos leguas de ancho que corre del sur al norte, y lo forma el río Táchira, límite entre la antigua Venezuela y Nueva Granada; yace al oriente la cordillera de los Andes que divide las aguas que van al lago de Maracaibo de las que se precipitan en el Orinoco; por el occidente solo tiene bajas colinas que separan este valle del de San José de Cúcuta, que dista una legua y media. La villa tiene, poco más o menos, 200 malas casas, la mayor parte de teja, pero de mal gusto y sin comodidad; las calles están empedradas y tiradas a cordel; tiene una bella iglesia. El clima es cálido, aunque se refresca por una brisa continua y violenta, que por otra parte incomoda mucho; el término medio del termómetro de Fahrenheit es de 80 a 83 grados; apenas estará sobre el mar como 80 toesas. El aire es muy seco, y por tanto el lugar no es malsano. Como la guerra ha desolado los valles de Cúcuta, el Rosario no ha ofrecido comodidad alguna a los diputados y miembros del gobierno. Escasez de víveres, mala calidad y alto precio de los alimentos, casas incómodas y sin muebles, y sobre todo el calor, el viento continuo y el agua siempre turbia hicieron la mansión del Rosario muy desagradable a los miembros del congreso. Esto sucedió principalmente en los meses que pasaron en la incertidumbre de si habría o no congreso de Colombia; los más creían lo último viendo que no aparecía algún comisionado del poder ejecutivo, que parecía haber olvidado a los representantes de los pueblos, después de haberlos convocado con urgencia. Sin duda esto provino de la necesidad de terminar la guerra de Venezuela, que absorbía toda la atención del Libertador.

El arribo del general Nariño puso fin a las ansiedades de los diputados; aún se presentaron algunas dificultades para la instalación del congreso, y una de ellas fue que solo había 57 diputados presentes, y siendo 19 las provincias libres el total era de 95, pues cada provincia debía haber enviado 5. Siendo imposible reunir mayor número y hallándose el gobierno facultado por el decreto de convocatoria para allanar todas las dificultades que ocurrieran en la instalación del congreso, el vicepresidente decretó que, existiendo en el Rosario la mayoría de los diputados, debía con ella instalarse el cuerpo constituyente de la nación, y se fijó el 6 de mayo.

Mayo 6
El vicepresidente concurrió al templo en compañía de los diputados con el fin de invocar el auxilio divino con el augusto sacrificio de la misa. Pasando después a la sacristía de la iglesia, que era espaciosa, y el salón preparado para las sesiones, recibió juramento en común de todos los diputados de cumplir fielmente sus deberes, y declaró legalmente instalado el congreso general de Colombia. Los diputados eligieron, por votos secretos, para presidente temporal del congreso al doctor Félix Restrepo, diputado por la provincia de Antioquia, y al señor Fernando Peñalver para vicepresidente. Secretarios perpetuos fueron nombrados los diputados Francisco Soto y Miguel Santamaría. El acto de la instalación del congreso se hizo sin pompa alguna y con una sencillez espartana. En el Rosario no había elementos para solemnizarla; apenas hubo algunas diversiones de los habitantes de la villa, y expresiones sinceras de su regocijo.

Una de las primeras atenciones del congreso fue la de acordar un reglamento de proceder para introducir el orden en las discusiones; se formó en efecto, pero después de muy largas disputas. Otro objeto importante que ocupó la atención del congreso fue la renuncia que hizo de la presidencia el general Bolívar, con expresiones bastante duras “de que estaba cansado de oírse llamar tirano”. El cuerpo de la nación no admitió la renuncia, contestando al general un oficio muy decoroso y digno del Libertador. También confirmó de vicepresidente interino al general Nariño.

Este trató de que el congreso se trasladara a Bogotá, bajo el pretexto de que en el Rosario no había dinero con qué mantener a los diputados, como en efecto sucedía. Ganó un partido aunque la mayoría se denegó a la traslación, y este negocio hizo perder al congreso algunas sesiones.

Junio 4
Al fin se comenzó a examinar la ley fundamental de Colombia, que había sancionado el congreso de Venezuela, y que era una base precisa para formar la constitución. Un partido numeroso se decidió por la unión de Venezuela y de Nueva Granada bajo el sistema de que se federasen los Departamentos. Tal idea fue combatida vigorosamente por otros miembros muy respetables que, enseñados por la experiencia, veían en la federación un sistema de gobierno débil, y por el contrario uno muy vigoroso en la centralización. Además, Colombia en la actualidad era incapaz de confederarse por la falta de hombres y de recursos, que apenas bastaban para un solo gobierno. Después de 15 días de discusiones acaloradas en que brillaron por la federación los diputados Márquez y Alejandro Osorio, y contra ella los señores Gual, Azuero, Soto, Gómez, Peñalver y otros, se decidió “que Venezuela y la Nueva Granada se unieran en un solo cuerpo de nación con un solo gobierno popular representativo, y que el territorio de la república se dividiera en varios círculos o departamentos menores que los actuales de Venezuela, Cundinamarca y Quito”. Después que se votaron estas proposiciones, todos los diputados quedaron contentos, y se encargó a la comisión de legislación, compuesta de los diputados J. Manuel Restrepo, Vicente Azuero, Luis Mendoza, Diego Gómez y Cornelio Valencia, que formaran un proyecto de constitución y lo presentaran cuanto antes. El vicepresidente Nariño presentó uno que había formado, y el congreso lo mandó pasar a la misma comisión, lo que disgustó mucho a Nariño, que deseaba se examinase y sancionara el suyo, que era inadaptable a Colombia, y que proponía una confederación.

Junio 9
En estos días ocurrió un accidente desagradable que pudo causar males muy grandes a la república. El irlandés general Devereux, por un agravio que supuso había hecho el general Nariño a una paisana suya, viuda del coronel English, pasó al vicepresidente una esquela que Nariño creyó un desafío. A pesar de los empeños que algunos amigos de Devereux hicieron con el vicepresidente Nariño para que el negocio no se enjuiciara, le mandó arrestar y seguir causa poniéndole en un calabozo, privado de comunicación. Cansado Devereux de sufrir una incomunicación de más de 15 días, ocurrió al congreso quejándose de Nariño como de un opresor. Este negocio se vio en los días 9 y 10 de junio; algunos diputados se pusieron de parte de Devereux, y otros de la de Nariño, y hubo acaloradas disputas en que este fue tratado de tirano, especialmente porque sin motivo no daba a Devereux, un general extranjero que había hecho a Colombia servicios muy importantes, una posición decente, y lo tenía preso en una cocina, como en efecto sucedía. El congreso resolvió que se pusiera a Devereux en una prisión decente, que se le dieran todos los auxilios para defenderse, y que se le dejara en comunicación con el cuerpo soberano de la nación”. Con nada de esto cumplió Nariño que salió objetando el decreto, porque decía no ser del resorte del congreso, y pertenecer el negocio a los tribunales de justicia. Al mismo tiempo añadía expresiones muy duras contra la representación nacional, diciendo “que en la materia no obedecía ni obedecería jamás”. Esto acabó de exasperar el partido, que en las sesiones anteriores se había declarado contra Nariño. Se pronunciaron contra él discursos muy fuertes, y algunos diputados fueron de opinión que se le debía deponer como a un jefe que negaba la obediencia al congreso general constituyente, que tenía el carácter de convención y reunía en sí todos los poderes; otros le sostuvieron diciendo que el congreso debía explicar su decreto anterior. Esta opinión prevaleció por una considerable mayoría. Sin embargo, pasaron muchos días sin que el vicepresidente cumpliera con la disposición del congreso. Devereux permaneció en la cocina que le servía de calabozo, hasta que Nariño, para cortar la disputa, saliéndose con su designio, lo remitió preso al cuartel general del Libertador presidente. Algunos diputados aún hicieron esfuerzos para que en el congreso se diera la declaratoria de que el vicepresidente Nariño no había cumplido las órdenes de la representación nacional, mas no pudieron conseguirlo; había muchos que eran sus adictos y que le favorecían. Al fin el negocio se difirió indeterminadamente sin resolución.

Julio 25
Este acaecimiento había hecho perder mucho tiempo al congreso e introducido la división entre sus miembros. Todo el mundo vaticinaba que nada útil había ya. Pero felizmente se quitó el principio de la discordia. El vicepresidente, disgustado por las disputas anteriores con el congreso, viendo que tenía contra sí un número bien considerable de diputados, y sobre todo hallándose en riesgo de perder la vida por una calentura intermitente que iba degenerando en hidropesía, hizo renuncia de la vicepresidencia, que obtenía interinamente. El congreso se la admitió, y en el mismo día procedió a nueva elección. Resultó nombrado por una mayoría muy considerable el doctor José Maria Castillo y Rada, miembro del mismo congreso, quien prestó en el acto el juramento en manos del presidente del cuerpo, Nariño partió de Cúcuta para Bogotá, y con su viaje quedó restablecida la unión entre los miembros del congreso, que se entregaron tranquilamente a las tareas de su instituto.

Agosto 30
La comisión de legislación aceleró sus trabajos y presentó el proyecto de constitución que se principió a discutir en los últimos días de julio. Según el método de proceder que se había prescrito el congreso, toda ley o decreto legislativo debía sufrir tres discusiones con un día de por medio entre cada una de ellas. Tanto la constitución como la ley fundamental, la de libertad de vientres de los esclavos y los demás proyectos que había pendientes, sufrieron esta misma marcha. En el mes de agosto se discutió y sancionó la constitución con toda la madurez, calma y circunspección que demandaba una materia de tanta importancia. El 30 de agosto se acordó enteramente y quedó cerrada toda discusión y adición ulterior. El diputado Manuel Baños, un fanático refinado, se denegó a firmarla en términos muy atrevidos. El congreso consideró la materia y lo expelió de su seno. El doctor Miguel Peña firmó como presidente, y el doctor Rafael Lazo, obispo de Mérida, como vicepresidente.

Ninguno había sido más opuesto al sistema de la independencia que este prelado. El siguió el partido real hasta la transformación de Maracaibo, en cuyo tiempo se quedó en el territorio de la república. El Libertador, con quien se vio en Trujillo, le trató muy bien y le recomendó a varios de sus amigos en el congreso. Maracaibo le nombró representante, y habiendo presentado sus poderes, algunos diputados fueron de opinión que no se debía admitir en la representación nacional, como enemigo declarado de la independencia. Al fin se resolvió su admisión siempre que hiciera juramento “de cumplir con sus deberes y defender la independencia de Colombia”; el obispo sin contestar directamente dio muestras de que no cumpliría y pidió que se restituyera el tribunal de la Inquisición. Entonces decretó el congreso que el poder ejecutivo, haciéndole venir a Cúcuta, le exigiera el juramento prevenido, y que si no lo prestaba le expeliera de Colombia privándole de sus temporalidades. Llamado el obispo se resolvió a jurar, y la república hizo en él una grande adquisición. En el congreso sostuvo por lo general las opiniones políticas más liberales. Solo fue fanático cuando se trataban puntos que tocaran a la Iglesia o a la religión, aunque siempre cedía sin terquedad. Así fue en la gran cuestión de “si la constitución de Colombia debía llevar o no artículo de religión”. Muchos diputados fanáticos pretendían insertarlo, y los liberales más ilustrados sostenían lo contrario temiendo que se sancionara la intolerancia, que sin duda hubiera sido lo mismo que perpetuar la debilidad y miseria de Colombia, que necesita de los extranjeros para su prosperidad. El obispo de Mérida, aunque opuesto a la tolerancia, fue de opinión que “siendo la constitución una ley política y la religión de una esfera más elevada, no debía insertarse a artículo alguno que tratara de esta última; que en su lugar el congreso dijera en una alocución a los pueblos, que su religión y la de Colombia era la católica, apostólica, romana”. Así se acordó por una mayoría en que solo hubo 5 votos en contrario. Aunque el partido liberal creía que no era político el declarar abiertamente la tolerancia por no hallarse preparados los pueblos a recibirla, sin embargo juzgaron haber conseguido un triunfo impidiendo que en la constitución se insertara el artículo “de que la religión católica, apostólica, romana era la religión del Estado. Ella, como que ha sido la de nuestros padres, continuará siéndolo en efecto, pero sin coacción alguna y sin que se cierre la puerta a que algún día, cuando haya más ilustración, se permita a los extranjeros que se establezcan en Colombia el que adoren al Ser Supremo del modo que mejor les parezca o bajo los ritos que les enseñaron sus mayores.

Consiguiente la mayoría ilustrada del congreso a estos principios, ha sancionado una ley de 4 artículos en que extingue para siempre el tribunal de la Inquisición, declarando que los obispos de Colombia o sus vicarios han reasumido la jurisdicción puramente espiritual que ejercía el extinguido tribunal; ella prohíbe que los obispos procedan contra los extranjeros y sus descendientes que estén establecidos en Colombia, siempre que no hayan declarado que son católicos romanos. Por esta ley se ha abierto la puerta a que los extranjeros vengan a vivir tranquilos entre nosotros, aunque sin permitirles el culto público de su religión.

Mientras se hallaba ocupado el congreso en sus tareas legislativas se terminó felizmente la campaña de Venezuela con la célebre victoria de Carabobo, cuyos pormenores están consignados en los partes oficiales. El cuerpo constituyente decretó en 20 de julio un triunfo para el general Bolívar y el ejército vencedor, mandando levantar una columna en el campo de batalla para perpetuar la memoria de tan grande victoria.

Reducidos los españoles en Venezuela a las plazas de Puerto Cabello y Cumaná, el Libertador presidente se dirigió hacia Coro y Maracaibo con una gran parte del ejército vencedor. La primera provincia, aunque no pacífica del todo por la multitud de guerrillas que la infestaban, no daba cuidados, y el presidente trasladó su ejército a Maracaibo; parte embarcó para Riohacha y Santa Marta, y la otra parte la envió por La Guajira a esta última plaza. Parece que pensaba concurrir a la rendición de Cartagena, ocupar después el Istmo de Panamá y, embarcándose en esta ciudad, ir a Guayaquil para atacar a Quito.

Septiembre
Entretanto los principales miembros del congreso, viendo concluida la constitución y que el presidente Bolívar trataba de alejarse sin venir a Cúcuta, hicieron la moción de que se procediera cuanto antes a elegir presidente y vicepresidente de la república, y que se obligara a los electos a que fueran a prestar el juramento delante del congreso. Así se acordó, fijándose el 7 de septiembre para la elección. Previamente se asignaron 30.000 pesos para sueldo del presidente constitucional de Colombia, 18.000 para el vicepresidente cuando ejerza el gobierno y 6.000 cuando solo sea presidente del consejo. También se declaró que el presidente y vicepresidente elegidos por esta vez debían durar hasta la segunda reunión constitucional de las asambleas electorales, es decir, 5 años 3 meses. Esto para que en lo venidero se elijan cada 4 años todos los funcionarios que prescribe la constitución.

Una mayoría muy decidida del congreso no tenía duda alguna en la elección de presidente. El Libertador Bolívar reunía los votos a su favor con mucha justicia. Era el más digno y el único que podía con su influjo consolidar el edificio aún mal cimentado de la república. En cuanto al nombramiento de vicepresidente había más divergencia. El general Nariño tenía partido, lo mismo el actual vicepresidente doctor Castillo; pero una mayoría considerable estaba por el general Santander, vicepresidente de Cundinamarca. En su gobierno había manifestado mucha firmeza, constancia en el trabajo, luces, y además era militar, cualidad necesaria en las circunstancias. El presidente futuro parecía resuelto a continuar en campaña y, por tanto, según la nueva constitución, el vicepresidente debía ejercer el supremo poder ejecutivo mientras aquél se hallaba ausente de la capital. Consideraciones tan poderosas hicieron decidir a una mayoría del Congreso por el general Santander, sin embargo de que algunos le tachaban ser de un genio fuerte y un poco inclinado al despotismo militar. Otros, muy amantes de la libertad, habrían querido un vicepresidente civil o que no fuera militar, para acostumbrar a los pueblos y al ejército a obedecer a hombres que no correspondían a este; pero la república se habría expuesto a convulsiones, y si el que resultara electo no era del gusto de los militares, se habrían burlado de sus órdenes e introducídose la anarquía.

Septiembre 7
Llegado el momento de las votaciones se hizo la de presidente, y de 59 votos resultaron los 50 por el Libertador Bolívar. Nariño sacó 3 o 4 y los demás se dispersaron. Siguió el escrutinio de vicepresidente, y Santander sacó 32 votos, Nariño 16, Castillo, algunos y los demás se dispersaron. La segunda votación se contrajo a los tres mencionados, y aún no hubo elección porque el nombrado debía reunir las dos terceras partes de los votos; la tercera se contrajo a los generales Nariño y Santander; el primero resultaba con 37 o 38 votos, y el segundo con 19 o 20. Al fin, después de 9 escrutinios, el general Santander reunió 39 votos, que eran dos tercios de los sufragios, y fue declarado vicepresidente constitucional de Colombia, con aplauso de todos los que estaban a su favor. El partido de Nariño, aunque sintió su mal éxito, no manifestó descontento y se conformó con el nombrado.

Fue una felicidad para Colombia que el general Nariño hubiera tenido sus disputas con el congreso. Esto manifestó a muchos diputados que estaban decididos a votar por él para vicepresidente, que nada había aprovechado en el silencio y la meditación de los últimos 7 años que estuvo preso en Cádiz. Volvió al gobierno el mismo hombre de 1812 y 13, enemigo de congresos y cuerpos legislativos, amante de intrigas, germen de división, espíritu pequeño y con pocas luces en la ciencia del gobierno. Prueba de esto es la parte de su proyecto de constitución que presentó al congreso, y el discurso de apertura de este en que a bueno dijo y ni aun se atrevió a darlo a la imprenta. Una de las pruebas más convincentes de que Nariño ama la división es que en 1812, cuando todo el mundo quería congreso y federación, él sostenía el centralismo con las bayonetas y la guerra civil; mas ahora que, enseñados por la experiencia, todos los miembros más ilustrados del congreso querían una república central, Nariño proponía que la de Colombia se llamara República equinoccial, y que se compusiera de muchos estados, es decir, que volviéramos a la federación. Ha sido pues un acaecimiento feliz para que Colombia se consolide, que Nariño no resultara electo vicepresidente; esto ha evitado cien divisiones que hubiera introducido con su genio y carácter ambicioso. Los jefes electos le conocen, y así dijo muy bien un diputado el día de las elecciones: “Hoy hemos enterrado a Nariño políticamente”.

Septiembre 8
Al siguiente día de la elección salieron postas hacia Maracaibo y Bogotá llamando a los generales Bolívar y Santander para que fueran a Cúcuta a recibirse prestando el juramento constitucional en manos del congreso. Entretanto se mandó imprimir la constitución y se acordó que se difiriese el pasarla al poder ejecutivo hasta la venida del general Bolívar. Convenía que este la mandara ejecutar, pues viendo en ella su firma como presidente de la república, todo el mundo la obedecería y respetaría. Los diputados temían un poco al ejército y a los militares que habían manifestado de palabra que no amaban el congreso ni el que se dieran instituciones que cortasen los abusos y desórdenes necesarios en una revolución y gobierno militar como había sido el de Colombia.

Octubre 2
Entretanto, el congreso general se ocupó muy activamente en adelantar sus trabajos legislativos fuera de la constitución, las leyes más importantes que dio fueron la fundamental, en que se hallan las bases de la misma constitución, y la división del territorio de la república en departamentos más pequeños. Antes solo había dos: el de Cundinamarca y el de Venezuela, no contando con el de Quito, ocupado aún por los españoles; por tanto, los vicepresidentes de aquellos departamentos, especialmente el de Cundinamarca, tenían todo el poder efectivo de la república. Esta no podía subsistir con división tan defectuosa, pues el día que alguno de los vicepresidentes dijera que no obedecía al poder ejecutivo, tenía a su disposición fuerzas bastantes para sostener una guerra civil; la unión, pues, no hubiera subsistido. Lo contrario sucederá habiendo formado en la antigua Venezuela los departamentos de Venezuela, Orinoco y Zulia, y en Cundinamarca el de este nombre, el de Boyacá, Magdalena y el Cauca. El primero comprende las provincias de Caracas y Barinas; el segundo las de Cumaná, Barcelona, Margarita y Guayana; el tercero las provincias de Coro, Trujillo, Mérida y Maracaibo; el cuarto las de Bogotá, Antioquia, Mariquita y Neiva; el quinto las provincias de Tunja, Socorro, Pamplona y Casanare; el sexto las de Cartagena con sus islas adyacentes, Santa Marta y Riohacha; el séptimo las provincias de Popayán y el Chocó. A cada uno de los departamentos debe presidir un magistrado político con el nombre de intendente, y el sueldo de 6.000 pesos que ha de tener un teniente asesor letrado. Las provincias serán presididas por gobernadores que también tienen tenientes asesores letrados que les ayuden al despacho de los negocios. Con estas disposiciones, que sin duda son muy políticas y sabias, quedó organizada la república de modo que ningún magistrado obtiene un mando muy extenso, y en caso de inobediencia puede fácilmente ser compelido a cumplir con sus deberes.

Octubre 2
Tales son las disposiciones de la ley de 2 de octubre último, que parece debe consolidar la unión de Venezuela y Nueva Granada.

La de 12 del mismo octubre organizó los tribunales de justicia, estableciendo uno compuesto de 7 jueces y 2 fiscales para el distrito del norte, compuesto de los departamentos de Venezuela, Orinoco y Zulia, el que ha de residir en la ciudad de Caracas; otro, de igual número, llamado del centro en Bogotá adonde ocurrirán los departamentos de Cundinamarca, Boyacá, Magdalena y parte del Cauca; otro, en fin, en Quito para los departamentos que se formen de esta antigua capitanía general. Cada uno de los jueces y fiscales tiene asignados 3.600 pesos anuales.

Antes de que se sancionaran estas leyes contestó el general Santander que se ponía en marcha para Cúcuta, y que verbalmente expondría si aceptaba o no el destino de vicepresidente de la república. El general Bolívar, luego que recibió en Maracaibo la orden para su viaje a Cúcuta, se puso en camino por el puerto de Escalante, y en poco tiempo llegó al asiento del gobierno. También arribó Santander el 19 de octubre. Ambos manifestaron estar contentos en muchos puntos con los trabajos del congreso, pero no les agradaban algunos artículos de la constitución, especialmente el que previene que algunos empleos se den con acuerdo y consentimiento del senado y todos consultando al consejo de gobierno. Sin embargo, el general Bolívar dijo que estaba pronto a recibirse de presidente siempre que se le permitiera ir a campaña, y el vicepresidente desempeñara las funciones del poder ejecutivo.

Octubre 3
El general Santander indicó que si el gobierno supremo debía permanecer en Cúcuta, le era imposible admitir el alto destino que se le había conferido. No hubo dificultad en la solicitud del Libertador, y en consecuencia se asignó el 3 de octubre para recibir el juramento. El futuro presidente fue acompañado al salón de las sesiones del congreso por una diputación de 6 miembros; ocupando la derecha del presidente del congreso pronunció un discurso en que manifestó sus sentimientos políticos, su amor por la libertad y su repugnancia al mando. El presidente del congreso le contestó satisfactoriamente, y en seguida se retiró el general Bolívar con un séquito numeroso. Poco después entró el general Santander y juró, lo mismo que el presidente, cumplir con las funciones de su ministerio observando y haciendo observar la constitución; también pronunció un discurso, y ambos jefes fueron acompañados a su posada por diputados del congreso.

Octubre 6
Ocupado el cuerpo legislativo en arreglar la hacienda pública y los principales ramos de la administración, se le presentó un problema bastante espinoso. Tal era el del lugar en que debía residir el gobierno supremo. La experiencia había enseñado que el Rosario de Cúcuta no era a propósito por la falta de población y de recursos, por su clima cálido y porque estaba muy distante de Quito, departamento con quien se debía contar para fijar la residencia del poder ejecutivo. Algunos diputados de Venezuela eran de opinión que permaneciera en Cúcuta; otros, que se trasladara a Pamplona; otros, que a Maracaibo, y la mayor parte, que a Bogotá. Eran muy poderosas las razones en que se apoyaba esta opinión, patrocinada eficazmente por el general Santander. Las principales eran su posición central en el territorio de Colombia. La abundancia de gentes, de recursos, de edificios públicos y de cuanto era necesario para establecer un gobierno con el decoro y dignidad correspondientes. Al fin, discutida la materia con calma y madurez, resultó por una mayoría muy considerable “que Bogotá fuera por ahora la capital de la república y la residencia del congreso y poder ejecutivo”. Algunos diputados venezolanos protestaron contra esta resolución.

En los meses de septiembre y principio de octubre el congreso aceleró mucho sus trabajos, pues la mayor parte de los diputados deseaban con ansia regresar a sus casas; así fue que se asignó para la disolución el 14 o 15 de octubre. Entretanto, se arreglaron las leyes de aduana, las de comercio, marina y las otras que eran más precisas. Ellas se pueden ver en el extracto publicado en la Gaceta de Colombia y en el código impreso de las leyes del primer congreso general.

Octubre 7
Posesionado el presidente de la república, se le pasó la constitución y la ley de la división de los departamentos, a las que puso el ejecútese. En seguida nombró secretario del poder ejecutivo. El doctor Pedro Gual lo fue de relaciones exteriores; el doctor José Manuel Restrepo, del interior; el doctor José María Castillo, de hacienda, y el coronel Pedro Briceño Méndez, de guerra y marina. Los tres primeros habían sido miembros del congreso.

Octubre 10

Inmediatamente el Libertador Bolívar partió. Antes de su partida recibió del congreso una autorización extraordinaria por un decreto en que le concede amplias facultades en campaña, lo mismo que para organizar políticamente todos los países de Colombia que liberte con sus armas.

Octubre 14
El 13 de octubre se terminaron los trabajos del congreso general de Colombia, y se fijó el siguiente para la disolución. El presidente del cuerpo hizo una arenga análoga a las circunstancias, y se declaró disuelto en medio de los vivas y aclamaciones de los concurrentes. Los diputados se dieron el abrazo de despedida, los más de ellos acaso para no volverse a ver.

Soy interesado en la gloria del primer congreso de Colombia; ignoro el juicio que las naciones cultas y la posteridad harán de sus trabajos, lo que en gran parte dependerá del éxito, pero juzgo ahora que es acreedor al amor y gratitud de los colombianos. En medio de las privaciones y falta de recursos que había en Cúcuta, sus miembros se dedicaron al trabajo con mucha constancia y un celo infatigable. Las sesiones eran de todos los días de la semana, exceptuados los domingos, desde las 9 de la mañana hasta las 2 de la tarde. Por la noche había también 4 sesiones extraordinarias, cada semana, de las 6 a las 8. El resto de la tarde y muchas veces el de la noche, lo empleaban los diputados en redactar proyectos de ley y despachar una multitud de expedientes que así el poder ejecutivo como los particulares elevaban diariamente al congreso. Para cada uno de los ramos había nombrada una comisión, que por lo común se componía de cinco individuos y facilitaba mucho los trabajos.10

Después del suceso de Nariño y Devereux hubo en el congreso mucha unión, armonía y gran deseo de acertar. Las materias se debatían con madurez, pero luego que se votaban, los representantes que habían sido de opinión contraria seguían la mayoría sin murmurar. A cada paso se veía esta conducta racional y generosa.

Al principio que se formó el congreso todo el mundo temía divisiones entre los diputados granadinos y venezolanos, pero hubo la más perfecta unión, y estos nombres se olvidaron en casi todas las cuestiones. Solo miraban los miembros del congreso que eran diputados por Colombia. También se engañaron los que temían, no sin fundamento, que del primer congreso resultarían divisiones en Colombia. Cinco meses estuvo reunido, y en todo este tiempo reinó la mayor tranquilidad en los pueblos, sin que en parte alguna de la república hubiera la menor conmoción. Esto prueba que los habitantes de Colombia tienen las mejores disposiciones para un gobierno bien establecido, y que solo quieren paz, unión, independencia y libertad.

El presidente del congreso duraba solo 15 días, tiempo demasiado corto. Fueron presidentes los señores Félix Restrepo, Fernando Peñalver, Alejandro Osorio, José I. Márquez, José Manuel Restrepo, Miguel Peña y Vicente Azuero; Osorio y Márquez fueron reelectos.

Los miembros del congreso que más se distinguieron son los diputados Pedro Gual, Vicente Azuero, Miguel Santamaría, José Ignacio Márquez, José María Castillo, Alejandro Osorio, Diego Gómez, Miguel Peña, Félix Restrepo y Fernando Peñalver. Había otros de segundo orden a quienes no faltaban luces, pero que no poseían el don de la palabra. Se pronunciaron discursos muy elocuentes en la célebre cuestión del gobierno que debía adoptarse, y fue muy notable el doctor Restrepo en el proyecto de ley sobre libertad de los esclavos, de quienes era ardiente defensor. Hubo diputados fanáticos, pero el mayor número era de liberales e ilustrados en materias de religión.

Octubre 17
Disuelto el congreso, todos los diputados marcharon para sus casas, instalándose antes la suprema corte de justicia de la república con el objeto de que propusiera los miembros que debían componer las cortes superiores, como en efecto se verificó. El congreso también había nombrado fuera de los ministros de la alta corte de justicia, a los senadores de los 7 departamentos libres, 4 por cada uno.

Octubre 18
El vicepresidente, general Santander, partió también para Bogotá con sus nuevos secretarios, los archivos y demás que debía trasladarse a esta ciudad. La imprenta, que no pudo conseguir el congreso hasta la mitad de sus sesiones y cuya falta perjudicó mucho al principio a su buen nombre porque nadie sabía en lo que se ocupaba, quedó en Cúcuta para imprimir la constitución y algunas leyes.

El congreso procedió con mucha prudencia en materia de reformas. Solo hizo la de todos los conventos menores que no tuvieran 8 religiosos sacerdotes, con el objeto de promover la educación pública. Esta ley, que el Libertador pidió se suspendiera y a que el congreso no asintió, causó a los regulares algún descontento, pero han tenido que conformarse. La que extinguió la Inquisición, que en el fondo tolera todas las sectas aunque sin culto público, excitó algunas murmuraciones de los clérigos fanáticos, pero hallándose el gobierno bien montado, al fin callaron. Para esto influyó mucho que el reverendo obispo de Mérida estuviera en el congreso, cuya opinión de religioso se halla muy bien establecida. Mas, para decir la verdad, él no tuvo parte alguna en semejante ley, y por el contrario la impugnó muy duramente.11

Notas

8. Esto se escribía bajo el mando de Tolrá, que era violento.

10. El que esto escribe fue miembro del congreso de Cúcuta y asistió a las sesiones desde el 8 de mayo hasta el fin.

11. Nota del editor: algunas de las fechas de estas anotaciones del diario se ubicaron en lugares más acordes con el orden de los acontecimientos narrados. Asimismo, se aclara que en unas de ellas (correspondientes al mes de octubre de 1821) se encontró un empastelamiento que obligó a recortar unas líneas y a darle un orden diferente a otras de ellas. Para su cotejo, se debe consultar el Tomo I del Diario político y militar de José Manuel Restrepo en la edición de la Imprenta Nacional, Bogotá, 1954, de donde fueron tomados los textos que constituyen este volumen de Palabras Rodantes. Este diario continúa. El material aquí publicado constituye un pequeño fragmento, seleccionado como edición conmemorativa del bicentenario de la Independencia de Colombia.